6: Una linda luna

1 0 0
                                    


Estiró las piernas sobre el suelo de metal y se envolvió en la tela roja un poco más, abrió levemente los ojos y de inmediato se encontró con el cristal duro del que no podía ver al otro lado y que lo reflejaba, tenía el cabello alborotado y cubierto de sudor por el calor, pero lo que realmente lo mantenía contra el cristal estaba a su espalda en completo silencio, se había quedado así desde que entraron a esa prisión y había evitado hacer movimientos aunque fueran leves luego de que un suave golpe del ala atravesara un trozo de techo dejándole escuchar lo que pasaba fuera de ahí.

—¿¡Un que!?, ¿¡Cómo carajo lo llamaste!?—.

Levanto la mirada levemente hacia el agujero curioso por la voz del doctor Shian tan alterado, las últimas veces que lo ha escuchado lo había notado más tranquilo e incluso desorientado en sus palabras, hoy era inusual.

—Cálmese doctor, primero debemos escuchar al señor Tomás, es el único que nos ha dado una información cercana a esto—.

Hablo una voz femenina en tono tranquilizador, tal vez alguna compañera del doctor Shian, se tomó un tiempo entre esos dos murmurando en voz alta lo problemático del asunto y los conflictos que se podrían formar por esta "unión" entre la iglesia y el centro de Vailalei, pero no llegaron a nada demasiado grave y simplemente quedaron en que escucharían según les parezca medianamente lógico.

—agh, bien, bien, ¿Cómo lo llamaste?—.

—un dios antiguo de la vieja fe, solo ha habido registro recuperado de uno y es del búho blanco que devoró el otro lado del espectro—.

—¡Es una locura!, ¡Una maldita locura!—.

—entiendo sus dudas, nosotros también las tenemos al verlo... es tan...—.

—¿Negro?—.

—parte de la tradición era creer que el búho podía cambiar su plumaje como el día a la noche— explico la voz carrasposa masculina con tono serio— nuestro problema se encuentra en su razón de venir, es preocupante sin ir muy lejos—.

—agh, claro, por supuesto, cualquiera se preocuparía con que aparezca un ente mágico en medio de un salón y que se le pegue a un esclavo, si, si—.

—no nos malentienda, no es la primera vez que el muestra interés por el esclavo N-1.98, de hecho, es la primera en la que entra a nuestro plano tan activamente—.

—¿¡Q-que!?—.

Alzó una ceja divertido cuando por fin usaron oficialmente el título de esclavo junto con su nombre, no obstante, también se encontraba confundido con el de "dios", siempre se le había enseñado a los dioses con rostros humanoides y superblancos, ya tal, catecismo a todo lo que da hasta un punto en que cualquier cosa referente a religiones le ponía incómodo y buscaba cambiar el tema de conversación a cualquier otra cosa.

Había un problema en esta ocasión y es que, bueno, estaba encerrado en la misma habitación con este supuesto "dios" debido a un capricho de este, quieras o no, esto no ayuda a su estrés.

—no estamos al tanto de cuánto tiempo lleva al pendiente de este mundo, tal vez siempre lo estuvo, tal vez fue hace unos días, no es seguro—.

—es vuestro puto dios, ¿Cómo no van a saberlo?, ¡Su religión se basa en el!—.

—¿Tú crees que los cristianos lo hacen?—.

—eh... Como sea—.

—bien, cada que ejerce su naturaleza en este mundo las piedras de nuestros colgantes brillan intensamente como si fueran estrellas para luego evaporarse en ceniza—.

Somnifero rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora