Un Rincón entre las hojas

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Después de terminar su café, Luis apoyó el codo en la mesa, mirándola con una sonrisa ligera.

—¿Te sientes mejor para continuar con nuestra travesía estudiantil? —bromeó, guiñando un ojo.

Bella sonrió, sintiendo que el peso en su pecho ya no era tan abrumador.

—Sí, estoy lista para ir al banco ahora.

Luis asintió, se levantó de su asiento y extendió su mano como si fuera su escolta.

—Muy bien, señorita. Vamos a conquistar el mundo financiero.

Ambos rieron y caminaron hacia el banco, aprovechando la cercanía. Entraron al edificio, donde el aire acondicionado les recibió con un alivio fresco después de la ligera humedad de la lluvia.

En la ventanilla, los atendió una empleada amable que los guió a una oficina privada para abrir la cuenta bancaria. Después de un breve proceso, Bella y Luis recibieron los detalles de su cuenta.

—Aquí tienen su tarjeta de débito, que ya está activa. La tarjeta de crédito les llegará a su domicilio en una semana —explicó la empleada, entregándoles el sobre con una sonrisa.

Bella guardó la tarjeta en su cartera y suspiró de alivio.

—Un paso más listo —murmuró.

Luis le dio un leve empujón en el hombro, sonriendo.

—¿Qué tal si aprovechamos que estamos cerca y conseguimos las líneas telefónicas de una vez?

Bella asintió.

—Sí, no hay problema. Mejor ahora que ya estamos en modo "trámites".

Salieron del banco y caminaron hacia una tienda de telefonía. Apenas cruzaron la puerta, un empleado joven y entusiasta se acercó a ellos con una sonrisa demasiado amplia.

—¡Bienvenidos! ¿Están buscando alguna línea telefónica o quizás un plan familiar para ustedes?

Bella y Luis se miraron, sorprendidos por la suposición. Antes de que pudieran corregirlo, el empleado ya había comenzado a hablar entusiasmado.

—Verán, el plan familiar les permite compartir datos ilimitados, llamadas y mensajes gratis entre ustedes. Además, por ser esposos—

Luis soltó una carcajada antes de que el chico pudiera terminar.

—¿Esposos? —dijo, fingiendo asombro—. Bueno, Bella, ¿qué opinas? ¿Intentamos serlo?

Bella estalló en risa, cubriéndose la boca.

—¡Por favor! No somos pareja, pero gracias por el empujoncito —bromeó ella.

El joven empleado se sonrojó y rió nerviosamente.

—Ay, perdonen, chicos. Me dejé llevar. Déjenme traerles los planes individuales.

Luis se inclinó hacia Bella, aún con la risa bailando en sus ojos.

—¿Ves? Ya estamos creando rumores donde quiera que vamos.

Bella le dio un empujón amistoso.

—Tú no ayudas nada, ¿eh?

Cuando el empleado regresó con las opciones, eligieron sus planes individuales, hicieron el pago y activaron sus nuevas líneas en cuestión de minutos.

—¿Listo? —preguntó Luis, guardando su celular en el bolsillo.

Bella asintió, aún divertida por el malentendido.

—Listo. ¿Ahora qué sigue?

Luis miró hacia afuera, donde la lluvia había cesado y el sol comenzaba a asomarse entre las nubes.

Que Hubiera Sido...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora