El tiempo en la hacienda transcurrió con la misma rutina de siempre, pero la tensión en el aire era palpable. La relación entre Jaehyun y Doyoung había pasado a ser un juego peligroso. Cada momento que compartían, cada mirada robada o comentario insinuante, los ponía más cerca de ser descubiertos por los ojos vigilantes de aquellos a su alrededor.
Una tarde, mientras Jaehyun estaba en su oficina revisando algunos documentos importantes para la hacienda, Doyoung llegó con una carta de proveedores que debía revisar. La interacción entre ellos era cordial, pero siempre con un dejo de complicidad en el aire. Se miraban, intercambiaban sonrisas disimuladas, pero sin llegar a cruzar demasiados límites.
—¿Todo en orden en los establos? —preguntó Jaehyun sin levantar la mirada de los papeles.
—Sí, todo tranquilo. Aunque creo que los caballos están más inquietos de lo usual —respondió Doyoung, acercándose a la mesa para dejar la carta frente a él.
Jaehyun alzó la vista y lo observó con una sonrisa suave, pero el momento se interrumpió por un golpe en la puerta.
—Señor Jaehyun, tenemos visita —anunció uno de los sirvientes desde el umbral.
Jaehyun suspiró, molesto por la interrupción, pero se levantó de su silla con una expresión neutral.
—¿Quién es? —preguntó mientras se dirigía hacia la puerta.
El sirviente se apartó, dejando paso a Ten, quien entró con una sonrisa falsa pintada en el rostro.
—Jaehyun, qué bueno verte. Espero no interrumpir demasiado —dijo Ten, mirando a Doyoung con una leve inclinación de cabeza.
Doyoung, que aún se encontraba cerca de la mesa, no pudo evitar tensarse ante la presencia de Ten. La incomodidad era evidente, pero intentó mantener la compostura.
—¿En qué puedo ayudarte? —dijo Jaehyun con voz tranquila, pero con una mirada de preocupación que no pasó desapercibida para Doyoung.
Ten miró a ambos con ojos calculadores antes de hablar.
—Vine a hablar sobre los asuntos de la hacienda, Jaehyun. Pero parece que también tienes compañía —añadió con un tono cargado de ironía.
Jaehyun frunció el ceño, pero no comentó nada al respecto. Ten, sin embargo, no perdió la oportunidad de dar un paso más hacia Doyoung, buscando quizás una respuesta en su actitud.
—¿Todo bien por aquí, Doyoung? —preguntó Ten, esta vez con una mirada fría que no escapó a Doyoung.
—Todo bien —respondió Doyoung con una sonrisa forzada, incapaz de ocultar su incomodidad.
La conversación se alargó por varios minutos, pero el ambiente se sentía denso, con Ten observando a Doyoung más de lo necesario. Cuando finalmente Ten se despidió, Jaehyun lo acompañó hasta la puerta, pero antes de que se fuera, Ten se volvió hacia él, como si recordara algo importante.
—Oh, por cierto, Jaehyun. Me olvidé de decirte que he estado pensando en algo —comenzó Ten, dando un paso hacia él y bajando la voz—. Quizás deberíamos hablar sobre lo que está pasando entre tú y Doyoung, porque no creo que sea tan sencillo como parece.
Jaehyun frunció el ceño y miró a Ten, completamente confundido.
—¿De qué hablas, Ten? —preguntó, sin entender a qué se refería.
Antes de que pudiera responder, Ten lo alcanzó y, en un impulso, le dio un beso en la mejilla, como si fuera un gesto afectuoso, pero al mismo tiempo cargado de intenciones ambiguas.
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Pasión de un Gavilán (Jaedo)
Fanfiction"-¿Sabes montar? -Jaehyun le preguntó de repente, inclinando la cabeza para captar su atención. Doyoung lo miró, confundido. -Sí, claro -respondió, sin entender a dónde iba con la pregunta."