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Checo



Me quedé dormido en los brazos de Lewis, que me envolvían mientras yo yacía a medio camino sobre su cuerpo, con una pierna entre las dos suyas. Mi hogar. Esto era mi hogar.

Se removió debajo de mí al despertar de su siesta. Sus dedos me acariciaron la columna vertebral. Sus labios jugaban con los rizos que caían sobre mi frente.

Acerqué mi boca al centro de su pecho y lamí y besé, tarareando un poco para hacerle saber que yo también estaba despierto.

—Tan maravilloso —susurró contra mi piel.

—Vamos a quedarnos aquí todo el día.

—De acuerdo —aceptó— Me apunto.

Nos quedamos en silencio un rato. Escuché su respiración, su corazón, cada latido del vínculo que nos unía, chispeante y cálido. Mi pene estaba medio duro, pero no me moví. Quería disfrutar para siempre de esta sensación.

Fue la melódica voz de Lewis la que rompió el silencio.

—¿En qué estás pensando, cariño?

—No lo sé exactamente. No quiero moverme. Quiero quedarme así.

—Yo también.

Entonces me vino una pregunta. Giré la cabeza para mirar a Lewis cara a cara, con mi barbilla clavada en el centro de su pecho.

—¿Crees que es raro que el término para las parejas que se vinculan instantáneamente sea "compañero predestinado"?

La piel se arrugó en la parte superior de la nariz de Lewis mientras abría la boca en una mueca pensativa.

—Nunca lo había pensado.

—Predestinado. Esa palabra. Suena tan, bueno, espeluznante, en realidad. Como si el cielo se estuviera cayendo y el fin estuviera aquí. Ya sabes, como condenado o maldito. Sé que no quiere decir eso, pero suena así.

—¿Cómo lo llamarías en su lugar cuando personas como nosotros se encuentran?

—Perfecto. O verdadero —dije.

—¿Verdadero?

—Compañeros verdaderos.

Asintió.

—Encaja.

Froté mi barbilla contra la piel de Lewis.

—Oooh, y aún más raro. ¿Y si dos personas que se odian son compañeros predestinados? Como si no se soportaran, pero tuvieran que estar juntos porque el destino interviene.

—No creo que funcione así

—¿Pero y sí? Como si sus feromonas estuvieran alineadas y encendidas y siguieran estando atraídos, pero fueran como enemigos jurados o algo así. O no son para nada del tipo del otro. Como que uno es un asesino en serie y la familia del otro fue asesinada por un asesino en serie. O peor, ¡votan a partidos políticos opuestos!

Lewis echó la cabeza hacia atrás y se rio. Sus dedos recorrieron mi cabello, haciendo que unos agradables escalofríos recorrieran mi espina dorsal.

—Por eso se llama predestinado, tal vez. Porque está predestinado para personas así.

—Pero nosotros no.

—No —sonreí—. Nosotros no. Somos compañeros verdaderos y así es como lo llamaré a partir de ahora.

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⏰ Última actualización: 18 hours ago ⏰

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