El gran premio de Singapur había concluido. Los fuegos artificiales se mostraban relucientes y preciosos en el cielo oscuro de la ciudad. La noche calurosa era adornada por los diferentes colores que estallaban para celebrar la victoria del ganador.
Luego de la actividad del podio y las entrevistas, los fanáticos abandonaban en multitud. Por otro lado, Esmeralda Schumacher caminaba por los garajes a la espera de su hermano mayor, quien no había conseguido lugar entre los tres mejores, pero aún así su carrera había sido un éxito personal para ella. Los saludos hacia la hermana de Michael iban y venían, desde leves sonrisas a agitaciones de manos en exceso.
—Vaya, vaya —murmuraron a sus espaldas. —Meri Schumacher. ¿No hay saludo para el ganador?
Sebastian Vettel, especializado en sacarla de los nervios, y ganador del Gran Premio de Singapur.
La chica rubia se volteó con cansancio, sin mostrar demasiado interés en compartir un solo momento con el arrogante piloto de Red Bull. Sus iris azulados la recorrieron de pies a cabeza sin disimulo alguno, en su ser no había un pelo de vergüenza.
—Felicidades, Sebastian —se dignó a felicitarlo, mordiéndose la lengua. El rubio sonrió triunfante y pasó un brazo sobre el hombro de la chica para iniciar una caminata por el Pit lane. Esmeralda alzó las cejas ante el atrevimiento del hombre.
—Muchas gracias, no esperaba menos de una Schumacher. ¿Esperabas a Michael?
Michael, quien lamentablemente se llevaba bien con él. Una pesadilla eran las reuniones cuando Vettel estaba presente. No perdía oportunidad en comentar lo linda que se veía, o que esperaba algún día poder salir con ella a una cita "amistosa". Por supuesto que ella gustaba de él, solo había que mirarlo y darse cuenta que Sebastián Vettel era un partidazo. Pero también estaba la cosa esa: no lo soportaba. O tal vez, prefería mantenerlo lejos, y no competir con la millonada de modelos que seguro habían puesto sus ojos en él.
Además, necesitada de novio no estaba.
—Espero a mi hermano, sí. Debe estar por salir —declaró, quitando el brazo de Sebastián de sus hombros para girar sobre sus talones y volver a los garajes. Él se lo impidió, poniéndose frente a ella. —¿Qué quieres ahora, Vettel?
Sebastian volvió a pasar su brazo sobre sus hombros y la pegó a él cuando vio a unos cámarografos cerca. Los rumores de que ellos mantenían una relación estaban a flor de piel. Destacando que todo había surgido gracias a la amistad entre Schumacher y Vettel. Que Sebastian había caído por la hermanita menor de su mejor amigo y que ahora todos eran familia. Por supuesto, nada era verdad. Al menos, la parte donde escriben que están de novios.
—¿Qué harás ahora cuando regreses al hotel? —le preguntó el rubio, deslizando su mano hasta dejarla en su cintura. Esmeralda rodó los ojos.
—Dormiré, claro. También deberías hacerlo tú, fue una carrera pesada —le sugirió. El ojiazul sonrió coqueto, ella conocía esa sonrisa.
—Te impresionaría la resistencia que tengo, Meri —jugueteó, acercando su rostro al de la chica. Esmeralda se sonrojó hasta las orejas.
Incapaz de formular palabra, lo único que hizo fue alejarlo de su espacio personal y detener su caminata, cuando estaban por llegar a la entrada de los garajes. Sebastian se quitó la gorra negra y pasó las manos por su cabello rubio sudado, sus hebras apuntaron a cualquier lado. Ella lo vio cruzarse de brazos.
—Vamos, Meri. Acabo de ganar una carrera. ¿No podrías al menos considerar una salida conmigo?
La rubia relajó los hombros y terminó por darle una pequeña sonrisa.
—No esta noche. Pero si ganas de nuevo, tal vez acepte salir algún otro día contigo. Como amigos —recalcó, apuntandolo con su dedo índice.
Sebastian sonrió, bien decían que su Era Prime estaba por comenzar.
—Por cada carrera ganada, sales conmigo. Trato hecho.
—No dije... —él la detuvo.
—El contrato viene con letra chica, Meri. Si no la leíste, no es mi culpa.
Dejando un beso en la mejilla de la chica, se despidió para por fin, dejarla a solas con su hermano que recién la encontraba.
—¿Todo bien? —le preguntó el siete veces campeón al piloto de Red Bull. Sebastian asintió con una sonrisa enorme en el rostro. —¿Nos vamos, Meri?
Esmeralda asintió, sin darse cuenta que acababa de meterse a la boca del lobo. O más bien, en el corazón de Sebastian Vettel.
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ONE SHOTS ━━ F1 drivers
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