Amor a la fuerza | 01 | Finalizada✔️

Capítulo 9

Gianna

Nos encontramos en un apartamento modesto pero acogedor, con muebles sencillos y una decoración minimalista. La luz tenue del atardecer se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente tranquilo. Alessandro me ayudó a sentarme en el sofá, ya que mis piernas se negaban a moverse debido al miedo que aún me invadía.

—¿Estás bien? —preguntó Alessandro, al regresar con dos tazas de té caliente.

—Sí —dije, tomando la taza—. Solo un poco asustada.

—Lo siento —dijo, sentándose a mi lado y poniendo una mano sobre la mía—. No debería haber sucedido. Mi seguridad era mejor que esto. No sé qué pasó, pero voy a encontrar al responsable.

Tomamos el té en silencio, perdidos en nuestros pensamientos. De repente, sonó el teléfono de Alessandro.

—Sí —dijo, respondiendo—. ¿Qué tienes para mí, Luis?

Escuchó durante un momento y luego colgó.

—¿Qué pasa? —pregunté, asustada.

—Luis encontró una pista sobre Eduardo —dijo—. Parece que está relacionado con una organización criminal.

Sentí un escalofrío. ¿Cómo que una organización?

—¿Qué organización? —pregunté.

—No lo sé —dijo—. Pero voy a encontrarlo.

Se levantó, entregándome a Leonardo, que me miraba con sus grandes ojos azules.

—¿Dónde vas? —pregunté, asustada.

—Voy a reunirme con Luis —dijo—. No te preocupes, estaré de vuelta pronto.

Sentí un nudo en la garganta.

—Ten cuidado —dije.

—Lo tendré —dijo, sonriendo.

Salió del apartamento, dejándome sola con Leonardo. Me sentí vulnerable y asustada. ¿Qué pasaría si Alessandro no regresaba? ¿Qué pasaría si Eduardo me encontraba?

Me levanté del sofá y comencé a caminar por el apartamento. Tenía que hacer algo para calmarme. Encontré un libro en la estantería y me senté a leer. Pero mi mente seguía trabajando, pensando en Alessandro y en la situación.

Leonardo se puso a llorar, y rápidamente comencé a acariciarlo y mimarlo. No tardó mucho en volver a dormirse. Lo miré dormir y sonreí, se parecía mucho a su padre.

De repente, escuché un ruido en la puerta. Me levanté, asustada.

—¿Quién es? —pregunté.

—Soy yo, Alessandro —dijo.

Llegué un suspiro de alivio.

—¿Qué pasa? —pregunté, al abrir la puerta.

—Encontré algo —dijo, con una mirada seria—. Algo que cambia todo.

Sentí un escalofrío.

—¿Qué es? —pregunté.

—Ven —dijo—. Te mostraré.

Me tomó de la mano y me llevó a una habitación en el fondo del apartamento. Había una computadora encendida en la mesa.

—Mira —dijo, señalando la pantalla.

Me acerqué y vi una imagen de Eduardo. Pero no era solo una imagen. Era un archivo de la policía.

—¿Qué es esto? —pregunté.

—Eduardo es un agente de la policía —dijo Alessandro—. Y ha estado trabajando para mí todo este tiempo.

Sentí un golpe en el estómago.

—¿Qué? —pregunté.

—Eso no es todo —Dijo— el hombre que vez allí, no es Eduardo

¿Qué? ¿Cómo que no? Él hombre que yo veía en aquella imagen, era el mismo que intentó matarme, es Eduardo.

—¿Quien es, entonces?—Quise saber.

—Se llama Z —Su voz estaba llena de enojo— y es uno de los que dicen que son mis hombres. Me traicionó.