Al día siguiente, Miller ya había iniciado los interrogatorios con Jin y Arianny. Ambos se mantenían callados al principio, con la mirada fija, intentando sostener sus máscaras de calma. Sin embargo, Miller era implacable, y sus palabras parecían ser tan afiladas como sus métodos de presión. Cada pregunta, cada insinuación, iba desmoronando poco a poco las barreras de los dos implicados, y, tras algunas amenazas cuidadosamente seleccionadas, finalmente ambos comenzaron a hablar.
Jin, en particular, pareció ceder primero, aceptando que podría salir peor parado si guardaba silencio. A regañadientes, detalló algunas de sus operaciones y la manera en que usaba las peleas clandestinas como fachada para lavar grandes cantidades de dinero. Arianny, aunque más resistente, terminó revelando parte de su rol en el negocio y confirmó que habían otras personas involucradas en la cadena.
Una vez terminada la primera fase del interrogatorio, Miller salió de la sala con una expresión de satisfacción. Sin perder un segundo, convocó a Alessia, Paula y Sheyla para reunirse con él en su despacho. Al verlas entrar, les dedicó una sonrisa de aprobación, y tras un momento, se levantó de su asiento para dirigirse a ellas.
-Buen trabajo, equipo, -dijo, con tono firme pero cálido-. Sin su intervención, probablemente estaríamos todavía buscando pruebas insuficientes. Han hecho una captura excelente, y lo más importante, han logrado que hablen.
Las tres se miraron, compartiendo un momento de alivio y orgullo. El esfuerzo había valido la pena, y escuchar ese reconocimiento era el mejor premio.
-Gracias, señor, -dijo Alessia, con una leve sonrisa-. Pero aún nos queda trabajo por hacer. Si seguimos atrapándolos de a uno, con las pruebas en mano, será mucho más efectivo y seguro.
Sheyla asintió, sus ojos brillando con determinación.
-Exacto. Hemos logrado dar un paso importante, pero sabemos que detrás de Jin hay muchas otras piezas en este rompecabezas, -añadió Sheyla.
-Así es, -intervino Paula, cruzando los brazos-. Si continuamos presionando a los cabecillas y debilitamos su cadena, podremos derribar su red poco a poco.
Miller asintió, impresionado por la estrategia que habían delineado. Les dio algunas instrucciones adicionales y se retiró de la oficina, dejándolas con una última felicitación.
Una vez a solas, las tres se dirigieron hacia la oficina de Alessia para discutir en privado. El ambiente era relajado y aliviado, aunque la determinación en sus miradas seguía tan fuerte como siempre.
-Tenemos que ir armando un plan, -dijo Alessia, sentándose en su escritorio-. Lo ideal es continuar atrapándolos por separado. Eso los hará sentir más inseguros y tal vez cometan errores.
-Sí, y además podemos encontrar conexiones inesperadas entre ellos, -comentó Paula, mientras se recargaba en una pared-. Nunca sabemos con quién más han trabajado hasta que empiezan a hablar.
Sheyla asintió, observando a sus compañeras con admiración.
-Y de esa forma también podemos reducir el riesgo para nosotras. Si vamos directo por la cabeza sin tener todas las piezas, podríamos quedar demasiado expuestas.
Alessia asintió, evaluando cada palabra. Sabía que sus amigas tenían razón y que seguir la estrategia de fragmentación les daría una ventaja invaluable.
Cuando terminaron de pulir algunos detalles, decidieron separarse para regresar a sus propias oficinas y prepararse para los próximos pasos. El caso estaba lejos de cerrarse, y cada movimiento tenía que ser calculado con precisión.
De vuelta en su oficina, Alessia dejó escapar un suspiro, sintiendo el peso de la misión, pero también el ímpetu que le daba avanzar en la dirección correcta. Justo entonces, su teléfono vibró, y al revisar la pantalla, vio un mensaje inesperado: era de Suga.
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Bajo la mirada del peligro.
أدب الهواةAlessia es una policía decidida y astuta, enviada a investigar uno de los casos más peligrosos de su carrera: la desaparición de dos jóvenes y un misterioso cargamento de armas robadas. La misión la lleva a infiltrarse en el mundo oscuro y glamuroso...