Familia.

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A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron suavemente a través de las cortinas de la habitación de Jungkook. Ella sintió una calidez inesperada mientras se despertaba al lado de él, quien ya estaba despierto, observándola con una sonrisa tierna que hizo que su corazón diera un vuelco. La dulzura en su mirada era nueva para ella, y en esos momentos de tranquilidad parecía que él dejaba caer sus barreras para mostrarle un lado más vulnerable y genuino.

Jungkook se inclinó hacia ella y le susurró en un tono suave:

—Buenos días, hermosa, ya está el desayuno.—

Ella sonrió, sorprendida por su gesto. Se vistieron y bajaron juntos al comedor, donde sus mucamas habían dispuesto un desayuno abundante. Había tostadas, huevos, jugo recién exprimido y una selección de dulces que evidentemente había escogido pensando en ella. A pesar de todo, sentía una presión en el pecho, una inquietud que no podía ignorar. Se removió en su silla, en silencio, tratando de ponerle palabras a la incomodidad que había comenzado a crecer dentro de ella desde que despertó.

Jungkook notó su silencio y la forma en que ella jugueteaba distraídamente con su taza de café. Se inclinó un poco hacia ella, observándola con una mezcla de preocupación y cariño.

—¿Estás bien? —preguntó con suavidad—. Pareces un poco distante.

Ella levantó la vista y lo miró a los ojos, dudando por un momento antes de responder.

—No estoy segura de cómo explicarlo —murmuró, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Es como si hubiera una especie de... presión en mi pecho, como si algo no estuviera bien, pero no sé qué es.

Jungkook se quedó en silencio, observándola con una mezcla de comprensión y paciencia. Después de un momento, asintió lentamente.
—Tal vez estás llevando demasiado peso con el caso, quizás necesitas un descanso —sugirió con gentileza—. Te ha absorbido tanto tiempo y energía, y además, hay mucho en juego para ti.

Ella negó con la cabeza casi de inmediato, como si la idea misma de alejarse del caso le resultara imposible.

—No puedo hacerlo —respondió firmemente—. No puedo tomarme un descanso ahora, especialmente sabiendo que tú estás arriesgando tanto para ayudarme. Además, siento que estoy tan cerca... tan cerca de terminarlo.

Él suspiró, entendiendo su tenacidad pero también sintiendo una preocupación genuina por ella.

—Entiendo. Y estoy contigo en esto, hasta el final —dijo, su tono tan serio y sincero que casi logró disolver la presión en su pecho.— pero te pido por favor que te cuides y cuides tu salud también.

Después de terminar el desayuno, ella dejó su taza sobre la mesa y miró a Jungkook, quien le devolvía la mirada con una expresión cálida y un toque travieso en los ojos. Se acercó a él y, sin mediar palabra, le dio un beso suave en los labios, un gesto que contenía tanto un agradecimiento silencioso como una promesa de que este vínculo entre ellos no era pasajero.

Él sonrió con ese aire coqueto que la hacía olvidar, aunque solo fuera por un instante, todas las presiones que tenía en su vida.
—Debo decir que me encantó tu visita... y, bueno, especialmente la noche que tuvimos anoche —comentó con un guiño divertido, su tono lleno de complicidad y dulzura.

Ella sonrió, sintiendo que su corazón se aceleraba ligeramente, pero también sabiendo que era momento de volver a concentrarse en su misión. Antes de darle un último beso de despedida, él añadió:
—Te estaré enviando mensajes si surge algo nuevo con Namjoon o el grupo. Por ahora, ten cuidado, ¿sí?

Asintió, agradecida por su apoyo y promesa de ayuda. Con un último vistazo y una sonrisa, salió de su casa, tratando de calmar la mezcla de emociones que sentía al dejarlo.

Bajo la mirada del peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora