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Nicholas fue al salón donde estaban sus niños. Fue a pedirle a la directo y permiso a los papás si podían los alumnos ir a visitarla aún así estando en coma.

Cuando a los niños se les ofreció la noticia de que podrían visitar a su maestra favorita, Amelia, aunque estuviera en coma, una mezcla de emociones inundó sus rostros, estaban llenos de curiosidad y tristeza,

Un niño en particular levantó la mano, con expresión seria.
El niño en cuestión, con expresión preocupado.
—¿Podemos visitarla todavía? Sé que está durmiendo... pero quiero darle un regalo que pinté para ella.

Nada la haría más feliz que le llevaron un detalle aunque ella aún no pueda abrir los ojos estoy seguro que los sentirá.

Cuando los niños y Nicholas entraron en la habitación, se acercaron a la cama de Amelia, observando con ternura su rostro plácido y relajado. Uno a uno, se fueron aproximando, sosteniendo sus regalos cuidadosamente.
El más pequeño, con grandes ojos llenos de tristeza y ternura, se acercó con un dibujo colorido en su mano. Lo colocó con cuidado en la mesa junto a la cama de Amelia, junto a los demás obsequios.

Otros niños siguieron su ejemplo, colocando sus propias creaciones.

Los niños, con sus ojitos llenos de preocupación pero también de ternura, observaron a Nicholas con atención mientras él hablaba con palabras reconfortantes. Su voz era suave y llena de comprensión.

Nicholas:
"Amelia es muy afortunada de tener amigos tan adorables como ustedes. Estoy segura de que todos sus regalos traerán felicidad a su corazón, incluso cuando ella sigue soñando"

Mientras los niños depositaban sus regalos y Nicholas les consolaba, los enfermeros y la doctora Camila observaban el conmovedor momento desde la puerta. Sus expresiones denotaban comprensión y calidez a la vez.

La doctora Camila vio hacia uno de los enfermeros y comentó en voz baja, aunque llena de alivio:
Camila:
"Es maravilloso ver cuánto la aprecian. Se recuperará con esa muestra de amor y apoyo"
Enfermera:
"Sin duda alguna Nicholas tiene un gran corazón siempre lo demuestra.

Después de que los niños se fueron y dejaron sus regalos alrededor de la cama de Amelia, Nicholas se quedó solo a su lado, observándola con una mezcla de tristeza y ternura. Su mente retrocedió a su último encuentro, cuando Amelia le había dicho que simplemente no podía luchar por ella.

Él se sentó nuevamente en la pequeña silla de al lado y tomó su mano entre las suyas, acariciándola suavemente. Su voz sonaba más reflexiva que triste cuando habló:
Nicholas
"Amelia, sé que me preguntaste si no podía luchar por ti."

Nicholas siguió hablando, acariciando suavemente el dorso de su mano con el pulgar. Su tono era lleno de melancolía y determinación.

Nicholas:
—Quiero que sepas que aunque nos hemos separado, mi corazón aún late por ti. Cada día, te recuerdo especialmente en mi oración y te ruego que despiertes pronto.

Cuando Nicholas levantó la vista, vio a Paulina entrando en la habitación, con expresión de tristeza y preocupación. Se acercó a la cama, y Nicholas se levantó de su asiento para hacer espacio.

Paulina se sentó al lado de la cama y tomó la mano de Amelia con cuidado, como si temiera despertarla. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios cuando comenzó a hablarle a su amiga inconsciente:

Paulina mantuvo la mirada en el rostro plácido de Amelia mientras hablaba, su voz llena de ternura y nostalgia.

Paulina:
"Hola, pequeña. Te echamos mucho de menos, especialmente los niños. Ellos siempre te están preguntando cuándo despertarás. Pero no te preocupes, todos te estamos esperando, lista para seguir con nuestra amistad".

¿Cielo o Infierno? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora