La Sombra de un Amor Inmortal

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Era un lindo día para trabajar, hacía tiempo que la casa que Rum y Shirley pidieron a Kate que les construyera ya había sido finalizado, tenía lo necesario para su comodidad, contaba con tres habitaciones, Rum aprovechaba el tiempo en que su hijo estaba con su padre para dedicarse a acomodarla a su gusto, quedaba a unos minutos de la de sus padres; estaba barriendo el suelo de madera, Shirley estaba cociendo las cortinas que más tarde colgaría en las ventanas. Su vecino Vincent tocó la puerta pues venía a darles una mano, Rum abrió y le invitó a pasar.
—Qué bueno que llegas. —Dijo con algo de timidez y sonriendo.
—Aquí me tienen. —Contestó mientras daba un vistazo a la casa.
Rum debía hacer unas entregas, dejó la escoba en su lugar, se quitó el delantal y se arregló un poco el cabello. —Shirley está arriba ¿Puedes ayudarla con las cortinas?
—Sin ningún problema. —Dijo él, Rum le agradeció, tomó una cesta y metió los encargos dentro para luego irse.

Él miró las ventanas pues debía colocar las cortinas, Shirley venía bajando con ellas en la mano.
—¡Rum, ya terminé! —Se detuvo al verlo solo ahí. —Se fue, ¿no?
—Si, te ayudo. —Entre los dos se encargaron de ir colocándolas, él la miraba y solo dijo. —Mis padres me están presionando por conseguir esposa.
—Ya, ¿y eso que? Hay muchas mujeres lindas en la isla, encuentra a una.
Él no sabía cómo, pero desde el primer momento sintió una fuerte conexión con ella, solo juntó su valor para pedirle que lo acompañara a cenar a su casa.
—Mi madre cocina muy bien.
—Lo siento en alma, pero no puedo, no todos saben sobre nuestra existencia, ¿qué cara pondrían tus padres?
Su madre a veces era severa, pues cuando dijo que la propuesta había sido cancelada porque Rum estaba embarazada de otro, casi les hace reclamos, pero él la detuvo y la tranquilizó diciendo que ella no era la chica de la que se había enamorado.
—Por favor, solo ven a casa, te protegeré, lo prometo. Esta noche.
Shirley lo pensó y aceptó, pero solo asistiría como amiga y no pensaba decirle nada a Rum para no preocuparla más de lo debido pues había pasado cinco días sin su hijo.

Luego de haber puesto las cortinas se dedicó a cocinar algo para el almuerzo, una de las habilidades adquiridas cuando eres asistente de tu muñeca viva en la cocina. Vincent notó sus habilidades en el hogar a pesar de haber tenido lujos y sirvientes, solo que ella no le contó mucho sobre su pasado.
Ellos comieron juntos ya que Rum estaba tardando, Shirley le preguntó. —¿No tienes que ir a trabajar?
—Hoy pedí el día a mi padre, él se encarga de atender hoy.
Luego de tomar el almuerzo, Shirley y él fueron a la habitación de Theo para acomodar sus cosas, no le era fácil haberlo dejado en manos de Oliver pues le tomó cariño desde que nació.
—Dime ¿puede una sombra enamorarse de un humano? ¿Eso está permitido?
—Ciertamente es visto con malos ojos y el amor entre ambos puede nacer. Justo pasó con mis amigos ¿Por qué la pregunta?
—Solo simple curiosidad. —Se sonrojó ocultando que era por ella que preguntaba.

Por la tarde llegó Rum algo cansada pues fue a diferentes casas a entregar la ropa que le habían encargado confeccionar, ya tenía varios clientes, y con el dinero ganado hizo algunas compras. Shirley la recibió y le calentó la comida. —Tu siéntate te serviré en un momento.
—Muchas gracias.
Le sirvió y puso el plato en frente, estaba nerviosa pues buscaba la forma de evadirla esta noche.
Por suerte solo se puso a cocer nuevos encargos, ella se alistó, sabía que esto le traería problemas, pero se arriesgaría. Rum estaba algo agotada por lo que cabeceaba para mantenerse lúcida, Shirley viendo su oportunidad le dice. —Ve a dormir ahora que puedes para que trabajes mejor ¿sí?
—Si. —Rum bostezó y se fue a descansar, Shirley le hizo compañía y pronto se quedó profundamente dormida.

Hizo sus últimos retoques, aplicó un poco de su perfume y salió de casa, iba feliz caminando hasta la casa de los padres de Rum, se encontró con Tucker, su perrito. —¿Me acompañas Tucker? Si voy solita me dará miedo estar con gente extraña.
Los dos siguieron caminando. Vincent estaba de un lado para el otro nervioso de la reacción de sus padres.
—¿A qué hora es que dijiste que venía la chica?
—Pronto, aún quedan unos minutos, las mujeres se toman su tiempo para estar guapas, aunque ella no lo necesita, es muy bonita. —Nadie le entendería pues había aprendido a asociar el rostro de Rum con la personalidad de Shirley.
La mesa estaba servida, su padre ansioso esperaba a la chica al igual que su madre, Shirley aún con nervios tocó a la puerta, los tres se alertaron, la señora iba a abrir. pero su hijo se adelanta para abrir, el primero en entrar es el perrito a la casa, ladrando y corriendo en círculos.
Ellos dos le conocían era el perro de los vecinos cuya hija era Rum, ellos creyeron que su hijo la había aceptado aún con un bebé de otro, la madre frunció el ceño pues a su hijo no le iban a echar esa carga que no le correspondía.

MissingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora