Ӝ Diez Ӝ

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Cancelado, cancelado, cancelado, me repito mentalmente sobre cada uno de los pensamientos que mueren por traer a mi pensamiento a Christian Delacroix, y su aparente buen gesto devolviéndome el pijama que le había ordenado a Rick que botara. Me resisto a creer que hay un buen gesto detrás de todo eso. ¡Imposible! Ese hombre tiene el corazón de piedra. El muy canijo ni siquiera respondió a mi beso y eso es una señal inequívoca de que no le intereso para nada. Sería una tonta al ilusionarme con algo que más parece una obra de caridad.

Exhalo hondo, acomodándome el cuello de la camisa y quitando alguna arruga de mi uniforme. Me acuclillo lo que da la falda para tomar mis zapatos de trabajo y no puedo evitar mirar la caja donde he guardado las bellezas que usé en la fiesta. Me sacudo y desecho cualquier intento de pensamiento sobre ello.

―¡Cancelado! ―chillo sintiendo mi orgullo herido y justo cuando Patty abre la puerta y se espanta con mi chillido.

―¿Cancelar qué? ―pregunta mirándome con curiosidad.

―¡N-Nada! ―contesto sentándome en la cama, colocándome los zapatos de rapidez.

Me levanto, apenas termino de hacerlo y arreglo mi camisa y falda. Ya era hora de ir a mi trabajo y continuar con mi vida. Sin nombre se cuela entre sus piernas juguetón y ella lo alza. Camina con él hasta mi escritorio y toma asiento en la silla.

―Billy me ha pedido que haga un remplazo esta noche ―comenta sobre quién es su jefe, mientras se deja lamer o babosear la mano de Sin nombre.

―¿Y le dijiste que sí?

―¡Obvio! ―resopla―, ya sabes que sus bares son de lujo y pagan muy bien.

―¿Eso quiere decir que esta noche no llegas temprano?

―La verdad creo que me quedaré con alguna de las chicas. Es en Manhattan ―expone despreocupada.

Eso significa muchas horas de distancia.

―Vale, igual, yo regresaré luego de mi clase.

―Brooke me recoge a las siete. Dejaré en la tarde a sin nombre con Dawn, ya sabes que le encanta cuidarlo; ¿¡pero no te olvides recogerlo cuando llegues!? ―advierte señalándome con su dedo.

es la hija de nuestra vecina de piso, y es una niña encantadora. A ella le encanta sin nombre y, desde que lo trajimos a casa, a veces abusamos de ella para que lo cuide mientras resolvemos lo de ponerle nombre y si quedarnos con él definitivamente o no. Patty lo ha cuidado hasta ahora porque sus turnos siempre son de noche y yo llego para cuidarlo después de mi clase. Hasta ahora todo funciona; pero seguro llegará el momento en que ella no pueda hacerlo y yo tampoco. Le he dicho que podemos llevárselo a mi madre, a ella le encantan los perros y el rancho le hará muy bien; sin embargo, aún no se decide a aceptar mi propuesta.

Asunto que entiendo muy bien. Patty es una Bradford y ese apellido tiene mucho peso en nuestro pueblo; sin embargo, querer salirse del molde impuesto para todas las mujeres de esa familia le costó más caro de lo que pensaba. Los hombres siempre han tenido un pensamiento retrógrado sobre el papel que una mujer debe representar en esa y otras familias que se dicen conservadoras. Eso que le quisieron imponer a ella y rechazó desafiando a todos y hasta a su propio padre. Querer ser diferente y vivir su vida como quería causó que la expulsaran de su familia y hoy su padre no la quiere ni ver en pintura. Y de paso prohibirle a los demás que también lo hagan. Excepto Robin, con quien siempre ha tenido una hermandad inquebrantable desde que éramos niños. Por eso no me extraña que desee que me dé otra oportunidad con él. Es su primo favorito.

La admiro porque sé que, a pesar de que no lo demuestra, sé que le ha costado mucho reponerse del rechazo de toda su familia, y en medio de todo, me alegra que Robin le siga hablando.

El juego del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora