Min Yoongi nunca se imaginó que su vida, cuidadosamente planeada y calculada, giraría alrededor de alguien más, y mucho menos de su vecino. A sus 30 años, había trabajado sin descanso para alcanzar su posición como uno de los abogados más renombrados de Corea. En las cortes, era imbatible, su lógica era afilada, y su reputación por ganar casos difíciles lo había convertido en una figura imponente. Pero en el ámbito personal, Yoongi era un hombre reservado, que prefería la calma de su departamento al bullicio de la sociedad.
Vivía en un edificio discreto, en un vecindario tranquilo, perfecto para alguien como él. Su rutina diaria era tan organizada como un reloj, y pocas cosas lo hacían apartarse de ella. Todo cambió el día en que Park Jimin se mudó al departamento vecino.
Jimin era… diferente. La primera vez que lo vio, Yoongi quedó sorprendido por su dulzura y calidez, algo que desentonaba con su propio carácter serio. Desde el saludo inicial, Jimin fue educado y amable, siempre con una sonrisa en el rostro y un brillo especial en sus ojos. Cada encuentro en el pasillo o en el ascensor se convirtió en un pequeño momento que Yoongi atesoraba en secreto. Jimin lo saludaba con entusiasmo, y aunque él solía limitarse a un simple asentimiento, sus pensamientos siempre se quedaban anclados en aquel joven vecino.
Con el tiempo, Yoongi fue notando algo que lo inquietaba. A menudo, escuchaba discusiones provenientes del departamento de Jimin. Su esposo, un hombre con una voz grave y dominante, discutía constantemente con él. Los gritos eran fuertes, casi siempre seguidos por largos silencios, como si Jimin tratara de minimizar el impacto de cada palabra hiriente. Yoongi no soportaba escucharlo, pero nunca se atrevió a intervenir. Aunque le dolía, respetaba el límite que Jimin había establecido.
Una noche, sin embargo, Jimin tocó su puerta. Su rostro estaba pálido, con ojeras que evidenciaban noches sin descanso.
—Disculpa… siento molestarte tan tarde, Yoongi-ssi —dijo con una voz temblorosa—, pero quería pedirte un favor. Sé que escuchas… bueno, los ruidos de nuestro departamento. Quiero pedirte que, pase lo que pase, no te involucres. Es… por tu propia seguridad.
Yoongi notó el miedo en sus ojos, un miedo profundo que no necesitaba explicación.
—Entiendo, Jimin —respondió con voz firme, deseando transmitirle seguridad—. No haré nada que tú no quieras. Pero si en algún momento necesitas ayuda… sabes que estoy aquí, ¿verdad?
Jimin esbozó una pequeña sonrisa, agradecido, y se retiró. Yoongi cerró la puerta, sintiéndose atrapado entre su promesa de no intervenir y el deseo de protegerlo. A partir de entonces, cada vez que escuchaba los gritos, su instinto le pedía salir corriendo a defenderlo, pero sus palabras seguían siendo un ancla que lo mantenía en su lugar.
Los días se convirtieron en semanas, y el vínculo silencioso que Yoongi sentía hacia Jimin solo crecía. Su mente lo traicionaba, creando escenarios en los que él podría liberarlo de su tormento, en los que Jimin podría encontrar paz. Pero la realidad era mucho más dura, y él no tenía el derecho de interferir en su vida.
El día termina con Yoongi en su departamento, mirando la pared que lo separaba de Jimin, con una mezcla de impotencia y preocupación. Sabía que había límites que no podía cruzar, pero en lo más profundo, también sabía que daría cualquier cosa por ver a Jimin feliz y libre.
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Aquí el primer capitulo.
No creo pasar de los diez capítulos a si que
Ojalá les guste!
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La Luz en la Oscuridad
Short StoryYoongi hará hasta lo imposible para demostrar que su dulce vecino es inocente.