Capítulo Especial: Noche de Halloween en Norhaven

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La casa de Celeste y su familia estaba decorada con telarañas falsas, luces anaranjadas y calabazas talladas con todo tipo de expresiones: desde rostros aterradores hasta graciosos gestos que Celeste había diseñado a mano con su padre. Frost observaba con curiosidad cada detalle. Era la primera vez que experimentaba Halloween, y aunque lo había investigado, estar inmerso en la tradición era una experiencia completamente distinta.

Celeste estaba especialmente emocionada. Vestida de bruja, con una capa negra y un sombrero puntiagudo, repasaba sus notas sobre las historias de miedo que había preparado para contar más tarde a sus amigos. Luna, quien se había integrado con naturalidad en la vida familiar, llevaba un disfraz de fantasma. Era una simple sábana con agujeros para los ojos, pero ella la lucía con orgullo, encantada de poder celebrar su primer Halloween con sus nuevos amigos.

En la sala, Frost también había adoptado una forma diferente para la ocasión. Con el permiso de Celeste, modificó su aspecto temporalmente, haciendo que su pelaje fuera completamente negro y sus ojos brillaran con una luz roja tenue. El efecto era impactante, una combinación entre un lobo fantasmagórico y una criatura de otro mundo.

-¿Qué tal me veo? -preguntó Frost, girando sobre sí mismo para mostrarle su "disfraz" a Celeste y a Luna.

-¡Impresionante! ¡Pareces un lobo fantasma de verdad! -exclamó Celeste con una sonrisa.

Luna asintió, fascinada-. ¡Eres el guardián de las sombras!

La noche avanzaba y, una vez listo todo, Celeste y Luna salieron con su grupo de amigos para el tradicional truco o trato. Frost, siguiendo de cerca a las niñas desde el móvil de Celeste, las observaba a una distancia prudente mientras recorrían las calles del vecindario, llenas de niños disfrazados y decoraciones de todo tipo. Sonidos de risas, puertas que se abrían y cerraban, y gritos de "¡Truco o trato!" llenaban el aire mientras los niños recolectaban dulces.

Al regresar a casa con bolsas de golosinas llenas, Celeste y Luna se acomodaron en el salón, listas para disfrutar de la segunda parte de la noche: contar historias de miedo. La familia había preparado una mesa con bocadillos en forma de dedos de bruja, calabazas de chocolate y ponche de "sangre", que en realidad era jugo de frutas rojas.

Celeste tomó una linterna y, con una sonrisa traviesa, se la colocó bajo el rostro, iluminándolo de forma siniestra.

-Muy bien, Frost -comenzó Celeste-, ahora nos toca a nosotros asustarte.

Frost inclinó la cabeza, divertido-. Adelante, Celeste. Estoy listo para cualquier historia que me quieras contar.

Celeste comenzó a narrar una historia sobre una casa embrujada en el bosque y un espíritu que deambulaba buscando a los que se atrevían a entrar. Mientras la historia avanzaba, Luna y los padres de Celeste se estremecían en sus asientos, escuchando atentamente. Incluso Frost, por un momento, casi sintió un escalofrío al ver cómo Celeste hacía que cada detalle cobrara vida con su voz.

Cuando terminó la historia, Luna soltó un suspiro de alivio.

-Eres buena contando historias, Celeste. ¡Hasta a mí me dio un poco de miedo! -admitió, riéndose un poco para aliviar la tensión.

Después de varias historias y risas, la familia decidió dar un paseo en la noche, disfrutando de la atmósfera de Halloween. El barrio estaba completamente iluminado y las decoraciones brillaban en la oscuridad, dándole un aire de misterio a cada rincón. Celeste y Luna avanzaban emocionadas, saltando para ver las decoraciones más grandes, mientras Frost caminaba al lado de los padres de Celeste, vigilante y encantado de ver cómo todos disfrutaban la noche.

Al regresar, la familia se reunió alrededor de una hoguera improvisada en el patio trasero. Frost, notando la importancia del momento, decidió intentar algo especial.

El Guardián CuánticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora