9: una mariposa inusual

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Mentiría si dijera que este cambio de situación no lo había afectado como él hubiera imaginado, de hecho fue peor.

Comenzó su camino hacia la nada absoluta observando en silencio cualquier cosa extraña a su alrededor, podía sentir el ligero olor a hierro en el aire combinado con el de polvo acumulado entre humedad, era una sensación extraña para estar en un desierto en el que su mayor atractivo eran las rocas, solo rocas mirase donde mirase.

Sus pasos eran lentos comparado a lo que había experimentado antes con Cyrus, ahora estaba obligado a salir en las noches con el peligro de animales salvajes con tal de que su piel no reciba los intensos rayos del sol, lo había intentado y su mano salió con una quemadura que envolvió con un trozo de tela, no era tan profundo seguramente por los años en los que su piel fue endurecida ante el trato brusco de los inhumanos, pero tampoco debía ignorar el dolor que sentía en ella, por otro lado, el frío del desierto era intenso a un punto de que podría congelarte justo donde estás si no comienzas a moverte, la marca de hielo sobre la tela de su camisa era un recordatorio de un momento en que quiso tomar un descanso sobre una roca, fue casi 10 segundos y el hielo de la noche ya se había endurecido en la tela, se ponía peor debido a que estaba bañado en sudor de caminar todo este tiempo, estaba agotado y solo quería dejarse caer.

En este tiempo pensó en todas sus acciones y sus errores de vida que pudieron llevarlo a ese lugar, la principal fue su última conversación con Cyrus, ese momento en que el miedo lo había hecho sentir que el alma se le iba del cuerpo y su abandono en medio de la nada, reconociendo que se había sobrepasado al mencionar el tema de hijos cuando en ningún momento este se ha mostrado explícitamente interesado en ello, pensándolo bien, tal vez lo veía como un niño y solo le dio por cuidarlo, pero de igual forma las ganas de desplumarlo seguían ahí, quería hacer pollo asado.

Calculo que el tiempo que tardaba entre viaje y viaje se llevaba aproximadamente 7 a 10 horas caminando sin descansos demasiado largos en los que pasaba buscando alguna cueva donde esconderse para cuando amaneciera, duraba un poco más debido a los nidos de animales a los que debía quitarse para no despertar, no sabía cuál era el alimento de estos y sinceramente no tenía ganas de averiguarlo por la cantidad de huesos que a veces se encontraba, sospechaba que eran caníbales y eso lo espantaba.

Ahora bien, ¿Los escondites que usaba?, pequeñas cuevas donde apenas podría estar cómodo sentado y dónde sudaba como un puerco, lo único bueno es que se escondía del sol y del peligro oculto en estos lugares, lo otro es que podía tener sus tres horas de sueño entre vigilancia y vigilancia.

Esa noche no era muy diferente a las anteriores, estaba cansado de las malas horas de sueño que había pasado, tenía hambre y por caprichos propios se había negado a comer aunque sea una lagartija del desierto, apetecibles no eran con ese color naranja con manchas verdes que gritaban "veneno" fuerte y alto, la otra opción era las arañas y no, no está tan enfermo para comer esa cosa.

Se puso una mano en el estómago y frunció el ceño por el gruñido interno, dio un bostezo sintiendo sus ojos lagrimeantes por el cansancio y de inmediato se limpió para que sus ojos no se lastimara con los cristales de agua salada, quería dejarse caer y simplemente dormir hasta la noche siguiente pese a eso seguía caminando mirando perdido hacia enfrente.

No ha vuelto a abrir la pantalla holográfica debido al sangrado de su ojo, no está seguro de porque pasaba aquello, pero de cierta forma sentía que era una forma en la que evitaba comunicarse con cualquier persona, una forma de castigo algo cruel, ni siquiera podía pedir ayuda.

Después de otros tres pasos no aguanto más su propio peso y cayó al suelo logrando usar sus brazos para que no lastimarse la cara, respiro profundo y sus párpados pesados lo obligaron a cerrarse por fin.

Somnifero rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora