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Tomioka no puede dejar de mirar a Iguro y la forma en la que se ve tan lindo concentrado en su libreta, calculando alguna cosa muy inteligente para el cerebro un poco lento de Giyū.

Miró el ramo de flores que Iguro se había ocupado en mantener cerca de él y agarrarlo en cada pequeño descanso que se daba, Giyū se sentía feliz por ser capaz de ver el gusto sincero por el ramo en los ojos de Obanai.

Estaba un poco más seguro consigo mismo, gracias al apoyo de su hermana y la cercanía que aún mantenía Obanai a pesar de saber sus sentimientos hacia él, Tomioka comenzó a pensar que era correspondido.

Ese pensamiento lo ponía de aún mejor humor, perdiéndose en sus propias fantasias hasta que escuchó un quejido de molestia proveniente del menor. Tomioka se alarmó enseguida.

—¿Qué pasa? ¿necesitas ayuda?— De pronto un poco de culpa se instaló en la cabeza de Giyū, sintiéndose inútil por dejarle la parte más complicada a Obanai.

Iguro en cambio se tranquilizó por la voz de Tomioka, respirando ondo intentando ignorar su frustración.

—No, no, no.— Negó repetidamente.— Yo hago esto, después de todo tú pintaste el cohete.— Señaló con el dedo a una dirección a lazar.

Giyū miro el cohete, avergonzadose de la manera tan fea y poco prolija que había hecho su parte, Iguro le dijo que estaba bonito y se había sentido bien con eso pero ahora que lo ve seriamente se dió cuenta que esas palabras eran mentira, lo dijo para no hacerlo sentir mal.

Aunque Giyū no sabía que Obanai verdaderamente pensó que quedó lindo pues el niño nunca mentiría con algún tema escolar, por tanto el gusto al cohete venía directamente de su corazón.

—¿En serio no quieres ayuda?— Indagó otra vez Giyū intentado acercarse al cuaderno.

—No Tomioka, no es por ofender...— Comenzó, dejando de lado su tarea para mirar dulcemente al chico.— Pero tu ayuda en esto sería más un estorbo.

—¡Ey!— Chilló, incapaz de dar una negación a sus palabras más allá de falsa ofensa.— No lo digas así, en serio quiero ayudarte.

Iguro suspiró, bastante frustrado por su propia ineptitud.

—Esta bien, a ver, ¿Tienes NaHCO y ácido acético? Los necesito si queremos hacer un despegue de gas.

Tomioka ladeó la cabeza, espero unos segundos dónde pensó y medito seriamente sobre lo que le habían pedido.

—No sé qué son esas cosas.— Jugó con sus dedos tímido, avergonzado de probablemente no tener lo que Iguro quiera.

Tal vez lo que Obanai pidió sea algo demasiado peligroso que no se tendría comúnmente en una casa y en su lugar estaría en un laboratorio de máxima seguridad, pero aún así eso no quita que Iguro le pidió algo a Giyū y esté no sepa qué es para dárselo.

La risa de Iguro hizo que Giyū se sonrojara y volviera a sentirse lleno de mariposas.

—¡Lo siento! NaHCO es bicarbonato y ácido acético es vinagre, ¿ves que eres muy bobito para esto?— El cuaderno lo dejó en el suelo junto con el lápiz, llevando su mano para tapar su boca ignorando que ya tenía su mascarilla para cubrirse.— Fue una broma, ¡perdóname! No quise decir eso.

Tomioka no le vio gracia al chiste, en su lugar se quedó con las cejas arqueadas  hacia abajo y los ojos puestos en el Iguro risueño mientras pensaba en cual es la necesidad de llamar a las cosas por nombres complicados, no era la primera vez que lo hacía, tampoco era la primera vez que le decía "bobito". No se ofendia, en realidad le agradaba ver a Obanai riéndose pero no negaría que era malo con los chistes.

•-Notas en clase-•GiyuOba•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora