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De alguna forma, Giyū, Obanai y Sanemi llegaron en silencio a su destino. Ninguno sin ser capaz de decir algo, a excepción de Shinazugawa, quien se ha enfrascado en preguntar o decir pequeñas burlas sobre los más bajos.

—Diablos, lo decía de broma, jamás pensé que de verdad fuesen novios.— Se sienta en el suelo el albino, justo en medio de ambos niños, sin importarle estar siendo mal tercio.

Los azabaches tendrán que soportar su presencia quieran o no, eso lo sabía Obanai muy bien porque conoce a Shinazugawa, sabe que no los dejará en paz y lo detesta, no llevaba ni un par de días teniendo está especie de "relación" con Giyū para que viniera el muy idiota de Sanemi a arruinarlo.

Le había dicho cosas un poquito feas, sobretodo si se toma en cuenta la sensibilidad del mayor, ¡Pero Tomioka tampoco tenía derecho de decir que daba asco besarlo! Iguro lo dijo por actuar, Giyū debía saber que era falso.

Es decir, Obanai sabe que lo que dijo Tomioka es falso, aún así eso no le da el derecho de decirlo. Le molesta, el hecho de saber que es mentira lo molesta aún más.

Además, que tenga la confianza de decir sus cosas al frente de Shinazugawa, quien es otro idiota, no lo deja calmarse.

Obanai mira sutilmente al de ojos azules, quien casualmente también lo estaba mirando y hacen contacto visual, ambos sintieron mariposas en el estómago y disfrutaron de la sensación, se sonrieron un segundo antes de caer en cuenta que están peleados, se hicieron unas muecas y dejaron de verse.

—Tomioka y yo no somos novios.— Acusa el bicolor cruzando sus brazos.

—No digas eso.— Dice Giyū con las cejas arrugadas.— Sí somos novios, Iguro.

El azabache reconocía no haberse preguntado nada, pero los besos ya son suficiente confirmación para él.

—Jamás me preguntaste tal cosa.— Dice ofendido, incapaz de voltear y ver la expresión de los más altos.

—Oh, bueno...— Tomioka se toma un segundo, aclara su garganta.— ¿Quieres ser mi novio, viborita?— A decir verdad, a Giyū poco le importaba la presencia del albino.

Sanemi se puso una mano en la boca evitando reírse,

Iguro siente un escalofrío, se gira y ve como Tomioka lo miraba esperando una respuesta de manera impaciente. Su rostro se sonroja recordando la presencia de Sanemi a un costado, a punto de aceptarlo, pero eso es un pensamiento fugaz porque distingue en la mirada de Giyū molestia.

Si le va a pedir ser su novio que por lo menos cambie esa cara de rata.

—Me preguntaste nomás porque yo te dije, así no vale, tonto.— Se niega a dar una respuesta y vuelve a su estado ofendido.

—Iguro, deja de quejarte, por esa actitud solo me tienes a mí como amigo.— Sanemi expresa con cansancio, hace una queja molesta y le da un golpe con el hombro al nombrado.— Eres insoportable.

¿Ahora por qué Sanemi se ponía del lado del idiota?

Iguro se molesta aún más, alejándose de los otros para pasar su mal humor él solito. Empezó a maldecir a todos, a excepción de Tomioka, a él simplemente le decía bobo de vez en cuando, cada vez que su cerebro le recordaba que le había pedido ser su novio.

Lo rechazó, como era de esperarse, decidió que Giyū tendrá que volverle a preguntar y, justo en ese momento, decirle que sí. Con que sea lejos de los ojos curiosos de Shinazugawa, Obanai se sentiría bien.

Hablando de sentirse bien, había algo que lo atormentaba mucho más que su situación actual. Ese estúpido proyecto, será después de receso, Shinazugawa le había pedido que lo ayudara a estudiar, Giyū, quien era el más importante al ser su pareja, confesó no haberse aprendido su parte.

Y los pobres imbéciles sentados perdiendo el tiempo.

—Ey, rata.— Llamó, prefiriendo abreviar su apodo al considerarlo muy largo.

Sanemi y Giyū lo miraron, cada uno con sus propias razones del porqué creyeron que lo estaban llamando a ellos.

—Vamos a estudiar, dentro de poco va a sonar el...

El sonido de la campana lo interrumpió y los tres se miraron entre si.

—... Timbre...— Termina de hablar, odiando como perdió el tiempo, ni siquiera había desayunado.— Bueno, al menos yo ya estudie.

Todo por culpa del profesor Michikatsu, lo retuvo mucho tiempo, después el idiota de Sanemi que los empezó a seguir como pulga y ahora por la pequeña confrontación que tuvo con Tomioka.

De nuevo, todos son estúpidos, del enojo hasta él mismo se consideraba estúpido.

—Yo... Yo no estudié.— Confesó Giyū jugando con sus manos, viendo de reojo como Obanai no cambiaba su expresión, ya lo sabía, igual se sintió apenado.— Lo siento...

—Yo ni siquiera me fijé si mi pareja vino o hizo algo.— Confesó Shinazugawa con tranquilidad, como si de todas formas tuviera la certeza de aprobar.

Iguro suspiró, por milésima vez en la mañana, preguntándose cómo es que esos dos estaban en su mismo año.

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•-Notas en clase-•GiyuOba•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora