Estaba viviendo relativamente bien dentro del refugio humano, era un lugar tranquilo en el que podía encontrar una variedad de personas que iban desde despertados a personas que adoptaron una nueva personalidad viendo que olvidaron quienes eran antes de llegar ahí, tenían una convivencia bastante tranquila intentando mantenerse con vida dentro de ese viejo centro comercial al cual llamaban hogar.
Él se unió a los despertados que eran directamente considerados mujeres debido a la manipulación que hicieron en su cuerpo, también porque para algunos humanos demasiado, por decirlo con una palabra adecuada "hijueputas" que le hacía demasiado femenino y "bonito" para proporcionarle un buen calor por las noches, en pocas palabras y menos dulce, querían que fuera un calentador de pollas para los hombres más fuertes del grupo.
¿Qué paso?
El tema no llegó a nada cuando los más recientes humanos recuperados de la capital lo vieron y lo nombraron "cazador rojo" a la vista su maravilloso título de cazador fue enviado a la zona de trabajos de carga donde no pudiera lastimar a nadie más que a la mugre que encuentran afuera, aunque esto no evito que muchos siguieran poniéndole el ojo como si fuera un bocadillo.
—hola bombón, ¿Ocupado?—.
Paso a un lado de un grupo de hombres que al retenerlo cerca le saludaron con frases acerca de su cuerpo, incluso si estaba vestido cuál monja para cargar unas cajas bien llenas de utensilios de cocina que habían traído de un almacén cerca de un pueblo que había pasado los estragos de un huracán, ahora bien, había intentado hacer todo lo posible por eliminar la mayoría de sus atractivos para reemplazarlos con un aspecto más cansado, la forma de vestir sucia, el cabello recogido de mala forma en coletas altas u oculto en una gorra para que esté no le chocara con la cara, maquillaje oscuro en los ojos para resaltar las ojeras y oscurecer los labios, un poco de todo, pero parece que todos sus intentos iban en vano.
Se detuvo en el pasillo luego de recibir una sonora nalgada de uno de los hombres, tenía que evitar cualquier conducta inadecuada para no recibir un castigo de sus superiores en aquellos momentos, su título le dio el estigma de ser una persona peligrosa, pero aun si quería evitarlo el sentimiento de ira se acentuaba en su pecho haciendo que duela, estaba arto.
—¿Qué pasa bebé?, ¿Te gustó?, tenemos más de donde vino eso—.
Apretó el agarre de la caja entre sus brazos y mantuvo la mirada fija en el color marrón buscando concentrarse en algo, no debía decir nada, no debía hacer nada, tenía que quedarse en silencio.
Los hombres comenzaron a rodearlo mientras conversaban entre ellos hablando de lo que podrían hacer si los aceptaba, las manos de estos escudriñando su cuerpo y haciendo que sienta el roce de las pronto despertadas erecciones contra sus piernas.
—si, si, apuesto que está bien apretado—.
—¿Tendremos que turnarnos?—.
—Podríamos intentar meter dos a la vez—.
Cerro los ojos e inclino más la cabeza contra la caja respirando pesadamente recitando un grupo de números que comenzaban a ser al azar, se sentía horrible, quería vomitar por cada minuto que ellos hablarán, esas voces desagravies junto a esas manos tocando su cuerpo, no le gustan, necesita que lo suelten.
—¿Acaso debo informar a padre de esto?, él ya les dijo que no coman más de lo que pueden soportar—.
Su cuerpo tuvo un renovado calor cuando escucho la voz de Mariposa, pudo sentir como alejaban las manos de su cuerpo y estos hombres se alejaban de el dando excusas al niño de 10 años que parecía, de hecho, una mariposa.
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Somnifero rojo
Ciencia FicciónEl cuerpo de un cazador es hermoso, siempre habrá el deseo por quienes enfrentan el peligro y salen ilesos del desastre, pero a quienes tienen en ese foco son capaces de devorar la carne de sus víctimas y aun así ser adorado porque... Adoras a un ca...