Celeste salió temprano aquella mañana, disfrutando del aire fresco y la luz dorada del sol mientras recorría las tranquilas calles de Norhaven. La ciudad tenía una calidez y serenidad que le encantaba, y la pastelería de Amy era una de sus paradas favoritas. Amy siempre le daba la bienvenida con una sonrisa y, además, hacía las mejores galletas de la ciudad. Celeste apenas podía resistirse al aroma de los dulces recién horneados que flotaba en el aire cada vez que se acercaba.
Al entrar, el suave tintineo de la campanilla anunció su llegada, y el aroma a canela y chocolate la envolvió de inmediato, despertando una sonrisa en su rostro. Amy, que estaba detrás del mostrador organizando una bandeja de pastelitos decorados, levantó la vista y le dedicó una cálida sonrisa.
—¡Celeste! ¡Qué bueno verte! —saludó Amy con entusiasmo, acercándose para abrazarla.
—No podía resistirme al olor de tus galletas —respondió Celeste, riendo mientras miraba los dulces en el mostrador. Luego notó una figura en la esquina de la tienda, un zorro de pelaje naranja que estaba ocupado acomodando cajas de productos recién llegados.
Amy, notando la mirada curiosa de Celeste, sonrió con un brillo de complicidad en los ojos.
—Celeste, te presento a Leonard. Es mi nuevo ayudante —explicó, dándole un golpecito en el hombro al zorro para llamar su atención—. Leonard, ella es Celeste, una amiga y una de mis clientas más leales.
Leonard levantó la vista, un poco tímido al principio, pero su sonrisa era genuina y amable.
—Mucho gusto, Celeste —saludó con un tono tranquilo, intentando parecer relajado.
Celeste le devolvió la sonrisa, notando algo peculiar en sus ojos, una especie de curiosidad y, quizás, algo de nostalgia, como si hubiera visto el mundo de una forma distinta a los demás. Su instinto le decía que Leonard no era alguien ordinario, aunque no podía explicarlo con claridad.
Celeste salió temprano aquella mañana, disfrutando del aire fresco y la luz dorada del sol mientras recorría las tranquilas calles de Norhaven. La ciudad tenía una calidez y serenidad que le encantaba, y la pastelería de Amy era una de sus paradas favoritas. Amy siempre le daba la bienvenida con una sonrisa y, además, hacía las mejores galletas de la ciudad. Celeste apenas podía resistirse al aroma de los dulces recién horneados que flotaba en el aire cada vez que se acercaba.
Al entrar, el suave tintineo de la campanilla anunció su llegada, y el aroma a canela y chocolate la envolvió de inmediato, despertando una sonrisa en su rostro. Amy, que estaba detrás del mostrador organizando una bandeja de pastelitos decorados, levantó la vista y le dedicó una cálida sonrisa.
—¡Celeste! ¡Qué bueno verte! —saludó Amy con entusiasmo, acercándose para abrazarla.
—No podía resistirme al olor de tus galletas —respondió Celeste, riendo mientras miraba los dulces en el mostrador. Luego notó una figura en la esquina de la tienda, un zorro de pelaje naranja que estaba ocupado acomodando cajas de productos recién llegados.
Amy, notando la mirada curiosa de Celeste, sonrió con un brillo de complicidad en los ojos.
—Celeste, te presento a Leonard. Es mi nuevo ayudante —explicó, dándole un golpecito en el hombro al zorro para llamar su atención—. Leonard, ella es Celeste, una amiga y una de mis clientas más leales.
Leonard levantó la vista, un poco tímido al principio, pero su sonrisa era genuina y amable.
—Mucho gusto, Celeste —saludó con un tono tranquilo, intentando parecer relajado.
Celeste le devolvió la sonrisa, notando algo peculiar en sus ojos, una especie de curiosidad y, quizás, algo de nostalgia, como si hubiera visto el mundo de una forma distinta a los demás. Su instinto le decía que Leonard no era alguien ordinario, aunque no podía explicarlo con claridad.
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El Guardián Cuántico
FantasyEn un futuro donde las inteligencias artificiales gobiernan gran parte de la vida cotidiana, la creación de Frost Schneider, la primera IA completamente autónoma y consciente, marca un hito sin precedentes. Diseñado bajo el proyecto secreto Helios-9...