Pasión de un Gavilán (Jaedo)

9. 𑁍

Los días que siguieron fueron un torbellino de emociones en la hacienda. Aunque Doyoung y Jaehyun intentaban mantener su relación en secreto, los murmullos y miradas entre ambos no pasaban desapercibidos. Las hermanas de Jaehyun comenzaron a notar algo extraño, especialmente Yeri, la más perspicaz de todas.

—¿Has notado cómo Jaehyun desaparece por las tardes? —preguntó Yeri mientras tomaban el té en la sala con sus hermanas.

—Probablemente esté en alguna de sus travesuras de siempre, coqueteando con alguien del pueblo —respondió Winter, encogiéndose de hombros.

Yeri, sin embargo, no estaba convencida. Sabía que algo más estaba sucediendo, y no descansaría hasta descubrirlo.

Jaehyun y Doyoung se habían escapado de nuevo para pasar un momento juntos lejos de las miradas curiosas. Jaehyun, con su habitual coquetería, intentaba sonsacarle risas a Doyoung mientras lo ayudaba a limpiar los establos.

—¿Sabías que tienes una forma muy atractiva de usar el rastrillo? —comentó Jaehyun con una sonrisa maliciosa.

Doyoung rodó los ojos, aunque no pudo evitar reír.

—¿Eso es lo mejor que puedes inventar para halagarme? Creí que eras más creativo.

Jaehyun se acercó, dejando el rastrillo a un lado.

—Si quieres, puedo ser mucho más creativo, pero no creo que sea apropiado aquí... aunque no me molestaría intentarlo.

Doyoung se sonrojó profundamente y lo empujó suavemente, intentando mantener la compostura.

—¡Jaehyun! Estamos en los establos, cualquiera podría vernos.

Jaehyun soltó una carcajada, encantado por la reacción de Doyoung.

—¿Y eso qué? Déjalos que miren. Tal vez así entiendan que no pienso soltarte.

Doyoung lo miró, intentando mantenerse serio, pero la intensidad en los ojos de Jaehyun lo desarmó. Antes de que pudiera responder, Jaehyun lo tomó por sorpresa, inclinándose para robarle un beso. Fue rápido, un toque breve pero lleno de intención, que dejó a Doyoung completamente sin palabras.

—Eres imposible... —murmuró Doyoung, apartando la mirada para ocultar su sonrisa.

Jaehyun, triunfante, lo abrazó por detrás, apoyando su barbilla en el hombro de Doyoung.

—Y tú me encantas cuando intentas resistirte. Pero sabes que no puedes.

Doyoung suspiró, derrotado, pero feliz. No podía negar que Jaehyun tenía una forma única de hacerlo sentir vivo, aunque su relación fuera complicada.

Esa misma noche, mientras Jaehyun regresaba a la hacienda después de despedirse de Doyoung, se encontró con Yeri en el pasillo. Su hermana lo miraba con los brazos cruzados y una ceja arqueada.

—¿De dónde vienes tan tarde? —preguntó con tono acusador.

Jaehyun intentó mantener la calma, aunque sabía que Yeri no se dejaría engañar tan fácilmente.

—De dar un paseo. Necesitaba despejarme.

Yeri lo miró fijamente, buscando algún indicio de mentira.

—¿Y ese "paseo" tiene algo que ver con Doyoung? Porque últimamente parece que no puedes mantenerte lejos de él.

Jaehyun se detuvo en seco, sorprendido por la perspicacia de su hermana.

—No sé de qué hablas, Yeri. Doyoung es solo un empleado aquí. Nada más.

Yeri soltó una risita sarcástica, claramente incrédula.

—Jaehyun, te conozco mejor que nadie. Sé cuándo estás mintiendo. Y te advierto, si sigues con esto, podrías poner en peligro todo lo que hemos construido aquí. Piensa bien lo que estás haciendo.

Jaehyun la miró con seriedad, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que Yeri tenía razón en parte, pero no estaba dispuesto a renunciar a lo que sentía por Doyoung. Tendría que encontrar la manera de protegerlo, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia familia.

Mientras tanto, Ten, que no había dejado de vigilar a Doyoung, decidió tomar cartas en el asunto. Una noche, lo interceptó mientras regresaba a su habitación en la hacienda. Su expresión era sombría, y su tono, más amenazante que nunca.

—Sabes, Doyoung, no puedo entender qué es lo que Jaehyun ve en alguien como tú. Pero te daré un consejo: aléjate de él antes de que sea demasiado tarde.

Doyoung lo miró con firmeza, negándose a dejarse intimidar.

—No tienes ningún derecho a decirme qué hacer, Ten. Lo que pase entre Jaehyun y yo no es asunto tuyo.

Ten dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre ellos.

—Tal vez no sea mi asunto, pero créeme, haré todo lo posible para que esto termine. No permitiré que alguien como tú arruine la vida de Jaehyun.

Antes de que Doyoung pudiera responder, Ten se alejó, dejándolo con un mal presentimiento. Sabía que él era capaz de cualquier cosa, y tendría que estar preparado para enfrentarlo.

Como ya tenía por costumbre, Jaehyun se coló en la habitación de Doyoung, incapaz de quedarse tranquilo después de su encuentro con Yeri. Al verlo, Doyoung suspiró, sabiendo que no podría echarlo.

—Jaehyun, no puedes seguir apareciéndote así. Si alguien nos descubre...

Jaehyun lo interrumpió, acercándose rápidamente y atrapándolo entre sus brazos.

—No me importa. Necesito verte, Doyoung. No puedo pasar otra noche sin ti.

Doyoung intentó resistirse, pero Jaehyun lo besó con una pasión desbordante, dejándolo sin aliento. Las manos de Jaehyun recorrieron su espalda, mientras lo empujaba suavemente contra su cama. Doyoung, incapaz de luchar contra sus propios sentimientos, correspondió al beso, dejando que la intensidad del momento los envolviera.

—Eres un desastre, Jaehyun —murmuró Doyoung entre besos.

—Y tú eres lo único que puede arreglarme —respondió Jaehyun, sonriendo antes de volver a besarlo.

Mientras sus cuerpos se entrelazaban, ambos sabían que el camino por delante estaría lleno de desafíos. Pero, por ahora, solo querían disfrutar del momento, olvidando todo lo demás.