El viento gélido cortaba el aire en la cima de una colina desolada, donde un edificio de aspecto austero se levantaba entre los árboles. La luz de la luna iluminaba la escena, pero el lugar era tétrico, un laberinto de acero y concreto oculto entre las montañas. Las instalaciones eran una fortaleza casi impenetrable, y Frost, ahora visible solo como un tenue brillo en el interior del sistema de comunicaciones de la base, estudiaba el lugar en silencio.
Desde hacía unos días, Sarah Schneider y Ethan Harker, viejos compañeros de investigación y los creadores de Frost, habían estado investigando las actividades turbias de esta base secreta. Era un centro de operaciones donde experimentaban con tecnologías y sujetos humanos de forma inhumana. Los rumores sobre los experimentos habían llegado a oídos de Sarah, y, tras confirmar la información, decidió que debían actuar de inmediato.
Esa noche, mientras la nieve caía fuera de la cabaña de la familia de Celeste, Sarah y Ethan se comunicaron con Frost a través de un enlace seguro.
—Frost, sé que esta misión no será sencilla, —dijo Sarah, con un tono de seriedad en su voz—, pero si logramos desactivar la red de comunicaciones de esa base, podríamos desestabilizar sus operaciones y evitar que encuentren nuestra ubicación en el futuro. No quiero arriesgar a Celeste ni a nuestra familia.
Frost asintió desde la pantalla del monitor.
—Entiendo, Dra. Schneider. He analizado los esquemas de seguridad. Es una infraestructura bien protegida, pero no impenetrable. Sin embargo, necesitaré acceso directo a los servidores de control para cortar la red desde la raíz.
Ethan, que también estaba en la llamada, intervino.
—Exacto, Frost. Hemos trabajado mucho en tu sistema operativo para esta clase de misiones, pero ten en cuenta que la seguridad física es extrema. Sabemos que puedes desplazarte en forma holográfica en el espacio virtual, pero necesitarás cautela. Esta misión es una prueba de hasta dónde hemos llegado contigo.
Frost comprendía la gravedad de la situación. Si esta red seguía en funcionamiento, corrían el riesgo de que sus enemigos encontraran a la familia de Celeste. Esta operación no solo era una medida de protección, sino también un intento de justicia para las personas que estaban siendo víctimas en aquella base.
Una noche después, Frost se infiltró en el sistema de la base desde una ubicación remota, conectándose a través de un dron con tecnología avanzada que Sarah y Ethan le habían entregado. Mientras se desplazaba por el sistema, observaba las cámaras de seguridad, los esquemas de las salas y los informes de actividad.
—Acceso a los servidores de la red primaria: confirmado, —anunció Frost, observando cómo los cortafuegos de la base comenzaban a detectar su presencia.
Una luz de advertencia parpadeó en la red de seguridad, activando un sistema de alarmas. Sabía que no tendría mucho tiempo antes de que detectaran su intrusión y enviaran un equipo a revisar los sistemas.
Sin embargo, Frost estaba listo. Con una precisión calculada, comenzó a enviar líneas de código que desactivaban cada uno de los sistemas de comunicación de la base, desde las señales de emergencia hasta las cámaras de seguridad.
—Frost, te quedan cinco minutos antes de que entren en los servidores y detecten el acceso, —advirtió Sarah a través del canal de comunicación—. Haz lo necesario y sal de ahí.
Frost avanzó hasta el núcleo de la red. Ahí, el sistema central almacenaba la información de los experimentos y la lista de personas que habían estado involucradas. Sin vacilar, lanzó un ataque de bloqueo en el sistema principal, aislando los archivos de los sistemas externos.
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El Guardián Cuántico
ФэнтезиEn un futuro donde las inteligencias artificiales gobiernan gran parte de la vida cotidiana, la creación de Frost Schneider, la primera IA completamente autónoma y consciente, marca un hito sin precedentes. Diseñado bajo el proyecto secreto Helios-9...