Ijichi Kiyotaka provenía de una familia de no hechiceros que tenían una granja en un pequeño poblado de Japón. Su familia nuclear se conformaba por sus padres y su hermana menor, Ijichi Katsuki. Al igual que sus padres, la pequeña de ocho años no podía percibir la presencia de las maldiciones que acechaban los campos de cultivo de su familia. En cambio su hermano mayor, Kiyotaka de doce años, sí podía y vivía atormentado por el constante avistamiento de maldiciones menores correteando por los campos. Seres espeluznantes y muchas veces deformes, que en su mayoría hacían desaparecer algunas cabezas del ganado que con tanta dedicación pastoreaban.
Era un pueblo relativamente tranquilo, a parte de las muy esporádicas desapariciones de unos cuantos becerros o pollos, ningún niño ni adulto había desaparecido. Kiyotaka pensaba que esas "cosas" solo atacaban animales, pero como solo él las veía, muchas veces llegó a pensar que era parte de su imaginación y que, muy probablemente, algún ladrón estuviera robando los animales.
Kiyotaka era un niño delgado, que usaba lentes debido a su no muy buena visión, solía llevar un sombrero de paja de ala muy ancha, instado por su madre que se preocupaba por la salud dérmica de sus hijos. Su madre era muy cariñosa y su padre era estricto pero un hombre bastante amable.
Uno de los tantos días en los que, después de dar de comer a los pollos, paseaba por uno de sus campos vecinos que se encontraba algo alejado, el pequeño Kiyotaka se topó con un ser que ya había visto antes y con una horripilante escena: Un hombre cubierto en sangre, llevando lo que parecían ser pedazos bien troceados de un brazo y una pequeña mano.
Ante el terror que sentía, se tiró de panza al suelo y se quedó paralizado temblando. El hombre en esa casa, volteó a mirar hacia donde minutos antes se encontraba el niño. Afortunadamente no vio a Kiyotaka, pero este se llevó un tremendo golpe de susto nuevamente, era el maestro de su hermanita. Temblando, esperó a que el sujeto desapareciera en la parte trasera de la casa, entonces corrió con toda la fuerza de sus piernas y regresó muy afectado a su casa.
Respirando sonoramente entró a la cocina donde su mamá se encontraba abrazada a su padre - Nadie sabe dónde están - decía su madre - ¿Por qué la dejé ir a ese paseo? ¡¿Por qué?! - lloraba la mujer. Su hermana no había regresado del paseo al que fuera en la mañana con sus demás compañeros de colegio - La madre del otro niño dice que su maestro salió a buscarlos en cuanto no bajaron del autobús - "El maestro" - la auxiliar se descuidó solo un minuto para ir al baño....¡para ir al baño! - el niño seguía de pie ante sus padres, temblando y llorando en silencio; seguro que aquello que vio no era solo su imaginación - ¡¿Dónde estabas Kiyotaka?! - su madre corrió a abrazarlo. "Saldré a buscarlos con la patrulla de vecinos" dijo su padre - ¡¿Quieres que muera de los nervios?! - lo apretujaba - ¡Pensé que algo te había pasado a ti también! - su madre estaba histérica y con razón. Él seguía en shock, pero al ver a su padre tomar las llaves y caminar hacia la puerta, decidió contar lo que había visto.
"Padre" y comenzó a contar cómo había encontrado al maestro de su hermana, que si los hechos coincidían con su relato, el maestro debió estar buscando a los niños desaparecidos en el momento que Kiyotaka los vio.
Un grito de horror escapó de su madre y su padre movido por la cólera, agarró un hacha y corrió hacía la casa donde podría encontrarse su hija menor. La madre aun llorando, desesperada llamó a la policía. El trayecto en esos pueblos rurales era algo largo, pues además de la distancia, la carretera no era buena.
En un descuido, Kiyotaka se soltó de su madre y corrió campo arriba por donde su padre se había ido - ¡NO! ¡NO MI NIÑOOO! - gritaba la mujer, aterrada con la idea de que le sucediera algo malo a su hijo. Aún escuchando los gritos desesperados de su madre, Kiyotaka siguió corriendo dispuesto a ayudar a su padre y defender a su hermana si fuera necesario.
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El Estoico y El Leal
FanficKento es un hombre recto, amable y testarudo, que se ha quedado estancado en los dolorosos recuerdos de un acontecimiento trágico. Aunque a ojos de los demás sea una persona poco expresiva y menos emotiva, en lo profundo de su ser, su alma llora por...