Capítulo 19

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Gianna
Después de regresar al hospital con Sofía a mi lado, nos sentamos en la sala de espera mientras esperabamos que el doctor nos diera el consentimiento para entrar a ver a Alessandro. Ya era de noche, no habíamos comido ni descansado el todo el día, ambas estábamos agotadas.

—¿Se pondrá bien? —pregunta Sofía, mirándome con sus ojos cafés.

—Espero que si. El doctor aún no me dijo que es lo que tiene

Dije apoyando mi cabeza en su hombro. Estaba agotada, quería irme a casa, pero no podía dejar solo a Alessandro.

Después de un rato, el doctor sale y me hace un gesto para que lo siga, Sofía se quedó sentada en su lugar mientras yo seguía al doctor. Al entrar a la habitación de Alessandro, ví que tenía un oxígeno en la nariz, quizás en la tarde había empeorado. Al verme sonrió levemente.

—Hola —susurró cuando estuve a su lado, le sonreí y tomé su mano.

—Sofia ya está a salvo

Se vio mucho más relajado ahora que se lo había dicho, me gustaba que se preocupara por mi familia.

—Bueno —dijo el doctor, llamando nuestra atención.— Lo que tiene el joven Alessandro es epilepsia. La epilepsia es un transtorno neurológico crónico que se caracteriza por la ocurrencia recurrente de convulsiones o crisis epilépticas. Estás crisis son causadas por una alteración de la actividad electrica del cerebro, que puede deberse a diversas causas como lesiones cerebrales, infecciones, problemas metabólicos, entre otros. Hay distintos tipos de epilepsia, aún no sabemos cuál es, así que deberá quedarse por unos días joven Alessandro.

Me sentí alivada al saber que finalmente teníamos un diagnóstico, pero también preocupada por la gravedad de la condición. Miré a Alessandro, que seguía sonriendo débilmente, y luego al doctor.

—¿Y... qué significa esto? ¿Cómo se trata? —pregunté, tratando de procesar la información.

—Bueno, la epilepsia se trata con medicamentos anticonvulsivos, que ayudan a controlar las crisis epilépticas —explicó el doctor—. También es importante identificar y evitar los desencadenantes de las crisis, como el estrés, la falta de sueño o ciertos estímulos visuales o auditivos. En algunos casos, puede ser necesario realizar estudios adicionales, como resonancias magnéticas o electroencefalogramas, para determinar la causa subyacente de la epilepsia.

Alessandro escuchaba atentamente, su mirada fija en el doctor. Yo podía ver la preocupación en sus ojos, pero también una determinación para enfrentar este nuevo desafío.

—¿Y... cuánto tiempo tendrá que estar aquí? —pregunté de nuevo.

—Depende de cómo responda a los medicamentos y de la gravedad de su condición —respondió el doctor—. Pero como mínimo, tendrá que quedarse unos días para que podamos ajustar su tratamiento y asegurarnos de que esté estable.

Me sentí un poco abrumada por la cantidad de información, pero Alessandro me dio un apretón de manos y me sonrió.

—Estoy bien —susurró—. Estoy en buenas manos.

Me sentí un poco mejor al ver su determinación y optimismo. Sofía seguía esperando en la sala de espera, así que decidí ir a decírselo todo a ella. El doctor me dio permiso para que ambos fuéramos a ver a Alessandro más tarde, después de que hubiera descansado un rato.

Salí de la habitación y me dirigí a la sala de espera, donde Sofía me esperaba con una mirada ansiosa.

—¿Qué pasa? —preguntó de inmediato.

Me senté a su lado y le conté todo lo que el doctor me había dicho. Ella escuchó atentamente, su mirada llena de preocupación.

—Pobre Alessandro —dijo cuando terminé de hablar—. Pero al menos ahora sabemos qué es lo que tiene. Podemos apoyarlo y ayudarlo a superar esto.

Me sentí agradecida por su apoyo y comprensión. Juntas, podríamos enfrentar cualquier desafío que se presentara. Y en ese momento, supe que Alessandro no estaría solo en su lucha contra la epilepsia.

Después de pasar un rato con Alessandro, decidimos regresar a casa. Estábamos agotadas y necesitábamos descansar. Al llegar a casa, nos sentamos en el sofá y nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando del calor y la compañía mutua.

Sofía rompió el silencio después de un rato. —¿Quieres que te acompañe al hospital mañana? —preguntó. —Sí, por favor —respondí—. Me sentiría mejor si estuvieras allí conmigo. Sofía asintió y nos quedamos en silencio de nuevo, disfrutando del calor y la compañía mutua.

Y así, pasamos la noche, disfrutando del calor y la compañía mutua, y sabiendo que siempre estaríamos allí para Alessandro, apoyándolo y ayudándolo en su lucha contra la epilepsia.

Amor a la fuerza | 01 | Finalizada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora