Con el eco de la batalla aún resonando en la vasta sala de la Torre del Vigía, Kira permanecía inmóvil, intentando controlar su respiración agitada. La sensación de derrota era un peso tangible en su pecho. Malakar había escapado, y aunque el enfrentamiento les había dado una muestra del poder oscuro al que se enfrentaban, sabían que el verdadero desafío estaba lejos de terminar.
Yoran se acercó a Kira, su expresión tranquila a pesar de la reciente confrontación. Colocó una mano en su hombro, como si intentara transmitirle algo de su serenidad.
—Esto no ha terminado, Kira, —dijo con calma—. La batalla con Malakar es una guerra de desgaste. No podemos esperar vencerle en un solo encuentro.
Kira cerró los ojos por un momento, asintiendo lentamente. La fuerza física no sería suficiente. Sabía que el entrenamiento con Yoran no solo la había preparado para combates, sino también para mantener su mente clara en medio del caos. Ahora, más que nunca, necesitaba esa claridad.
De repente, el comunicador de Lana se activó con un suave pitido, interrumpiendo el silencio. La voz de Rolan surgió con urgencia desde el otro extremo.
—Kira, Yoran, ¿están bien? —preguntó Rolan, evidentemente preocupado—. Las defensas están desactivadas, pero algo está mal aquí abajo. Nos han seguido. Hay más guerreros de Malakar.
—Estamos bien, —respondió Kira mientras se acercaba a Yoran—. Pero Malakar escapó. Vamos hacia ustedes.
Yoran asintió y comenzaron a descender por la torre, conscientes de que el tiempo estaba en su contra. El regreso por las escaleras de piedra fue silencioso, salvo por los ecos distantes de algún movimiento extraño que sentían tras ellos. Cuando llegaron a la base, vieron a Lana y Rolan esperándolos en el lugar acordado. Alrededor de ellos, se vislumbraban las siluetas de los seguidores de Malakar, moviéndose entre las sombras.
—¿Cuántos son? —preguntó Kira, su mano todavía en el sable de luz.
Lana frunció el ceño. —Demasiados para un enfrentamiento directo. Necesitamos una retirada estratégica.
—¿Retirarnos? —gruñó Rolan—. ¿Dejar que Malakar escape y estos fanáticos se salgan con la suya?
Kira lo miró fijamente, su voz firme pero serena. —Esto no es una retirada definitiva, Rolan. Solo estamos retrasando la confrontación hasta que estemos en una mejor posición. Malakar es más astuto de lo que pensamos. No podemos enfrentarnos a él y sus guerreros en estas condiciones.
Yoran, observando la situación con atención, dio un paso al frente. —Hay una ruta de escape por el norte. Si tomamos esa dirección, podremos despistar a los guerreros y reagruparnos en un lugar seguro.
Lana asintió rápidamente. —Podemos dirigirnos a otra casa franca. Tengo algunos contactos en este sistema que podrían ayudarnos a ocultarnos mientras preparamos el siguiente movimiento.
Sin más discusión, el grupo comenzó su retirada, moviéndose con rapidez y sigilo a través de las ruinas que rodeaban la torre. Los seguidores de Malakar los persiguieron, pero Lana conocía bien las rutas secretas del terreno, y lograron mantenerse un paso por delante de sus perseguidores.
Tras varias horas de marcha, el grupo llegó a una pequeña cueva oculta entre las montañas. Lana había planeado utilizarla como punto de encuentro si algo salía mal, y ahora era su mejor opción para descansar y planificar los próximos pasos.
Dentro de la cueva, el grupo se relajó por primera vez desde el enfrentamiento. Rolan se sentó junto a la entrada, vigilando el exterior, mientras Lana y Kira revisaban los mapas y la información almacenada en la piedra Xink. A pesar del cansancio, el grupo sabía que no podían permitirse bajar la guardia.
Kira se sentó frente a la computadora que habían traído de la casa franca. Colocó la piedra Xink en el lugar indicado y, tras un destello de luz, el mapa del planeta apareció nuevamente ante ellos, mostrando las ubicaciones de los seguidores de Malakar.
—Aquí, —dijo Kira, señalando una de las zonas marcadas en rojo—. Esta es la siguiente base importante de Malakar. Si nos movemos rápido, podemos atacar antes de que reúna más fuerzas.
Lana estudió el mapa con atención, asintiendo. —Pero debemos ser cuidadosos. Malakar sabe que estamos detrás de él. Puede que esto sea una trampa.
Yoran, que había permanecido en silencio hasta ese momento, finalmente intervino. —No debemos subestimar a Malakar, pero tampoco podemos dejar que el miedo nos paralice. La clave está en adelantarnos a sus movimientos. Debemos golpear rápido y con precisión. Si lo hacemos, podemos debilitar sus fuerzas antes de la confrontación final.
Kira miró a sus compañeros, sintiendo una renovada confianza. El miedo que la había invadido durante el combate en la torre había sido reemplazado por una determinación tranquila. Sabía que no podían permitirse más errores, pero también sabía que juntos, con la información y los recursos que habían acumulado, tenían una oportunidad real de detener a Malakar.
Mientras el grupo afinaba los detalles del plan, un pensamiento cruzó la mente de Kira. Todo lo que habían vivido, cada enfrentamiento, cada sacrificio, los había llevado a este momento. La batalla final se acercaba, y ahora estaban mejor preparados que nunca.
Con una mirada decidida, Kira cerró los ojos, conectándose con la Fuerza. A pesar de la oscuridad que los rodeaba, podía sentir la luz dentro de ella, brillando con fuerza. La confrontación con Malakar sería difícil, pero sabía que, pase lo que pase, estaba lista para enfrentarse a él una vez más.
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El Último Guardián de Tython
FanficEl Último Guardián de Tython cuenta la historia de Kira, una intrépida exploradora y cazadora de tesoros obsesionada con los secretos Jedi y las antiguas leyendas de la Fuerza. Cuando encuentra un holocrón Jedi en ruinas olvidadas, desata sin saberl...