4. 𑁍

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El sol había caído hace horas, y el viento nocturno hacía que cada rincón de la hacienda se llenara de un silencio envolvente. Doyoung caminaba con paso nervioso, casi arrepintiéndose de haber venido, pero algo dentro de él lo impulsaba hacia el establo, donde Jaehyun lo había citado. No podía entenderlo; su cabeza le decía que se alejara, que ese hombre solo significaba problemas. Pero su corazón, en cada latido, le recordaba el deseo y la curiosidad que sentía.

Al acercarse, lo vio. Jaehyun estaba apoyado en el marco de la puerta, observando las estrellas como si supiera que Doyoung iba a aparecer en cualquier momento. Al notar su presencia, se giró, y una sonrisa traviesa y complacida se dibujó en sus labios.

-Doyoung -saludó suavemente, avanzando hacia él con paso confiado.

Doyoung se quedó inmóvil, sin saber qué responder. Sin embargo, Jaehyun no parecía necesitar palabras. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, sus ojos captaron el destello de inseguridad en los de Doyoung, y con un gesto seguro, extendió la mano, tomándolo de la cintura y acercándolo hacia sí.

-¿Sabes cuánto he estado esperando este momento? -susurró Jaehyun, su voz baja y cargada de emoción.

Doyoung intentó resistirse, aunque sentía el calor de las manos de Jaehyun rodeándolo, sus dedos firmes pero delicados en su cintura, como si estuviera sosteniendo algo precioso. Trató de decir algo, de encontrar una razón para retroceder, pero sus palabras se ahogaron cuando los labios de Jaehyun se inclinaron hacia los suyos, dándole un beso suave que fue profundizándose lentamente.

Doyoung no pudo contener el suspiro que escapó de sus labios. No solo era un beso; era una promesa, un choque de mundos que se fundían en uno solo. Jaehyun, sintiendo la rendición en la respuesta de Doyoung, deslizó sus manos por su espalda, acercándolo aún más, hasta que sus cuerpos quedaron completamente unidos.

Cuando sus bocas se separaron, ambos respiraban con dificultad, y Jaehyun sonreía de una forma que mezclaba picardía y ternura. Lo miró directo a los ojos, con una intensidad que hizo que Doyoung sintiera cómo el rubor se extendía por su rostro.

-¿Por qué insistes tanto? -logró decir Doyoung, tratando de recuperar la compostura.

Jaehyun soltó una pequeña risa y, sin soltarlo, deslizó sus manos hasta la nuca de Doyoung, acariciándolo suavemente.

-Porque sé que tú también lo sientes. Y porque me gusta ver cómo tratas de resistirte, aunque sé que no quieres.

Antes de que Doyoung pudiera reaccionar, Jaehyun volvió a capturar sus labios en un beso, esta vez más profundo, más desesperado. Sus manos se deslizaron hasta la cadera de Doyoung, acercándolo de tal manera que no quedó espacio entre ellos. Doyoung, atrapado en la intensidad del momento, dejó que sus propios brazos rodearan el cuello de Jaehyun, permitiendo que el beso se volviera cada vez más apasionado, cada vez más necesario.

En un movimiento inesperado, Jaehyun tomó a Doyoung, empotrándolo suavemente contra una de las paredes del establo. El cuerpo de Doyoung chocó contra la madera, y antes de que pudiera asimilar lo que sucedía, Jaehyun lo estaba besando con una urgencia que lo hacía perder el aliento. Sus labios exploraban cada rincón, y Doyoung sentía cómo su cuerpo respondía al contacto, al roce de sus cuerpos y a la manera en que Jaehyun lo sostenía, como si fuera algo valioso, algo que no quería dejar escapar.

-Quédate esta noche -murmuró Jaehyun contra sus labios, su voz ronca y cargada de emoción.

Doyoung, con el corazón latiendo a mil por hora, asintió sin palabras, incapaz de resistirse más. Lo último que quería en ese momento era alejarse de él.

Jaehyun, con una sonrisa satisfecha, lo tomó de la mano y lo guió hacia un rincón más íntimo del establo, donde ambos se permitieron finalmente ser vulnerables, donde dejaron que sus sentimientos y deseos salieran a la luz, donde el tiempo pareció detenerse.

Jaehyun lo miró, dejando que la completa visión de Doyoung lo iluminase. Sus rasgos iluminados por el suave resplandor de las linternas. El pecho de Doyoung subía y bajaba con cada respiración entrecortada, pudiendo ver la desesperación en los ojos ajenos, la misma necesidad que reflejaban ambos.

Sin romper el contacto visual, Jaehyun se inclinó para capturar sus labios una vez más, el beso fue una declaración de su deseo. Las manos vagando por su cuerpo, trazando las líneas duras de sus músculos, sintiendo el calor que irradiaba de su piel.

Apretando sus caderas contra las de Doyoung, ocasionando que la fricción enviara escalofríos por su columna vertebral. Ambos gemidos se mezclaron en el aire, una sinfonía de lujuria y anhelo.

En ese momento, no existía nada más que ellos dos, perdidos en un mundo de su propia creación.

Con un gruñido, Jaehyun levantó fácilmente el cuerpo de Doyoung del suelo, sus piernas envolvieron  hábilmente su cintura mientras lo inmovilizaba contra la pared más cercana. Jaehyun no pudiendo controlar su parte más descontrolada, sus dedos se enredaron en los ajenos, tirando de su cabeza hacia atrás para exponer la bella y sensible piel del cuello de Doyoung.

Dejando un rastro de besos húmedos a lo largo de la mandíbula, mordisqueando y chupando sus puntos de pulso, volviéndolo loco de deseo.

-Jaehyun -Doyoung susurró, su voz apenas audible por encima de los fuertes latidos de su corazón y sus incontrolables jadeos volviéndose cada vez más fuertes.

Aquel nombre en sus labios era como una plegaria, una súplica, una promesa. Jaehyun juró nunca haber escuchado su propio nombre de una manera tan hermosa.

-Mierda- Gimió en respuesta, Jaehyun ya no aguantaba tener su miembro apretado con el paso de los segundos. Las piernas de Doyoung se apretaron a su alrededor ocasionando que aquel roce sea el inicio de sus delirios.

-Dime que quieres esto- Gruñó, teniendo su voz baja y áspera por la necesidad. -Dime que lo anhelas tanto como yo.-

Doyoung tembló en sus brazos, una dulce rendición al deseo que amenazaba con consumirlos a ambos. -Sí- Susurró, su voz era una confesión ronca. -Lo quiero, Jaehyun. Lo necesito.-

Las caderas se sacudieron contra las contrarias, la fricción deliciosamente dolorosa.

-Entonces tómalo- Jaehyun ordenó, soltando su cabello para agarrar su trasero, acercándolo imposiblemente más. -Reclama lo que es tuyo.- Dicho esto, volvió a chocar sus labios contra los de Doyoung, un beso tan feroz, tan desesperado, que rayaba en lo salvaje. Sus lenguas se entrelazaron, una danza primaria de posesión y lujuria.

Doyoung se rindió, permitiéndose disfrutar de cada caricia, cada susurro y cada mirada, sabiendo que esa noche cambiaría algo en su vida para siempre.

Tomándose el tiempo, Jaehyun con toda la fuerza que tenía hizo que Doyoungs se acostara con delicadeza permitiéndose quitarle cada prenda mientras acariciaba cada rincón de su cuerpo.

Piel de porcelana, una piel que le pedía a gritos marcas territoriales, sin embargo, en su mente tenía otros planes. Jaehyun tomó las manos de Doyoung llevándolas por detrás de su espalda y sin esperar más, metió dos dedos en la parte trasera ajena.

-¡Jae!- Doyoung por primera vez se permitió gemir sin importarle que algunos empleados lo pudieran escuchar. Permitiéndose marcar la espalda de aquel cuerpo perfectamente marcado por cada músculo con una fuerza que le diera la seguridad que dejaría rastro de su encuentro.

Jaehyun hundiéndose en Doyoung hasta que ambos no pudieran soportarlo más, llenando cada rincón interno con su esencia. Doyoung teniendo sus labios hinchados por las constantes mordidas que el más alto le brindaba y aquellos espasmos de su reciente orgasmo.

En la noche y parte de la madrugada, entre risas suaves, besos robados y promesas mudas, ambos se entregaron a un amor que había estado esperando el momento adecuado para florecer.

Pasión de un Gavilán (Jaedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora