MOEBIUS PAST

Capítulo 1: Prólogo

-El nórdico antiguo está en cursiva-.

-El gaélico escocés está en negrita y cursiva-.

-El latín escrito está subrayado y en cursiva-.

-Parsel está subrayado-.

«Fawkes hablando está en cursiva y se cita con apóstrofes».

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El cementerio de Little Hangleton hacía tiempo que había sido abandonado a la naturaleza, por todo lo bueno que hacía. Incluso la flora había sucumbido hacía tiempo a la llamada de la Muerte. Entre las lápidas desmoronadas y la niebla húmeda caminó como por un laberinto infinito. Una impresión de altísimos setos se apretaba a ambos lados de él, sofocante, pero no estaba allí si volvía la cabeza para mirar. -Asesino...- La palabra fue exhalada sobre un viento rancio. -Tú me mataste, Harry... Asesino-.

Aceleró el paso, pero unos ojos lechosos surgieron de pronto de la oscuridad ante él junto con un destello de amarillo ceniciento. -¿Por qué, Harry? Presimido. ¿Cómo has podido?- El resto del rostro putrefacto de Cedric apareció nítidamente. -Si no hubieras insistido en que ambos cogiéramos la Copa, yo no estaría muerto. Es culpa tuya que mis padres tuvieran que enterrar a su único hijo. Es tu culpa... toda tu culpa, Harry...- Unas manos putrefactas, con dedos como garras, lo alcanzaron a través de la oscuridad que lo envolvía...

El adolescente de pelo negro se despertó con un grito ahogado en la garganta y que amenazaba con estallar. El instinto de conservación le hizo callar, pero en sus ojos se acumularon lágrimas que el desgarbado muchacho de catorce, casi quince años, no pudo reprimir. Inmediatamente se hizo un ovillo y soltó varios sollozos. Su cuerpo temblaba mientras intentaba olvidar las imágenes que se repetían una y otra vez en su cabeza con las acusaciones que le lanzaban.

Sabía que no eran pesadillas normales para un adolescente. Nadie, y mucho menos un niño, debería ser testigo de un asesinato. Pero no era sólo eso... ni siquiera le habían dado ningún tipo de asesoramiento. Cualquier persona en su sano juicio se aseguraría de que seguía bien después de algo tan traumatizante, ¿no? Pero no... lo encerraron con sus parientes. Eso también era abuso, aunque no le hubieran tocado físicamente. Además de eso, ni siquiera sus amigos le habían mandado mensajes, aparte de la carta en la que decía que Dumbledore había dicho que no era seguro recibir cartas, pero que lo recogerían en algún momento cercano para ir a algún lugar no revelado. Por supuesto, eso era todo lo que él sabía, lo que se habían dignado a decirle... y, de alguna manera, sentía que algo andaba muy mal. Pero así era la vida de Harry Potter, ¿por qué iba a sorprenderse? Se permitía ser un poco melodramático.

Cuando estaba a punto de resignarse a otra noche de insomnio, una sensación de pesadez descendió como la niebla de su sueño. Inquieto, Harry se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Con una sensación premonitoria, miró cuidadosamente desde donde estaba oculto por la cortina. Lo que vio le revolvió el estómago. Mortífagos... podía reconocerlos incluso a esa distancia. ¿Cómo habían averiguado dónde vivía? ¿Un espía tal vez? El cómo no importaba si nunca salía con vida, así que tenía que encontrar una manera de salir rápido. Con pocas opciones a mano, se dirigió a su escritorio para garabatear algo en un trozo de pergamino. Lo ató a la pierna de Hedwig y la acercó a la ventana que, por suerte, ya estaba abierta. -No sé si esto servirá de algo, pero llévale esto a Dumbledore-, le suplicó a su lechuza antes de soltarla con cuidado por la ventana, intentando no llamar la atención. Ella era llamativa, pero tal vez una lechuza pasaría desapercibida.