En el vasto océano del Nuevo Mundo, un reino se alzó como un faro de esperanza y desafío: el Reino de Solaria. Gobernado por la enigmática y joven Sultana Diana D. Baskerville, de apenas 14 años, este reino declaró su intención de desafiar el statu...
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Una noticia se propagó como un incendio forestal: después de un año entero de silencio, el Imperio Solarian anunció que haría otra transmisión en vivo. Esta revelación capturó de inmediato la atención de todas las facciones del mundo, especialmente por la mención del séptimo reino que había logrado unirse a la alianza Monarkon.
Desde el Gobierno Mundial hasta la Marina de Guerra, pasando por los Piratas, el Ejército Revolucionario y los diversos Reinos, todos estaban ansiosos por descubrir qué reino había conseguido entrar en la prestigiosa alianza Monarkon. Cada grupo envió a sus representantes al lugar donde se realizaría la transmisión en vivo, equipados para capturar cada detalle y transmitirlo a sus líderes en tiempo real.
En la Grand Line, en el país Sabaody, a bordo del barco pirata Kuja, la capitana Hancock se comunicaba con Diana a través de su den-den mushi.
"¿Es cierta esta noticia publicada, Diana?" preguntó Hancock con calma, aunque su curiosidad era evidente.
"La noticia es cierta," confirmó Diana. "Le pedí a Morgans que la publicara."
"Entonces, ¿qué reino logró establecer una relación de cooperación con el tuyo? ¿Es uno de los dos que mencionaste antes?"
"Sí," respondió Diana con firmeza. "Es el Reino de Arabasta."
"¿El Reino de Arabasta?" repitió Hancock, sorprendida. "¿Qué te hizo interesarte en establecer una relación con un reino en el desierto como ese? No parece haber ningún beneficio evidente para tu reino."
Diana sonrió ante la incredulidad de Hancock. "Esas son palabras de alguien que no comprende el potencial oculto," replicó con serenidad.
"¿Te estás burlando de mí, Diana?" preguntó Hancock, frunciendo el ceño.
"No me estoy burlando de ti, Hancock. Es solo que, es un hecho," explicó Diana con calma. "El Reino de Arabasta tiene un territorio vasto. De hecho, es el más grande en la Grand Line."
"A pesar de su tamaño, es un desierto y no pueden utilizar su territorio," intervino Ars, quien también estaba presente en la conversación. "Es cierto que es una región desértica y difícil de explotar."
"Entonces, ¿por qué sigues queriendo establecer una relación de cooperación con ellos si sabes que el territorio no puede ser utilizado?" preguntó Hancock, aún más intrigada.
Diana hizo una pausa, dejando que la anticipación creciera. "Si el territorio del Reino de Arabasta sigue siendo un desierto, mi decisión sería errónea. Sin embargo, ¿qué pasaría si el territorio se convirtiera en un área lista para ser cultivada?"
"¿Qué quieres decir?" preguntó Hancock, ahora completamente asombrada.
"Además de nuestra alianza, hemos llegado a un acuerdo para ayudar al Reino de Arabasta a gestionar su territorio. Nuestro reino contribuirá a transformar el desierto en un bosque, a convertir las tierras áridas en lagos y ríos."
