11: Polluelos

1 0 0
                                    


Camino alejándose lo suficiente del edificio del centro comercial y se sentó sobre el techo de una vieja casa que se mantenía medianamente en pie por ser vieja, no está seguro de que estaban hechos los materiales de este tipo de casa, pero estas eran lo suficientemente resistentes para sobrevivir varios años.

Observo al horizonte en silencio y dejo su mano en el vientre pensativo, ninguna de sus posibles "parejas" le parecían medianamente agradables para compartir la cama o cualquier superficie en donde tuviera que entregar su cuerpo, peor se pone ante la idea de que los inhumanos iban a hacer eso mucho peor, lo iban a usar entre varios para acelerar el embarazo.

¿Se podría aceptar un hijo de ellos?, ni siquiera los humanos aquí se sientan cómodos con los niños, los envían al sótano y ni siquiera saben cómo son las cosas ahí abajo, tranquilamente la criatura en el sótano de la que tanto hablan podría estarse comiendo a los niños y nunca lo sabrán, es horrible.

—carajo...—.

Ahogo un gruñido posible por el llanto y cerró los ojos mientras respiraba profundo, junto a sus manos entrelazándolas y las acerco a sus labios como si fuera a rezar, no lo haría, no era religioso, solo era una acción que imitaba de forma involuntaria por su crianza y educación en una escuela católica.

—¡Ven por favor!, ¡Tiara no va a resistir más!—.

Abrió de golpe los ojos y giro su cabeza hacia la voz que escuchaba no muy lejos de su posición, se levantó de su lugar y camino por el tejado con pasos cuidadosos para no caerse acercándose de a poco, podía ver unas personas entre las sombras de otros edificios, estas personas estaban vestidas de negro y para su sorpresa portaban la misma mascaras de búho solo que en colores más variados, castaño entremezclado con tonos blanco luna, gradientes de grises y los que usaban máscaras blancas con manchas negras.

Un montón de búhos rodeando uno más pequeño que tenía una enorme mordida en la pierna que se la había casi desgarrado si no fuera por la tela del pantalón que la ayudaba a mantenerse unida, la persona herida usaba una masca de búho marrón y se estaba abrazando entre quejidos de dolor a otro enmascarado de búho marrón con puntos blancos quien intentaba tranquilizarlo.

Ahora que lo recordaba, estos debían ser los niños cazadores de la zona infantil, aunque ya habían dejado de ser niños hace bastante tiempo, seguían siendo parte de ese grupo de forma más intermitente, tenían su propio campamento apartado de ahí en donde se llevaban a los niños que no lograban adaptarse a estar con los adultos que les han ignorado gran parte de sus vidas, no savia cómo era la vida allá, pero suponía que era muy buena para que gran parte de los niños fueran.

Por lo que estaba presenciando esa persona herida debía ser uno de los recién ingresados al grupo de caza y no había salido para nada bien, por la enorme herida podría decir que no iba a llegar muy lejos, había perdido demasiada sangre.

—¡Cyssi!, ¡Cyssi por favor!—.

—tenías razón, al final tenías razón, no debimos llevarlo al foso aún—.

Dos personas de las cuales salía unas voces masculinas jóvenes hablaban hacia un callejón donde sus ojos no llegaban, parece ser que estaban hablando con su superior.

—¿Podrías...?, ¡Prometemos escucharte para la próxima—.

—¡No vamos a llevar a novatos otra vez!, ¡La fosa es demasiado peligrosa!—.

Ambos jóvenes discutieron alzando la voz de a poco y a sus ojos no pudo evitar imaginar a dos aves desafiarse para mostrar dominancia, solo que esa ira se acentuó cuando la presencia de las sombras surgió y camino hacia el malherido niño, la persona estaba cubierto por telas negras que no dejaba a la vista la piel, era más alto que la demás de los chicos chocando con el techo, sus pasos eran largos y elegantes al igual que el movimiento de las manos cuando pasaron por la pierna herida.

Somnifero rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora