1. 𑁍

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Doyoung siempre había sido alguien serio y dedicado a su trabajo en la hacienda familiar. Cargaba sobre sus hombros la responsabilidad de cuidar a sus hermanos y mantener todo en orden. La vida en el campo no era fácil, pero él se enorgullecía de la paz y estabilidad que había construido a lo largo de los años. Sin embargo, algo faltaba, aunque él jamás lo admitiría. Había aprendido a llenar sus días con trabajo y sus noches con libros, resignado a una vida tranquila y sin sobresaltos.

Pero todo cambió el día que Jaehyun apareció en su vida.

Esa tarde, mientras Doyoung trabajaba en el establo, oyó el sonido de cascos acercándose rápidamente. Un caballo marrón oscuro galopaba hacia él, montado por un hombre que irradiaba confianza y que, sin duda, sabía lo que hacía. Doyoung se giró justo a tiempo para ver cómo el jinete, con una sonrisa encantadora, se detenía frente a él.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó el hombre, mientras desmontaba del caballo con una agilidad que dejaba claro que estaba acostumbrado a ese tipo de vida.

Doyoung lo miró, algo desconfiado. Vestía una camisa blanca y jeans que se ajustaban perfectamente a su figura, aquel cabello rubio brillaba más gracias al sol y tenía una sonrisa tan deslumbrante que le pareció imposible no notarla. El extraño se acercó, extendiendo la mano como si fueran viejos conocidos.

—Soy Jaehyun. Recién me mudé a la hacienda vecina —dijo, en un tono despreocupado, como si ya hubiera conquistado todo a su alrededor.

Doyoung dudó antes de estrechar su mano, pero lo hizo con cierto recelo.

—Doyoung. Encantado —respondió, sin mucho entusiasmo. No quería parecer frío, pero tampoco quería mostrarse demasiado abierto con un desconocido que aparecía de repente, como si nada.

Jaehyun lo observó con curiosidad, su sonrisa creciendo al ver la seriedad de Doyoung. Había algo en aquel hombre que despertaba en él un interés que no había sentido en mucho tiempo. No era solo su belleza tranquila, sino esa seriedad y ese aire de responsabilidad que parecía rodearlo.

—¿Siempre eres tan formal? —Jaehyun bromeó, con una mirada juguetona.

Doyoung alzó una ceja, sin caer en el juego.

—No suelo recibir visitas inesperadas —respondió, volviendo a su trabajo.

Pero Jaehyun no se dejó intimidar. En lugar de marcharse, se quedó observando, apoyado en la cerca del establo, mientras Doyoung intentaba ignorarlo. Pero la presencia de Jaehyun era como una llama, y él no podía evitar sentirse atraído por esa calidez y confianza desbordante.

—¿Sabes montar? —Jaehyun le preguntó de repente, inclinando la cabeza para captar su atención.

Doyoung lo miró, confundido. Viendo detenidamente el cuerpo contrario, sin embargo sabía que no se refería a ese tipo de "montar".

—Sí, claro —respondió, sin entender a dónde iba con la pregunta.

Antes de que pudiera procesarlo, Jaehyun se acercó y le ofreció su caballo.

—Entonces, acompáñame a dar una vuelta. Vamos, no todos los días se tiene la oportunidad de conocer a alguien como yo —dijo, con una risa suave y ese destello coqueto en los ojos.

Doyoung suspiró, intentando mantenerse impasible. Pero, al final, algo en él decidió aceptar el desafío. Montó en el caballo junto a Jaehyun, sintiendo el calor de su cuerpo y esa extraña sensación de familiaridad que, inexplicablemente, le hacía sentir a salvo.

Durante el paseo, hablaron de temas superficiales, aunque Doyoung trataba de no revelar mucho de sí mismo. Sin embargo, Jaehyun, con su encanto y su voz suave, parecía tener una habilidad especial para hacerlo hablar. Cada vez que Jaehyun le lanzaba una sonrisa o le hacía alguna pregunta inesperada, Doyoung sentía cómo sus muros se debilitaban poco a poco.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos rosados y naranjas. Jaehyun lo miró de reojo y, después de un largo silencio, se inclinó hacia él, casi como un susurro al oído:

—Espero que me invites a volver, Doyoung.

Doyoung trató de mantener su expresión neutral, pero la idea de que Jaehyun volviera le hizo sentir algo que no había sentido en mucho tiempo: una mezcla de emoción y peligro.

—Si vuelves, más te vale ayudar en la hacienda —respondió, en un intento por parecer severo, aunque en el fondo deseaba volver a verlo.

Jaehyun rió, una risa baja y contagiosa que parecía una promesa de que esta historia solo estaba comenzando. Y, en el fondo, Doyoung sabía que este hombre no sería fácil de olvidar.









Buenooooo, aquí una historia nueva aprovechando que aún tengo tiempo libre antes de saber la de chambear. Es bien random, así que espero la disfruten mucho. 💃🏻

Pasión de un Gavilán (Jaedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora