Capítulo 6

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Gianna

La Noche había caído sobre la ciudad y el parque central estaba oscuro y silencioso. Me sentía nerviosa mientras caminaba por el sendero, buscando a la persona que se había identificado como "E". Sofia me había acompañado hasta la entrada del parque, Pero había decidido esperar allí por si algo salía mal.

Seguí caminando hasta que ví una figura sentada en un banco. Era un hombre alto y delgado, no lograba verle el rostro.

Apenas me vió, se levantó y caminó hacia mi. Yo me quedé quieta en mi lugar esperando a que llegara, apretando los puños, esto no parecía buena idea.

—Hola, Gianna. Es un placer conocerte —pude verle un poco el rostro, era un hombre de alrededor de 50 años, tenía una sonrisa siniestra en su rostro, lo cuál me asustaba aún más.

sentí un escalofrío recorrer mi espalda al ver la sonrisa siniestra en su rostro. Algo no estaba bien.

—¿Quién eres? —pregunté, intentando mantener la calma.

El hombre se rió y se acercó un poco más.

—Soy alguien que puede ayudarte —dijo—. Soy el tío de Alessandro, Eduardo.

Estaba sorprendida. No sabía que Alessandro tenía un tío.

—¿Qué quieres de mí? —pregunté, intentando mantener la distancia.

Eduardo se acercó un poco más, su sonrisa se hizo más amplia.

—Quiero ayudarte a entender la verdad sobre Alessandro y su familia —dijo—. Quiero ayudarte a escapar de este matrimonio.

Me sentí confundida. ¿Por qué este hombre quería ayudarme? ¿Qué ganaba con eso?

—¿Por qué? —pregunté—. ¿Qué ganas con ayudarme?

Eduardo se rió de nuevo.

—No gano nada —dijo—. Pero odio ver a personas inocentes sufrir. Y tú, Gianna, eres inocente.

Me sentí un poco más tranquila, pero aún tenía dudas.

—¿Qué sabes sobre Alessandro? —pregunté.

Eduardo se acercó un poco más, su voz se convirtió en un susurro.

—Sé que no es quien dice ser —dijo—. Sé que tiene secretos oscuros. Y sé que te está utilizando para conseguir lo que quiere.

Me sentí un golpe en el estómago. ¿Qué secretos oscuros? ¿Qué quería decir?

—¿Qué secretos? —pregunté, mi voz tembló.

Eduardo sonrió de nuevo.

—Todo a su tiempo, Gianna —dijo—. Todo a su tiempo.

De repente, ví una figura que salía detrás de los arbustos.

—Ven conmigo, podré mostrarte todo a más detalle —sugirió aún con su sonrisa

Rápidamente negué, dando pasos hacia atrás. Esto no parecía ir bien.
La figura se acercó a Eduardo, y con una sola mirada de este, me apuntó con un arma.

Estaba paralizada por el miedo, la figura de aquel hombre era grande y ancha, con una mirada fría y despiadada.

Eduardo largó una carcajada, haciéndome estremecer.

—No te preocupes, Gianna —dijo—. Esto es solo para asegurarme de que no te vayas

Me sentí traicionada. Tenía que salir de aquí, tenía que haber otra manera. Mire hacia mi derecha, a lo lejos podía ver la gigante casa de Alessandro. Quizás si corría hacia allí... No lo pensé mucho y sali corriendo, escuchando disparos, cerré los ojos por un segundo al sentir que una bala rozó mi brazo, abriéndome un poco la piel. Seguí corriendo hasta llegar a la puerta de la casa de Alessandro. Mire hacia atrás, el hombre venía persiguiendome, seguía disparando.

Comencé a golpear la puerta desesperada.

—¡Alessandro! ¡Abre, por favor! —grité con lágrimas cayendo por mis mejillas

La puerta se abrió de golpe, mostrando a Alessandro sin camisa y con un pantalón chándal. Al verme tan alterada, tomó mi mano y jalo de mi, metiéndome en la seguridad de su casa.

—¿Qué ocurre? —su rostro estaba lleno de preocupación.

—Eduardo... —dije, sin aliento —. Tu tío, me quería matar.

Alessandro me miró confundido por un momento, pero luego me jalo hacia él, envolviendome en sus brazos. Me sentí sorprendentemente más segura junto a él.

—Tranquila... Ya estás a salvo —susurró con su voz ronca

Su voz ronca y tranquilizadora me ayudó a calmarme. Por un momento, me olvidé del miedo y la ansiedad que había sentido.

—¿Quieres contarme lo qué pasó? —me miró, su mirada estaba más suave que cuando lo conocí.

Le conté todo, al terminar el me dirigió hacia el gran sofá que había al frente de la chimenea encendida, y nos sentamos juntos.

—Escuchame —dijo, y le preste toda mi atención, quitándome las últimas lágrimas que aún salían—. No tengo ningún tío llamado Eduardo.

—¿Qué?

Me sentí confundida, ¿Entonces, quien era ese hombre?

Alessandro se inclinó hacia mis, su rostro estaba serio

—No tengo ningún familiar llamado Eduardo —repitio— Pero averiguaré que está pasando.

Me sentí más tranquila sabiendo que Alessandro estaba dispuesto a ayudarme.

—Gracias —dije con voz baja

Pude notar como las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba, mostrándome una pequeña sonrisa. Creo que al final no era tan malo como esperaba.

De repente, se escuchó un llanto proveniente de arriba. Era Leonardo. Ambos nos levantamos instintivamente, nos miramos antes de salir corriendo escaleras arriba.
Al llegar, el pequeño estaba acostado en su cunita mientras lloraba. Su padre lo tomó en brazos y comenzó a acunarlo. En ese momento me pregunté: ¿Dónde está su madre? ¿Quién era su madre?

—¿Puedo cargarlo? —me sorprendí al escucharme.

Alessandro me miró sorprendido, sabía que se acordaba que yo no quería tener nada que ver con aquel pequeño, Pero algo dentro de mi pedía que lo cargará. Asintió luego de unos segundos, con cuidado me lo entregó. Cómo pude comencé a amacarlo, luego de unos minutos de llanto logré que se durmiera.

Mire orgullosa por mi misma a Alessandro, el cual me miraba con ternura, haciéndome sonrojar.

—Creo que Leonardo gusta de ti —sonrió levemente.

Sonreí emocionada, me acerque a la cuna y con cuidado volví a acostarlo. Vi que se quejaba un poco por lo que le acaricie el cabello para que se calmara.

—Shhh, aquí estamos —le susurré.

Alessandro se acercó a mi y me miró con una expresión de admiración.

—Eres mejor en esto que yo —largo una risita baja— me sorprende. Creo que es por qué tienes un corazón muy grande y Leonardo lo sabe.

Lo mire, nuestras miradas se cruzaron y por unos segundos sentí una conexión entre nosotros.

Al ver qué yo no decía nada, se alejó de mi, volviendo a estar serio.

—Ven, te llevaré a una habitación, así puedes descansar

Su voz se notaba más ronca y baja. Lo seguí a una habitación contigua a la de Leonardo, era linda, grande y cómoda, con paredes de un color lila claro, y en el centro una enorme cama.

—Que descanses —dijo mientras se iba.

Rápido lo seguí y lo tome de la mano para que se volteara, me miró confundido.

—Gracias por ayudarme —susurre.

Él asintió, y con lentitud se fue a la cual imaginé que sería su habitación.

Amor a la fuerza | 01 | Finalizada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora