Capitulo 3: Las Acusaciones

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Las palabras de Jimin parecieron reverberar en el aire, desafiando toda lógica. Yoongi, quien había enfrentado algunos de los casos más brutales y complejos, nunca se había sentido tan desorientado. Miró a Jimin, observando el cansancio en su rostro, las sombras bajo sus ojos y el temblor en sus manos.

—¿Qué estás diciendo, Jimin? —murmuró Yoongi, sin apartar la vista de él.

Jimin desvió la mirada, su voz rota y casi inaudible.

—Él iba a matarme, Yoongi. —Tomó un respiro tembloroso, como si reunir las palabras fuera una carga dolorosa—. La noche en que se fue, tuvimos una pelea más intensa que de costumbre. Me amenazó, me dijo que nadie se atrevería a ayudarme y que, si trataba de dejarlo, me encontraría sin importar dónde estuviera.

Yoongi cerró los ojos, tratando de contener la ira que se gestaba en su interior. Quería gritar, quería haber intervenido esa noche, pero también entendía que, en ese momento, lo que Jimin necesitaba no era su culpa, sino su apoyo.

—Fue un accidente… —continuó Jimin, su voz cada vez más frágil—. Yo solo intenté defenderme. Él perdió el control y… y yo también. Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde.

Yoongi tomó una profunda bocanada de aire, enfocando toda su concentración en pensar con claridad. Estaba en un dilema: como abogado, sabía lo que debía hacer; como hombre, sabía que debía proteger a Jimin, sin importar las circunstancias.

—Entonces, lo que sucedió fue defensa propia —declaró Yoongi, dejando entrever la primera chispa de esperanza en su voz—. Y eso es lo que probaremos en la corte. Porque tienes derecho a defenderte, Jimin, y yo te voy a ayudar.

Los días que siguieron fueron una mezcla de declaraciones públicas y señalamientos constantes. Los medios no tardaron en pintar una imagen distorsionada de Jimin, de esa "esposa indefensa que acabó por destruir a su propio esposo". Los titulares hablaban de "crimen pasional", y cada programa de televisión parecía tener su versión de los hechos. Yoongi, a pesar de ser el abogado de Jimin, no escapó de los rumores. Las personas cuestionaban su lealtad, insinuando que solo defendía a Jimin porque estaba "enamorado de él".

Durante la preparación para el juicio, Yoongi visitaba a Jimin constantemente, tratando de reforzar su confianza. Sabía que cada palabra, cada testigo y cada evidencia serían cruciales, especialmente en un caso tan mediático y lleno de prejuicios.

—Jimin, vamos a enfocarnos en los hechos —dijo Yoongi un día, mientras revisaban los detalles de la noche de la tragedia—. Necesito que recuerdes todo, cada palabra, cada movimiento. Lo que hagamos de ahora en adelante será determinante para tu libertad.

Jimin lo miró con ojos llenos de duda.

—¿Realmente crees que alguien va a escucharme, Yoongi? Todos ya creen que soy culpable.

—No voy a permitir que te conviertan en el monstruo que quieren que seas —contestó Yoongi, con voz baja pero firme—. Confía en mí, Jimin. No importa lo que digan, vamos a exponer la verdad.

Con el juicio acercándose, Yoongi construyó su estrategia cuidadosamente. Sabía que, para ganar, debía no solo presentar a Jimin como una víctima de abuso, sino también exponer cómo el sistema y la sociedad habían fallado en protegerlo. Se enfocó en encontrar testigos que pudieran hablar sobre las veces que Jimin buscó ayuda o mencionó el miedo que le tenía a su esposo.

Cada día, sin embargo, era una lucha emocional. Jimin a menudo se derrumbaba al recordar los eventos y revivir el miedo y el dolor de su relación. Yoongi lo apoyaba, dándole el espacio para llorar cuando lo necesitaba y asegurándole que todo valdría la pena. Entre ellos comenzó a formarse una conexión más profunda, una confianza que iba más allá de lo profesional, y aunque ninguno lo decía en voz alta, ambos sabían que ese vínculo era lo que les daba la fuerza para enfrentar lo que venía.

Yoongi observaba el amanecer desde la ventana de su oficina. Sabía que los días siguientes serían brutales, que su habilidad como abogado sería puesta a prueba como nunca antes. Pero mientras pensaba en Jimin, se prometió a sí mismo que no solo demostraría su inocencia, sino que también le daría la libertad que siempre había merecido.

La Luz en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora