Después de aquel momento trascendental en el corazón del templo, el grupo se había quedado unos minutos en un silencio reflexivo, procesando todo lo que había sucedido. Kira seguía sosteniendo el sable de luz de Dorin, sintiendo su peso y su legado, no solo como un arma, sino como un símbolo de todo lo que estaba en juego. La calma que había invadido la sala tras la desaparición de las figuras espectrales contrastaba con la sensación de urgencia que ahora se había instalado en su pecho. Sabía que lo que habían descubierto solo era el principio.
Lana fue la primera en romper el silencio.
—Entonces, ¿qué fue exactamente lo que viste? —preguntó, cruzando los brazos y observando a Kira con interés—. Porque no fue solo un desafío de la Fuerza, ¿verdad? Sentí algo más. Algo más oscuro.
Kira asintió lentamente, sus ojos aún enfocados en el lugar donde había estado el holocron. —No era solo una prueba. El templo… estaba conectado con algo mucho más grande. Vi fragmentos de historia y visiones del futuro, de conflictos que aún están por venir. Algo oscuro se está moviendo en la galaxia, más allá de los cultistas que seguimos. Hay una amenaza mayor, una que está creciendo.
—Más grande que Malakar y sus fanáticos —dijo Rolan, frunciendo el ceño mientras mantenía su bláster cerca de su cintura—. ¿Cómo es posible? Pensé que él era el gran villano en todo esto.
—Es más complicado que eso, —respondió Kira—. Malakar es solo una pieza del tablero. Alguien o algo está manipulando desde las sombras. Los recuerdos del templo resonaban en su mente, mostrándole la imagen de una figura envuelta en tinieblas, una presencia que no había logrado comprender del todo. Y temo que ni siquiera los Jedi del pasado entendían completamente lo que enfrentaron.
—Genial —resopló Lana—. No solo tenemos a un Sith loco intentando resucitar, sino que ahora hay algo peor. No me gusta este trabajo, Kira. Me uní porque era una simple caza de artefactos, no para salvar la galaxia.
—Ninguno de nosotros esperaba esto, Lana —contestó Kira con voz suave, pero firme—. Pero ahora tenemos una responsabilidad. No podemos simplemente dejarlo y seguir con nuestras vidas. No cuando sabemos lo que está en juego.
Rolan, siempre pragmático, dio un paso adelante. —Bien, entonces, ¿cuál es el siguiente movimiento? Tenemos el holocron, sabemos que hay más en juego, pero necesitamos un plan. No podemos enfrentarnos a esta amenaza solos.
—Hay algo más que vi en esas visiones, —dijo Kira, girándose hacia ambos, con un brillo determinado en los ojos—. Arkania. Necesitamos ir allí.
—Arkania, el planeta de los cristales Kyber y los científicos locos —comentó Lana, con un deje de ironía en su tono—. ¿Por qué Arkania?
—Dorin me habló una vez de ese lugar, —explicó Kira, recordando las palabras de su maestro caído—. Hay un enclave Jedi perdido allí, uno que fue olvidado hace mucho tiempo. No está registrado en los archivos más recientes, pero si lo que vi es cierto, hay respuestas ocultas en Arkania. Es posible que haya algo que nos ayude a entender mejor esta amenaza. Además, los Arkanienses tienen un conocimiento profundo de la Fuerza, aunque no todos sean usuarios.
Lana miró a Rolan, y ambos intercambiaron miradas de resignación. —Bueno, ya estamos en esto —dijo Lana finalmente, ajustándose su cinturón de herramientas—. ¿Por qué no ir a un planeta helado lleno de misterios Jedi? Suena perfecto para lo que hemos vivido últimamente.
El grupo se dispuso a abandonar el templo. Con una última mirada hacia el lugar donde Dorin había caído, Kira sintió una oleada de gratitud hacia su maestro. Sabía que, de algún modo, su espíritu aún los guiaba. La Fuerza seguía tejiendo los destinos de todos, y aunque la sombra de Malakar era grande, la luz de Dorin aún brillaba a través de ella.
Días después, en el espacio cercano a Arkania…
El espacio profundo siempre tenía una quietud inquietante, y el sistema de Arkania no era una excepción. Desde la cabina de su nave, Kira observaba cómo el planeta blanco y helado se hacía cada vez más grande en la pantalla. Su atmósfera gélida y sus tormentas perpetuas hacían del planeta un lugar peligroso, pero no había alternativa.
—Nos estamos acercando —informó Rolan, mientras ajustaba los controles—. Los sensores muestran algunas señales de vida dispersas, pero no hay mucho más. Esto está más vacío de lo que esperaba.
—Eso es bueno, —respondió Lana, revisando su equipo de caza—. Cuanto menos tráfico, menos problemas. Pero no bajes la guardia. Algo me dice que este lugar tiene más secretos de los que muestra.
La nave descendió a través de la atmósfera turbulenta de Arkania, enfrentándose a vientos que podrían haber destrozado cualquier nave no preparada. Después de lo que parecieron horas de maniobras difíciles, finalmente encontraron un pequeño valle protegido entre montañas de hielo, lo suficientemente lejos de los asentamientos principales como para no atraer atención no deseada.
—Estamos aquí, —dijo Kira mientras miraba por la ventana—. Este es el lugar donde comienza nuestra búsqueda.
La primera impresión al salir de la nave fue el frío intenso. El viento cortante de Arkania mordía su piel a través de las capas de protección. Lana fue la primera en quejarse.
—¿Por qué no pudimos ir a un planeta tropical para variar? —refunfuñó mientras ajustaba su equipo térmico—.
—Los Jedi nunca escondían sus secretos en lugares fáciles de encontrar, —respondió Rolan, intentando mantener el ánimo—. Es parte del desafío, supongo.
Guiada por las sensaciones que la Fuerza le daba, Kira lideró al grupo hacia las montañas. La entrada al antiguo enclave Jedi no era evidente a simple vista, pero las visiones que había tenido en el templo y su conexión con la Fuerza le dieron pistas sutiles. Siguieron caminando durante horas, enfrentando el frío y las ventiscas, hasta que finalmente, después de rodear una colina particularmente escarpada, encontraron lo que estaban buscando.
Una entrada de piedra, erosionada por el tiempo y la naturaleza, pero claramente de origen Jedi, se alzaba ante ellos. Estaba oculta entre las rocas y el hielo, invisible para cualquiera que no supiera exactamente dónde buscar.
—Esto es, —murmuró Kira, acercándose con cautela—. El enclave perdido de los Jedi en Arkania.
Lana observó la estructura con una mezcla de admiración y precaución. —¿Y qué se supone que hay aquí? ¿Otra prueba de la Fuerza?
—No lo sé, —respondió Kira, sintiendo el eco de la energía del lugar—. Pero lo que encontremos aquí será clave para lo que viene.
El grupo se adentró en la oscuridad del antiguo enclave Jedi, sin saber que lo que les esperaba no solo desenterraría secretos del pasado, sino que también pondría a prueba sus propios límites, tanto físicos como espirituales. El viaje apenas comenzaba, y en las profundidades heladas de Arkania, nuevas revelaciones los aguardarían, con consecuencias que podrían cambiar el curso de la galaxia para siempre.
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El Último Guardián de Tython
FanfictionEl Último Guardián de Tython cuenta la historia de Kira, una intrépida exploradora y cazadora de tesoros obsesionada con los secretos Jedi y las antiguas leyendas de la Fuerza. Cuando encuentra un holocrón Jedi en ruinas olvidadas, desata sin saberl...