capitulo 26 : Trazando un plan

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Narra Alice

El alivio por haber salido de esa pesadilla apenas duró unos minutos. Sabíamos que aún no habíamos ganado, porque Jacob, Josh, Liam y los demás niños seguían desaparecidos. aquella casa solo había sido el principio, una advertencia de que lo que venía sería mucho más peligroso.

—¿Y ahora qué? —preguntó Roger, rompiendo el silencio. Sus ojos seguían reflejando el miedo, pero había algo más allí: una chispa de esperanza. Tal vez por primera vez sentíamos que había una salida.

Me senté en el césped húmedo, mirando el diario que aún sostenía como si fuera una bomba a punto de explotar. Zack se inclinó a mi lado, y juntos revisamos las páginas de nuevo, en busca de algo que habíamos pasado por alto.

—Necesitamos un plan —dije al fin, con voz firme.

Hannah, que había estado en silencio todo este tiempo, dio un paso al frente.

—Si esos niños siguen vivos, no podemos perder tiempo. Tenemos que averiguar dónde están. Aquella casa no los tiene... pero quien los tomó nos está dando pistas. Este diario es una de ellas.

Zack asintió, con esa expresión grave que solía poner cuando las cosas se ponían serias.

—Lo que sea que haya hecho desaparecer a esos chicos, no quiere que lleguemos hasta ellos. Nos va a intentar confundir otra vez, jugar con nuestras mentes.

—Entonces lo primero es asegurarnos de que ninguno de nosotros pierda la cabeza —añadió Roger, frotándose las sienes como si temiera que sus pensamientos fueran a traicionarlo.

El diario tenía que tener más respuestas. Pasé rápidamente las páginas, y una nota escrita en tinta roja llamó mi atención. No estaba allí antes.

“El punto de encuentro no es un lugar. Es un momento. Cuando las campanas toquen y la luna caiga, se abrirá la puerta.”

Mis ojos se encontraron con los de Zack. Ambos comprendimos la gravedad de esas palabras al mismo tiempo.

—¿Qué campanas? ¿Qué significa que "la luna caiga"? —preguntó Leo, desesperado.

—Es esta noche —murmuré, sintiendo cómo mi pecho se oprimía—. Debemos llegar antes de que se acabe.

Hannah señaló un mapa dibujado en el borde de una de las páginas. Era tosco y borroso, pero reconocible: los caminos que rodeaban la mansión, las ruinas del viejo campanario en el bosque al norte y... algo más, una especie de símbolo circular marcado junto a él.

—Esa es nuestra entrada —dije—. El campanario.

Narra Zack

El plan estaba claro: si no llegábamos al campanario antes de que la luna se ocultara, perderíamos la única oportunidad de encontrar a los niños. No sabíamos lo que nos esperaba allí, pero al menos ahora teníamos un rumbo.

—Bien. No podemos ir todos juntos —dije, pensando rápido—. Si hay más trampas, será más fácil superarlas si nos dividimos. Alice y yo iremos al campanario. Roger y Leo, ustedes busquen más pistas alrededor de la mansión. Hannah, necesitamos que te quedes aquí y vigiles. Si algo sale mal, tendrás que alertarnos.

—¿Qué? ¿Por qué tú decides quién va a dónde? —gruñó Roger, cruzándose de brazos.

—Porque no tenemos tiempo para discutir —corté, mirándolo directamente a los ojos—. Esto es lo que haremos, y necesitamos que funcione.

Roger apretó los dientes, pero al final asintió con un bufido.

—Más vale que sepas lo que estás haciendo.

Narra Alice

Sentí la adrenalina arder en mis venas mientras nos preparábamos. El tiempo parecía escurrirse como arena entre los dedos, y la noche se volvía más densa a cada minuto. Miré a Zack, quien me devolvió la mirada con una intensidad que me hizo sentir menos sola.

—¿Lista? —preguntó, sujetando una linterna con fuerza.

Asentí.

Nos internamos en el bosque, guiados solo por la luz de la luna que comenzaba a menguar. Cada crujido de las hojas bajo nuestros pies se sentía como un recordatorio de que estábamos cruzando una línea peligrosa. El campanario se alzaba a lo lejos, un esqueleto de piedra entre la oscuridad, tan silencioso que parecía que el tiempo lo había olvidado.

—¿Qué crees que haya allí? —preguntó Zack en voz baja.

—No lo sé —admití—. Pero sea lo que sea, no podemos permitir que nos venza.

El viento sopló, arrastrando un sonido que hizo que ambos nos detuviéramos en seco: el tañido lejano de unas campanas.

—Es ahora o nunca —murmuré, sintiendo cómo el miedo volvía a reptar en mi interior.

Narra Zack

Corrimos hacia el campanario, cada paso más rápido que el anterior. El sonido de las campanas se hacía más fuerte, como si nos llamara, como si no fuéramos los cazadores, sino las presas. Cuando llegamos al pie de la torre, vimos la puerta de madera, medio podrida pero entreabierta. No había tiempo para pensarlo dos veces.

—Vamos.

Subimos por las escaleras estrechas y en espiral, el eco de nuestros pasos resonando en la piedra fría. En la cima del campanario, lo vimos: un círculo grabado en el suelo, el mismo símbolo del diario. En su centro, una llave antigua descansaba, como si hubiera estado esperándonos.

—¿Qué es esto? —preguntó Zack, con el ceño fruncido.

Me acerqué a la llave y la recogí con cuidado. Un escalofrío recorrió mi columna. Sabía que no era una llave cualquiera; era una puerta en sí misma, una conexión hacia donde estaban los niños.

—Es la entrada —dije, casi sin aliento—. Tenemos que usarla... ahora.

Nos miramos por un momento, sabiendo que lo que venía sería más peligroso que todo lo que habíamos enfrentado hasta ahora.

—¿Estás conmigo? —pregunté.

Zack sonrió, una sonrisa pequeña pero sincera.

—Hasta el final.

Juntos, colocamos la llave en el centro del círculo y giramos. El aire a nuestro alrededor cambió de inmediato, como si la realidad misma se retorciera. Una grieta luminosa se abrió ante nosotros, vibrando como una herida en el espacio.

—Vamos por ellos —susurré, dando un paso hacia la grieta.

Y sin dudarlo, nos lanzamos al abismo.





La Sombra Del Amor  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora