Capítulo 4

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«De algún modo, sabía que te encontraría aquí, Salazar Slytherin» una voz grave resonó de pronto en su cabeza. Salazar apenas parpadeó, pero levantó la vista para ver a Fawkes frente a él, encaramado al respaldo de una silla. Se había refugiado en la biblioteca para repasar algunos planes de clase de última hora, con sus diarios y apuntes esparcidos a su alrededor sobre la mesa. Después de todo, tenía que enseñar a siete cursos diferentes y cada uno necesitaba un enfoque distinto. El primer año ya sabía lo que haría, pues lo había aprendido de sus años anteriores de enseñanza en su propia época. Sus alumnos de segundo a quinto año necesitarían pruebas que tendría que redactar, preguntas basadas en lo que había esperado de sus alumnos de años anteriores y en los avances de la fabricación de pociones en esta época. Los alumnos avanzados de sexto y séptimo necesitarían también un examen especializado, basado en los exámenes estandarizados que realizaba el Ministerio.

Había estado trabajando en una prueba que daría a sus alumnos de sexto y séptimo cuando fue interrumpido por cierto fénix escarlata y dorado. -De alguna manera, sabía que vendrías a buscarme-, replicó en gaélico mientras volvía a mirar el diario que tenía en el regazo antes de garabatear con elegancia unas cuantas notas en el pergamino de la mesa. Sabía que Fawkes acabaría encontrándolo, aunque Salazar se preguntaba hasta qué punto era leal al director. Una parte de él quería saber qué había sido de sus antiguos amigos, y el fénix sería el único que lo sabría. Pero otra parte de él, más grande, seguía aturdida por la traición de las únicas personas en las que realmente había confiado. Fawkes había sido el familiar de Godric. Fue este pensamiento el que casi le hizo preguntarse por qué la criatura aún no lo había atacado. -Creía que a los fénix no les gustaban los magos oscuros-, habló Salazar casi con amargura, con una mueca de desprecio torciéndole los labios, y los ojos oscureciéndosele hasta volverse casi negros. ¿Tendría que preocuparse también de que Fawkes le contara su secreto a Dumbledore?.

«Pero tú no eres estrictamente un mago oscuro, ¿verdad, Salazar Slytherin?» El fénix respondió mientras se acicalaba las plumas; el tono despectivo hizo que la mueca de Salazar se transformara en un ceño fruncido. «Además, sabes tan bien como yo que la magia oscura no convierte a un mago en malvado. Es la intención con la que se utiliza la magia. Por supuesto, hay una delgada línea si uno no tiene cuidado de cómo pisa, pero ambos sabemos que tú nunca has pisado ni un solo dedo sobre esa línea. Eres un superviviente, Salazar Slytherin, no un asesino a sangre fría».

Salazar giró la cabeza con una expresión ilegible en el rostro. Desnudo como estaba, se alegró de haberse tomado el tiempo necesario para establecer protecciones de antemano y de haber hablado en un idioma que muy pocos en el castillo entendían. Las protecciones habían mantenido alejados a los demás para que pudiera prepararse en privado, pero tanto ellas como su discurso impedían que nadie conociera su conversación con Fawkes. Por supuesto, el maldito fénix podía atravesarlas, pero no tenía que preocuparse demasiado por lo que se decía. Eso sí, tuvo cuidado de mantener la voz baja y asegurarse de que nadie se acercaba. La sola presencia del familiar de Dumbledore atraería hacia él una atención no deseada. -¿Y por qué no intentaste decírselo a tu amo?-. Pronunció las palabras con desprecio, sabiendo que Fawkes sabría exactamente de quién hablaba.

En respuesta, la criatura emitió de repente un trino lastimero mientras se erizaba las plumas. «Acababa de pasar por una fase ardiente, Salazar Slytherin. No tenía capacidad para conocer la mente de Godric. Para cuando mi mente había vuelto en mí y había crecido lo suficiente como para darme cuenta de lo que había pasado, tú ya te habías ido. Godric me envió a buscarte, pero ya habías desaparecido».

El conocimiento de lo que Godric había hecho después chocaba con las acciones de lo que el pelirrojo le había hecho aquel día, por lo que Salazar sólo pudo dedicarle al fénix una mirada de completa incredulidad. -¿Te envió tras de mí?- Se hizo eco de las palabras con su incredulidad tiñendo sus palabras. -¿Por qué haría algo así? Me desterraron!- Dijo las palabras acaloradamente, el dolor demasiado grande para ocultarlo en sus ojos ahora muy expresivos. -¿Quería clavarme el cuchillo en el alma? ¿Por eso quería que me encontraras? Entonces llegó demasiado tarde y quizá no fue tan malo que acabara aquí-, frunció el ceño antes de levantarse y recoger sus cosas con movimientos bruscos.

MOEBIUS PASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora