Entre el deber y...el deseo?

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El eco de sus propios pasos resonaba en la amplia sala vacía mientras Jungkook se debatía en un tormento interno que le resultaba imposible de ignorar. Desde que escaparon de la agencia, las cosas no habían hecho más que empeorar para él, no solo porque estaba encerrado en aquel escondite, sino porque cada segundo que pasaba sin verla hacía crecer su ansiedad y su enojo. Alessia ocupaba cada rincón de su mente, cada resquicio de su memoria. Cerraba los ojos y la veía; sentía el toque de su piel, la fuerza de sus labios contra los suyos, el fuego de aquella noche que no podía olvidar. Pero ahora, atrapado en ese escondite sin poder salir, se sentía como una bestia enjaulada.

-Tienes que olvidarla, Jungkook -dijo Jimin, cruzado de brazos y mirándolo con frialdad-. ¿No ves que fue parte de la trampa? Alessia solo quería atraparnos.

-No lo entiendes... -Jungkook negó con la cabeza, apretando los puños mientras su mirada se volvía tormentosa-. Yo sé lo que sentí. Ella no fingía.

Taehyung soltó una risa amarga y sarcástica, sin apartar la mirada de Jungkook. -¿De verdad vas a seguir pensando eso? A estas alturas es evidente que ella estaba jugando contigo. ¿No te das cuenta? Alessia nos traicionó, y tú solo fuiste una distracción para que lograra su objetivo.

Jungkook clavó sus ojos en Taehyung, furioso. Sabía que, para todos, Alessia era simplemente una agente encubierta, pero para él era mucho más. Había algo en ella, algo en cómo lo miraba, en cómo sus labios temblaban justo antes de besarlo... y en cómo aquella noche había respondido a sus caricias, como si fuera la única verdad en un mundo lleno de mentiras. No, ella no podía haberlo fingido todo.

-No digan estupideces -les espetó Jungkook, con la voz rota entre el dolor y el enojo-. Ustedes no estaban allí, ustedes no saben lo que sentimos.

Jimin dejó escapar un suspiro, cruzando los brazos y lanzándole una mirada seria. -A veces, lo que sentimos es exactamente lo que nos hace más vulnerables. Ella solo... jugó contigo.

La paciencia de Jungkook se desmoronaba con cada palabra. Aquellos días de encierro lo estaban volviendo loco, y sus compañeros empeoraban la situación. Cada vez que cerraba los ojos, sentía sus labios arder como aquel beso en la puerta de la agencia, el beso que ella le había dado sabiendo que probablemente sería el último. No, Alessia no podía haber jugado con él. Lo que habían compartido era real.

-¡Ya basta! -gritó de repente, su voz resonando por todo el lugar mientras miraba a sus amigos con rabia en los ojos-. Ustedes no entienden nada... No la conocen como yo. No pueden decirme que ella fingía. ¡No pueden!

Jimin y Taehyung lo miraban con ceños fruncidos, pero Jungkook no bajó la mirada. Había un fuego ardiendo en él que nadie podría apagar. Se negaba a aceptar que ella lo había traicionado. Alessia era su debilidad, su obsesión. Y ahora que estaba lejos, cada segundo sin ella lo estaba destruyendo por dentro.

El silencio que siguió a las palabras de Jungkook era denso, cargado de tensión. Él seguía respirando entrecortado, las manos temblándole por la mezcla de furia y dolor que sentía en el pecho. Sus ojos estaban fijos en un punto imaginario en la pared, intentando aferrarse a la idea de que, de alguna manera, Alessia aún lo había sentido de verdad.

Entonces, las puertas de la sala se abrieron y la figura de Namjoon entró, con la calma que solo él podía mantener en esos momentos caóticos. Llevaba una expresión neutral, seria y calculadora. Los observó a todos en silencio, su mirada pasando por Jimin, Taehyung y finalmente posándose en Jungkook, quien aún lucía atrapado en su tormento personal.

Namjoon cruzó los brazos, proyectando autoridad. -¿Qué está pasando aquí?

Jimin hizo un gesto con la cabeza hacia Jungkook, su ceño fruncido. -Nuestro amigo aquí parece que sigue creyendo en cuentos de hadas.

Bajo la mirada del peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora