Capítulo 7

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Las medicinas que tomaba Kento tenían un horario establecido, para hacer efecto y dejarlo descansar por las noches. Así que mientras su producción de feromonas era normal durante el día, por las noches seguía siendo normal pero éstas ya no eran imperceptibles y se podía ver afectado por las feromonas de los omegas a su alrededor. En este caso, de su Omega.

Kento acariciaba embelesado el rostro de Kiyotaka quien temblaba bajo las cálidas y grandes manos del alfa y con sudorosas y ansiosas manos, recorría el pecho de Kento por sobre la tela de su pijama. Suaves suspiros escapaban de la boca del más bajo, mientras bocanadas de aliento ardiente eran exhaladas en su cuello por el rubio.

- Mi dulce omega... - repetía Kento en un tono de voz muy bajo, casi parecía un gruñido animal y es que se sentía tan hambriento nuevamente - ...Ahh...eres el lirio más precioso y delicioso que jamás he visto. - Kiyotaka gemía suavemente y con sus dedos intentaba quitar la estorbosa prenda para poder tocar a gusto aquel amplio y fuerte pecho que a leguas se notaba sería tan duro como una roca. Kento esbozó una sonrisa ladina y tomó las manos de Kiyotaka entre las suyas, le dio un beso en los nudillos y mirándolo fijamente se llevó la punta de sus dedos a la boca, lamiendolos con su lengua ardiente - ¿Qué es lo que quiere mi pequeño lirio? - lamió la palma de la mano de Ijichi quien soltó un ahogado gemido al tiempo que cerraba los ojos - Dime ¿qué es lo que deseas que haga? - apoyó su mentón entre las manos sujetas de Kiyotaka y lo miró tan ardiente que Kiyotaka solo pudo juntar sus piernas y doblar los dedos de sus pies.

- Ahh...de...deseo que...que te quites el pijama - la temblorosa voz de Ijichi a penas y lo dejaba hablar, sentía su cuerpo y cerebro arder. Kento se hizo un poco hacia atrás en la cama y con las manos aún sujetas de Kiyotaka recorrió su pecho lentamente desde sus clavículas y pectorales hasta el inicio de su ingle, todavía cubierto por el pijama. Arrodillado sobre la cama y con las piernas separadas, Kento empezó a desabotonarse cadenciosamente la parte superior del pijama, siempre atento a Kiyotaka, sonriendo sensualmente mientras más bajaba por los botones de su ropa. Kiyotaka observaba atentamente y con la boca abierta el espectáculo ante sus ojos, suaves y bajos gemidos escapaban de sus labios, sentía la garganta seca y parecía que la humedad se había concentrado en cierta zona en concreto.

Kento terminó de desabotonar la camisa de su pijama dejando entrever una luz de lo que eran sus abdominales arduamente cincelados, Kiyotaka hizo un intento de levantarse y apoyarse en un codo para poder tocar con la yema de sus dedos la textura de esa piel que lo incitaba a pegársele y nunca apartarse. El rubio se arrancó rápidamente la camisa y la lanzó por algún lado de la habitación e Ijichi dejó caer levemente su mandíbula entreabriendo sus finos labios al ver tal espécimen tan bien trabajado. Kento no le dio tiempo a que contemplara su torso cuando se bajó de la cama y en un ágil y sensual movimiento tiró del elástico de su pantalón y boxers, quedando completamente desnudo ante la asombrada mirada de su precioso lirio.

Kiyotaka se había quedado pasmado y mudo, tenía los ojos abiertos de par en par - Kiyo te has quedado mudo, - afirmó Kento - aún no es momento para quedarse sin voz - prosiguió mientras volvía a subir a la cama y se acercaba al de cabellos oscuros. Ahí estaba la potente erección, tan grande y vigorosa como las dimensiones corporales y la categoría del género secundario de Kento podrían haber advertido en algún momento. Kiyotaka se preguntaba si tal envergadura podría siquiera adentrarse un poco en su interior. No. Juntó sus piernas sobre sí, un poco asustado. Kento advirtió el temor del más bajo y suavemente lo tomó de un tobillo y jaló el cuerpo delgado de Kiyotaka hacia sí. - No me temas Kiyotaka - le dijo. Acariciando suavemente el tobillo entre sus dedos, trepó sus grandes manos por las piernas de Kiyotaka, frotando los firmes muslos llegó hasta la cadera del omega y enredó sus dedos en el elástico del pantalón y ropa interior de Ijichi - Por favor no me temas - y ante el asombro de Ijichi, le bajó la ropa dejando descubiertos sus blancos y firmes muslos. Kiyotaka aun temeroso, dobló sus rodillas y llevó sus piernas hacia su abdomen, cubriendo su intimidad. - Mi pequeño lirio, no tengas miedo. Seré bueno y cuidadoso contigo, todo lo que ves en mí es lo que tú mismo has construido. Ahora mismo mi cuerpo está tan tenso como una cuerda de violín, pero no por ello te voy a dañar. He soñado tanto contigo aun antes de saber que eras tú, Kiyotaka - tomando suavemente un pie de Ijichi, Kento iba depositando delicados besos sobre su piel, entre cada palabra iba rozando sus labios desde el empeine hasta el interior de los muslos de su omega. Kiyotaka notaba la delicadeza en cada caricia, la sinceridad en cada palabra pronunciada por el enorme rubio. Relajándose bajo su toque estiró las piernas y disfrutó de los melosos mimos que le proporcionaba su amante, ya más flojito de músculos sus cuerdas vocales se destrabaron y volvió a gemir gustoso.

El Estoico y El LealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora