Querido Niño Jesús,
Te escribo esto porque no sé a quién más contarle. Papá y mamá ya no están, y yo... yo estoy muy asustada. No entiendo qué está pasando, y nadie me ha dicho nada. Solo escucho cosas, veo cosas... y ya no sé si es real o si estoy soñando. Todo está raro, Niño Jesús, y no sé cómo explicarlo.
Papá estaba bien, mamá también, pero algo pasó. Un día, mamá comenzó a llorar sin dejar de mirar por la ventana. Yo la veía sentada, en el sillón, con sus ojos grandes, abiertos, como si no me viera. Y papá... él ya no me hablaba. En su cara había algo oscuro, como cuando se enoja mucho, pero esta vez no era enojo, era algo peor. Él me miraba, pero sus ojos no eran los mismos. ¿Sabes? Como si no fuera él, pero lo era.
Mamá y papá ya no comían, solo se quedaban sentados, mirándose entre ellos, y yo les hablaba, pero ellos no me contestaban. Decían cosas extrañas, como que:
-El fin se acerca y todo se va a quemar, pero no entendía nada, Niño Jesús. Yo pensaba que estaban jugando, o que estaban cansados, o que era un sueño muy raro. A veces papá me abrazaba y me decía que todo estaría bien, pero su abrazo no me hacía sentir bien, me hacía sentir como si me estuviera alejando de algo... como si me estuviera olvidando.
Un día, papá y mamá no despertaron. Estaban en la sala, los dos, como si estuvieran durmiendo, pero no se movían. Yo les grité y les sacudí, pero no se levantaron, y cuando miré bien, vi que sus rostros estaban pálidos, muy pálidos, y sus bocas estaban abiertas como si hubieran gritado, pero ya no había sonido.
Entonces, el vecino vino y me miró raro, como si no me conociera, y me dijo que tenía que irme de ahí, que el mundo estaba cambiando, que nadie estaba a salvo. Pero yo no entendía, Niño Jesús. Yo solo quería que mamá me abrazara, que papá me hablara como antes, que todo volviera a ser normal. Pero ya no era normal. Ya nada lo era.
Hace tres días, mi hermano pequeño, Lucas, desapareció. No sé si se fue por su cuenta o si alguien lo llevó, pero no lo encontré en su habitación, ni en el jardín, ni en la calle. Lo llamé mucho, le grité, pero no apareció. Estoy tan sola, Niño Jesús. Tan sola, y no sé si él está bien, o si algo malo le pasó. Yo pensaba que estaba jugando, que tal vez se había escondido, pero el tiempo pasó y no volvió. Ya no sé si sigue allá afuera o si... ya no lo veré.
Y ahora... ahora hay ruidos afuera. Mucho ruido. Como gritos. Yo pensaba que era una fiesta, porque mamá siempre me decía que las fiestas tenían mucha música y voces, y a mí me gustaban las fiestas, pero esta no suena como las fiestas de antes. Es diferente. Es como si alguien estuviera gritando de miedo, y los gritos suenan muy cerca, muy fuertes, como si vinieran de la calle, o de la casa del vecino, o de... no sé de dónde, pero están allí. A veces, también escucho risas, pero no son risas de personas felices. Son risas de personas que están sufriendo, como si estuvieran llorando pero al mismo tiempo riendo. Es raro y me da miedo, Niño Jesús. Yo me escondo debajo de la mesa o en el baño, tapándome los oídos, pero no puedo dejar de escucharlos. Y cada vez más fuerte.
Pensé que era la lluvia, o que había algo fuera, como animales, o algo que no sé. Pero cada vez que miro por la ventana, ya no veo el cielo, solo veo una niebla espesa, como si la tierra estuviera cubierta de algo oscuro, algo que lo cubre todo. Y las luces de la calle ya no se prenden, Niño Jesús. Todo está oscuro y frío. Solo escucho los gritos, cada vez más cerca, como si vinieran de dentro de la casa, como si estuvieran aquí conmigo, pero yo estoy sola.
Me da mucho miedo, Niño Jesús. Yo quiero que me digas qué hacer, qué pasa con el mundo, por qué ya no hay nadie, por qué los gritos no paran. Si fuera una fiesta, ¿por qué nadie me invitó? ¿Por qué no hay más gente? ¿Por qué mamá y papá ya no están aquí?
Hace un rato, vi algo en la ventana. Algo grande, con los ojos brillantes. No era un animal, ni un vecino. Era algo... no sé, pero no me gustó. Me miró con esos ojos tan grandes, tan rojos. Y cuando me miró, sentí como si me estuviera observando, esperando algo. Fue muy raro. Pero no me moví, Niño Jesús, porque si me movía, pensaba que me vería, y me haría algo malo.
Estoy escribiendo esto porque no sé qué más hacer. Todo está tan oscuro, y no sé si el mundo se está acabando, o si es solo un sueño, o si yo también estoy desapareciendo, pero necesito que alguien me escuche. Solo quería decirte que te extraño, y que ya no sé qué hacer. Me siento tan sola.
La fiesta... los gritos... todo está tan confuso. ¿Dónde está Lucas? ¿Por qué no me hablan? ¿Por qué nadie viene a buscarme? No sé si estoy soñando, Niño Jesús, pero por favor, ayúdame. Yo quiero que esto termine. Yo quiero salir de este lugar oscuro. Yo quiero ver a mamá y papá. Quiero ver a Lucas.
Te quiero mucho, Niño Jesús. Por favor, no me dejes sola.
Con cariño,
Sofía
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Pequeñas Pesadillas
Horor¿Te atreves a cruzar la frontera entre la realidad y el miedo? Este no es un simple libro; es una invitación a un viaje donde lo cotidiano se mezcla con lo sobrenatural, y donde cada página susurra secretos oscuros que te atraparán. Este libro de h...