A medida que los días se acercaban al inicio de las clases, la emoción y la ansiedad se entrelazaban en mi interior. Sin embargo, el lunes, mientras revisaba mi correo electrónico, recibí un mensaje que me hizo fruncir el ceño."Estimados estudiantes, les informamos que los casos de COVID-19 han aumentado en esta región. Para garantizar la seguridad de todos, es obligatorio el uso de mascarillas en las instalaciones de la universidad y se recomienda mantener el distanciamiento social."
La advertencia me recordó que, a pesar de que la vida parecía estar volviendo a la normalidad, la pandemia seguía presente, como un eco distante. Decidí que, aunque fuera incómodo, seguiría las recomendaciones para protegerme a mí misma y a los demás.
Mientras seguía leyendo, me di cuenta de que también había recibido dos correos adicionales. Uno me recordaba que debía comprar útiles escolares, y el otro me sugería abrir una cuenta bancaria para poder gestionar mis finanzas y obtener una tarjeta de pase del bus como estudiante. Sentí que el tiempo se me escapaba, y una nueva ola de preocupación me invadió.
Pensé en Valeria, quien siempre parecía tener una solución para todo. Sin embargo, sabía que en esos días ella se encontraba en otra región de Canadá. Con un toque de desánimo, le envié un mensaje preguntándole si podría ayudarme. Ella me respondió rápidamente, explicando que ya había completado esos trámites y que, lamentablemente, no podría acompañarme. Pero no me dejó sola; me envió una lista de lugares donde podría comprar útiles escolares a buen precio, así como algunos bancos donde abrir una cuenta.
—"No te preocupes, estoy aquí para ayudarte, aunque esté lejos,"— escribió Valeria, y su apoyo me reconfortó un poco.
Mientras leía sus recomendaciones, me di cuenta de que tenía que prepararme para una reunión virtual. La universidad había organizado una "bienvenida" en línea para todos los estudiantes nuevos, y era fundamental que me uniera a un enlace de Zoom para conocer más sobre el campus y las expectativas del nuevo semestre.
El día de la reunión llegó, y me senté frente a mi computadora, tratando de ignorar los nervios que se acumulaban en mi estómago. Cuando la sesión comenzó, la pantalla se llenó de rostros nuevos, algunos con sonrisas nerviosas y otros con semblantes concentrados. El presentador, un profesor carismático, comenzó a hablar sobre los recursos disponibles para los estudiantes y la importancia de crear lazos para conocernos.
"Es fundamental que, al menos, tengan una cara conocida cuando comiencen las clases, en el chat pongan de donde son! Bienvenidos!! "— enfatizó el profesor.
En ese momento, miré a mi alrededor y pensé que, aunque tenía a Valeria, no veía la necesidad de hacer más amigos. Sin embargo, mientras el profesor continuaba hablando, recibí un mensaje por chat privado.
"Hola, soy Luis, de México. ¿Eres de Sudamérica? Me parece que eres la única aquí junto a Valeria."
La sorpresa me invadió. Hasta ese momento, yo y Valeria éramos las únicas sudamericanas, y ahora aparecía Luis. Cuando lo vi en la cámara, me llamó la atención su aspecto. Era mayor que yo, con una barba que apenas mostraba algunos días de crecimiento, cabello dorado que brillaba con la luz de la pantalla, y ojos verdes claros que parecían chispear de entusiasmo.
—"¡Hola, Luis! Qué gusto! Soy Bella, colombiana y a la orden. ¡Qué bien saber que hay otro hispano entre tanto extranjero! Jajaja."
—"Así es, Bella. Entre tantos acentos, mi corazón se siente un poco más en casa,"— respondió él, su tono juguetón haciéndome sonreír.
—"¿Cómo te va?"
—"Genial, gracias. Estoy emocionado por comenzar. La universidad parece increíble. ¿Y tú? ¿Tienes alguna idea de qué hacer para prepararte?"
—"He estado leyendo correos sobre los útiles escolares y otras cosas, pero aún tengo que salir a comprar."
—"Ah, la parte más divertida,"— bromeó, y sentí que su entusiasmo era contagioso.
—"Sí, aunque un poco abrumadora. Pero tengo algunas recomendaciones de Valeria."
—"¿Tienes planes para ir a comprar?"— preguntó él, con curiosidad.
—"Pensaba hacerlo pronto, pero no tengo muy claro dónde."
—"¿Sabes? Tal vez podríamos ir juntos. Conozco un par de lugares buenos. ¿Qué dices?"
Mi corazón dio un pequeño salto ante la idea, pero no quería parecer demasiado ansiosa.
—"Eso suena bien, aunque no estoy segura de que sea la mejor guía,"— respondí, sintiéndome un poco nerviosa.
—"No te preocupes. Solo tengo buen ojo para las cosas. Podríamos pasar un buen rato en el camino,"— sugirió, su tono amistoso me hizo sonreír.
"Está bien, me parece un buen plan. ¿A qué hora te gustaría ir?"
—"¿Qué te parece después de la reunión? Podemos hacer un recorrido por el campus también."
—"Perfecto, me gusta la idea."
La charla siguió fluyendo mientras el profesor compartía información sobre clubes y actividades. Yo seguía intercambiando mensajes con Luis, sintiendo que el comienzo de este nuevo capítulo estaba tomando forma.
Finalmente, la sesión de Zoom llegó a su fin, y me di cuenta de que tenía que prepararme para salir con Luis. Un torbellino de nervios me invadió al pensar en nuestro encuentro. Me levanté rápidamente para dirigirme al baño, pero al intentar entrar a la ducha, descubrí que Lucas estaba allí. Recordé que el dueño me había mencionado que podía usar la ducha en el piso de arriba en caso de la que nuestro piso se encuentre ocupada, pero nunca había subido antes. Siempre había tenido fácil acceso a mi piso, y no veía la necesidad de explorar los otros pisos de la casa.
Decidida, subí al piso de arriba y, para mi sorpresa, la ducha estaba desocupada. Cerré la puerta con llave y me preparé para bañarme. Unos diez minutos pasaron mientras el agua corría y entonces, de repente escuché un fuerte golpe en la puerta. Alguien estaba golpeando intensamente.
"¡Apúrate! ¡¿Cuánto tiempo más vas a estar ahí?!"
Salí de la ducha con prisa y, al abrir la puerta, me encontré con una chica asiática que lucía muy enojada.
—"¿Quién te crees para usar mi ducha sin avisar?"— exclamó, con una mirada fulminante.
—"Lo siento mucho. No sabía que era tuya. Pensé que podría usarla aquí,"— respondí, tratando de mantener la calma.
—"Claro, lo que quieras, pero me gustaría que al menos me avisaras la próxima vez. Aquí también hay otras personas, ¿sabes?"— dijo, cruzando los brazos.
—"Tienes razón, lo siento. No fue mi intención. Solo me mudé aquí y todavía no conozco a todos,"— intenté explicarle.
La chica pareció calmarse un poco, aunque seguía con el ceño fruncido.
—"Bueno, solo ten cuidado la próxima vez. Soy Yuki, por cierto,"— se presentó, su tono más amable.
—"Hola, Yuki. Soy Bella. Prometo que no volverá a suceder,"— le dije, intentando sonreír.
—"Está bien, solo quería que lo supieras. Ahora tengo que ducharme, así que... espero que no te moleste que yo use esta ducha."
—"¡Para nada! Es tu hogar también,"— respondí mientras me hacía a un lado para dejarle espacio.
Cuando finalmente salí de la ducha, todavía un poco nerviosa por lo ocurrido, revisé la hora. Tenía que prepararme rápidamente para mi cita con Luis. Me sentía emocionada y un poco ansiosa, pero porque me sentía así?...
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Que Hubiera Sido...
RomanceSinopsis: ¿Te ha pasado que estuviste cerca de tener algo especial con alguien, pero por alguna razón no sucedió? Esta es la historia de Bella, una joven que se muda a Canadá para continuar sus estudios. Lo que no esperaba era cruzarse en el camino...