Amor a la fuerza | 01 | Finalizada✔️

Capítulo 18

Gianna

El oficial me explico que era un lugar abandonado en las afueras de la ciudad, conocido por ser un escondite para delincuentes. Estaba nerviosa, Pero decidida a encontrar a Sofía y hacer que Z pagara por lo que había hecho.

Al llegar al almacén, el oficial me pidió que me quedara en el coche mientras él y sus hombres entraban en busca de Sofía. Pero yo no estaba dispuesta a quedarme de brazos cruzados. Salí del coche y corrí hacia ellos.

—Oficial, puedo ayudar —le dije, segura— Conozco a Sofía, puedo reconocer su voz.

El oficial me miró con una mezcla de sorpresa y respeto. No sabía cómo sentirme bajo su mirada.

—Muy bien, Gianna. Pero tienes que estar atenta y hacer lo que te digo —dijo—. No quiero que te expongas a ningún peligro.

Asentí y seguí al oficial junto a sus hombres hacia el interior del almacén. Era un lugar oscuro y sucio, con cajas y barriles apilados por todas partes. El aire estaba lleno de polvo y se podía oler la gasolina y aceite que estaba desperdiciado por allí.

—¿Sofia? —Llamé, intentando mantener la voz baja—. ¿Estás aquí?

No hubo respuesta, pero escuché un ruido débil proveniente de la parte trasera del almacén. El oficial me hizo una señal para que lo siguiera y nos dirigimos hacia el sonido.

Al llegar, encontramos a Sofía atada y amordazada en una silla. Tenía un ojo morado y estaba pálida, pero cuando me vio, sonrió débilmente
Me sentí aliviada de encontrarla, pero sabía que no estábamos fuera de peligro todavía. El oficial y sus hombres comenzaron a desatar a Sofía mientras yo la abrazaba.

—¿Dónde está Z?— pregunté, mirando alrededor.

Sofía me señaló hacia una puerta lateral.
—Se fue por allí—dijo. —Pero volverá

El oficial me hizo una señal para que me quedara con Sofía mientras él y sus hombres iban a buscar a Z. Me quedé con mi hermana, abrazándola y tratando de calmarla mientras escuchábamos los sonidos de la persecución en el exterior.

Pero justo cuando pensábamos que estábamos a salvo, escuchamos un ruido detrás de nosotros. Me di la vuelta y vi a Z emergiendo de las sombras, con una pistola en la mano.

—¿Qué creen que pueden hacer?—se burló—. No pueden detenerme".

El oficial y sus hombres regresaron justo a tiempo para ver a Z apuntándonos con la pistola.

El oficial no dudó y se lanzó hacia Z, pero este último era demasiado rápido. Logró esquivar al oficial y apuntar la pistola directamente hacia mí. Mi corazón se detuvo y cerré los ojos, preparándome para lo peor. Pero justo cuando Z iba a apretar el gatillo, Sofía se lanzó hacia adelante y lo empujó, haciéndolo perder el equilibrio. La pistola se disparó, pero la bala se incrustó en la pared, a solo unos centímetros de mi cabeza. El oficial y sus hombres se abalanzaron sobre Z y lo redujeron, esposándolo y llevándoselo. Yo me quedé allí, temblando y tratando de procesar lo que acababa de suceder. Sofía se acercó a mí y me abrazó, y yo la abracé también, agradecida de que estuviéramos las dos a salvo. El oficial se acercó a nosotros y nos dijo que todo había terminado, que Z no podría hacernos daño nunca más. Me sentí aliviada, pero también sabía que las heridas de lo que había pasado tardarían en curarse. Miré a Sofía y vi que estaba llorando, y yo también empecé a llorar. Nos abrazamos y lloramos juntas, liberando todo el miedo y la ansiedad que habíamos estado reprimiendo durante tanto tiempo. Finalmente, habíamos encontrado la justicia y la paz que tanto necesitábamos.