Durante esa misma tarde decidí tomarme una siesta después de haber conocido al menos algo de Saskatchewan, desperté sintiéndome más ligera, como si el tarde de descanso me hubiera devuelto un poco de energía. Sin embargo, aún tenía una conversación pendiente que no podía postergar más. Busqué el nombre de Mateo con un corazón rojo al lado de el nombre en mis contactos y, tras unos segundos de vacilación, toqué el ícono de llamada.Él respondió al segundo tono, con la calidez que siempre lo caracterizaba.
—¡Hola! No esperaba tu llamada tan temprano bella —dijo con una mezcla de sorpresa y alegría.
—Hola, Mateo. Estaba pensando en tu carta y... creo que tenemos que hablar de cómo vamos a manejar esto.
—Sí, tienes razón. Sabía que la distancia sería difícil, pero quiero que esto funcione. ¿Tú qué piensas? —preguntó, su voz llena de sinceridad.
Respiré hondo antes de responder.
—Yo también quiero que funcione. Pero tenemos que ser claros y mantenernos comunicados. Sin presión, pero estando ahí el uno para el otro.
—¿Qué te parece si hacemos videollamadas dos veces por semana y nos mandamos mensajes siempre que podamos? —sugirió él, con ese tono de calma que siempre lograba tranquilizarme.
—Me parece perfecto. Lo importante es que ninguno de los dos se sienta solo en esto —le dije.
Mateo hizo una pausa breve antes de añadir:
—Prométeme que, si algo se vuelve complicado, me lo dirás. No quiero que esto se convierta en un peso para ninguno de los dos.
—Te lo prometo —respondí, sonriendo suavemente.
Después de unos minutos más de charla, colgamos. Sabía que la distancia no sería fácil, pero al menos ya teníamos un plan para enfrentarla juntos.
- Al día siguiente -
Después de un desayuno rápido, decidí regresar a la universidad para recoger mi horario de clases. Sabía que necesitaba organizarme, pero el día anterior, entre tantas distracciones, había olvidado por completo ese detalle.
El camino al campus fue tan agradable como la primera vez. El crujir de las hojas bajo mis pies, el viento fresco y el sol débil que apenas lograba calentarme me hacían sentir que poco a poco comenzaba a adaptarme.
Al llegar al edificio administrativo, me dirigí hacia la ventanilla donde entregaban los horarios. Justo cuando estaba a punto de hablar con la recepcionista, una chica delgada se metió rápidamente delante de mí, ocupando mi lugar.
—¡Hola! Vengo a recoger mi horario. Estoy un poco apurada —dijo con una sonrisa despreocupada, como si no se diera cuenta de que me había sobrepasado.
Me quedé atónita por un segundo, intentando procesar lo que acababa de pasar. No suelo reaccionar de inmediato en situaciones así, pero esta vez sentí que debía hacerlo.
—Disculpa —dije en voz firme—, pero yo estaba primero.
La chica se giró hacia mí, con una expresión entre sorprendida y avergonzada.
—¡Oh! Perdón, no me di cuenta. Es que tengo prisa... —dijo, encogiéndose de hombros.
—Lo entiendo, pero hay que hacer fila como todos —respondí, tratando de mantener la calma pero marcando mi punto.
La recepcionista, que observaba la escena con una sonrisa contenida, me miró y dijo:
—Tú primero. ¿En qué puedo ayudarte?
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Que Hubiera Sido...
RomanceSinopsis: ¿Te ha pasado que estuviste cerca de tener algo especial con alguien, pero por alguna razón no sucedió? Esta es la historia de Bella, una joven que se muda a Canadá para continuar sus estudios. Lo que no esperaba era cruzarse en el camino...