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Era fácil caer ante los encantos naturales que poseía el joven piloto de McLaren. Lando Norris era jodidamente atractivo, y sabía cómo atrapar la atención femenina para conseguir lo que quiere. Tenía rizos color chocolate y unos ojos azules que le facilitaban el trabajo, además de que era un gran piloto. Una promesa para su escudería.
Por eso, al comienzo Madelyn no le tomó atención a sus coqueteos evidentes, debido a que el británico tampoco tenía pelos en la punta a la hora de abrir la boca, mucho menos quería ocultar lo ilusionado que estaba por la jóven actriz que escaló a la cima rápidamente luego del éxito en la serie que protagonizó. Además, Mads era también una belleza para todo público. Cabello castaño con severas ondas, ojos verdes espectaculares y un físico que era difícil dejar de admirar. De pronto, Lando quería recorrer otras curvas, y no precisamente la de algún circuito en el que corría los fines de semana.
Lo intentó durante años, lo que evidentemente terminó por llamar la atención de los periodistas y medios, cuyos títulos se volvían populares en cada ocasión que mencionaban que el corazón del piloto estaba descansando en la palma de Madelyn, esperando con poca paciencia a ser tomado.
Hasta que el verano pasado las redes explotaron con la noticia de que ahora eran novios. Llevaban saliendo un año, dónde Lando Norris parecía estar en lo más alto de su carrera, brillando como nunca. Incluso su primera victoria en la Formula Uno ya era un hecho. Muchos asumían que el amor de Madelyn era lo que lo estaba impulsando cada día a mejorarse tanto como piloto como persona. Porque antes de que siquiera imaginara tomarla de la mano, su reputación se había ido en picada. Incluso el odio comenzaba a expresarse en sus redes sociales. Pero cuando ella llegó a su vida para llenarlo de dicha, hubo una evolución que sorprendió a sus fanáticos. Así mismo como Madelyn, que sonreía cada día como si hubiera ganado ya su primer Oscar. De lo cuál tampoco estaba lejos, porque ya había sido nominada antes. Por lo que ambos se encontraban en el mejor ascenso de sus vidas.
Lando siempre fue quién desbordaba amor y admiración por ella, pero ese día Madelyn no podía despegarse de su novio, hipnotizada por lo bien que se veía con aquella ropa y... maldita sea, podría volverse loca y quitarse cada prenda de su cuerpo cada vez que lo veía con una gorra hacia atrás. Ella sabía que él era atractivo, lo venía todos los días, pero esta ocasión parecía ser diferente, porque se mordía el labio de solo mirarlo.
