Chiara
- Es viernes y eso sólo significa una cosa, amiga... - levanto la mirada de los apuntes que tengo esparcidos en la mesa y escucho el ruido que hace la cucharilla al chocar con la taza que Ruslana deja delante mío. - ¡Hoy se sale!
Su efusividad choca con el cansancio que muestra mi postura corporal, y es que a pesar de que ayer me costó dormir, no puedo permitirme perder una mañana de estudio. Mi amiga parece entender mi gesto sin necesidad de palabras.
- Cualquiera diría que la que lleva trabajando cinco días seguidos eres tú... ¿Cómo vas? - se sienta en la silla que queda a mi izquierda y siento su mano apretar mi hombro en un gesto de apoyo.
- Bueno, se me está atravesando un poco este tema, pero bien, aún tengo tiempo. ¿Y tú? - hago un breve escaneo del bar y veo que es una mañana demasiado tranquila para lo que suele ser este sitio cualquier viernes. - No parece que demasiado ocupada.
- ¡Pues mejor! Así puedo dedicarle un rato a mi clienta favorita - la mano que seguía en mi hombro rodea mi cuello por completo y me acerca a ella en un gesto exagerado, apretando nuestras mejillas. - Bien, sin demasiado ajetreo. Te dejo que sigas estudiando, si necesitas cualquier cosa me avisas. - se levanta y deja un beso en mi cabeza, que me hace resoplar entendiendo que este pequeño descanso ha llegado a su fin.
- Gracias, Rus. - le dedico una sonrisa que no llega a mis ojos y vuelvo a adentrarme en el (no) maravilloso mundo de la historia de la composición.
Unos 40 minutos después, cuando me dispongo a cerrar el cuaderno para cambiar de asignatura, escucho el característico ruido chirriante que hace la puerta, que indica que alguien entra o sale de ella. Sin levantar la mirada aún me decanto por la primera opción, puesto que hace rato que la única pareja que había en el bar se había ido a continuar con su día fuera de las paredes de esta moderna cafetería.
- ¡Hola chicas! Bienvenidas, ¿os pongo algo? - escucho que dice mi amiga a mis espaldas. Mientras, yo me dispongo a levantarme para estirar un poco las piernas y para hacer mi religioso paseo al baño, que después de dos zumos y un café siempre acabo necesitando.
Al salir del cubículo me lavo las manos y mi reflejo me devuelve la mirada cuando, instintivamente, la levanto para ver cómo me veo. Unos ojos cansados me reciben, aunque la época del año en la que estamos, finales de septiembre, aún no se ha llevado el moreno que he trabajado a lo largo de los últimos meses. Me lavo la cara y me arreglo un poco el pelo antes de volver a mi mesa para continuar con mis tareas, pero al girarme para cruzar el marco de la puerta me choco de frente contra un cuerpo.
- ¡Sorry! Disculpa, no te había visto. - la miro a los ojos para que vea que mis disculpas son sinceras, y de vuelta me sonríe simpática una chica rubia que parece ser un par de años mayor que yo.
- Tranquila, mujer, ha sido también culpa mía. ¿Estás bien? - me escanea de arriba abajo, como buscando algo fuera de lugar, y cuando no parece encontrar nada vuelve la mirada a mis ojos sin apartar la sonrisa.
- Sí, ha sido el susto... - río suavemente y el ambiente parece destensarse. Me aparto de su camino para continuar con el mío propio pero me detengo cuando escucho una voz a mis espaldas, que inequívocamente pertenece a esta chica cuyo nombre sigo sin conocer.
-¿Tan fea estoy que he conseguido asustarte? - lo dice en un tono cargado de humor y casi ahogando una risa.
- ¡No! ¡Claro que no! Lo decía por... porque yo iba a salir y tú... nos hemos ch- - intento explicarme nada más me giro, aunque entre el cansancio acumulado y que tengo la cabeza llena de apuntes no esclarecer apenas nada de la situación.
- Es broma, es broma... necesito algo de humor porque mi amiga está un poco amargada y no puedo permitir que me lo pegue a mi o acabamos las dos hundidas. - ¿pero esta chica ha nacido con la sonrisa pegada a la cara o qué? - Venimos de un vuelo bastante largo y después de todo el verano de aquí para allá al final pasa factura... Aunque no sé ni por qué te estoy contando esto, que no te puede importar menos.-
- No, no... si yo llevo toda la semana estudiando. Cualquier estímulo que no tenga que ver con la música es mucho más que bienvenido. También es genial ver caras nuevas por la isla... - dejo caer un poco el tono en mis últimas palabras, permitiendo que la chica me diga su nombre si así lo quiere, porque ya es lo suficientemente raro mantener una conversación en un baño como para que además lo haga con alguien cuyo nombre ni siquiera conozco.
- Oh, Almudena. Me llamo Almudena. - parece entender mi intención. - ¿Conoces a toda la juventud de la isla...? -
- Chiara. Y no, aunque sí a la mayoría. - digo con un tono pícaro. - Pero la pista me la ha dado el acento, que no es muy de por aquí. Estáis de suerte, en esta época la isla está prácticamente vacía de turistas así que podréis aprovechar para conocerla mejor. - intento alargar la conversación sin ningún otro interés que el de retrasar al máximo el momento en el que tendré que volver a hundir la cabeza entre libros.
- No creo que podamos ver demasiado, pero lo tendré en cuenta. - me dice dirigiéndose al cubículo, que casi había olvidado que era su intención principal. - ¡Gracias, Chiara! Nos vemos. - me dirige una última sonrisa, a la que respondo, y se adentra en el baño.
Mi mirada se dirige automáticamente a la mesa en la que estaba anteriormente, cerciorándome de que todas mis pertenencias siguen donde las he dejado hace unos minutos. Cuando confirmo que así es, busco con la mirada a Ruslana para pedirle algo de comer, y me doy cuenta de que está ocupada detrás de la barra, preparando un café y hablando con una chica que, intuyo, acompaña a Almudena. Me acerco a ellas en silencio y me sitúo a la vista de Ruslana.
- ¡Kiki! ¿Quieres algo de comer? - me pregunta sin detenerse en su tarea, ante lo que asiento sin querer interrumpir demasiado. - Vale, amor. Vete a tu mesa que en cuanto acabe con el café de Violeta te lo llevo. - dice dirigiendo su mirada a la chica que, ahora, queda a mi izquierda.
Inconscientemente giro la cabeza a la vez que pretendo bajar del taburete en el que me he sentado, y más por no ser borde que por cualquier otro motivo, empiezo a dibujar una sonrisa en mi rostro cuando veo que la que ahora sé que se llama Violeta se está girando hacia mi.
Cuando finaliza su recorrido y sus ojos taladran los míos, hay dos cosas que se me pasan por la cabeza. Bueno, tres.
La primera, en la razón que tenía Almudena cuando hace apenas un momento dijo que arrastraban cansancio, y que su amiga estaba amargada. Unas ojeras oscuras abrazan sus ojos y la sonrisa que intenta dirigirme se queda en una mueca que casi parece cansarla más.
La segunda es que la Violeta que tengo en frente es casi irreconocible si la comparo con la misma Violeta que adorna todas y cada una de las paredes de la habitación de mi hermana pequeña, llena de posters de la que lleva años siendo su cantante favorita.
Y la tercera es que de cerca es una persona realmente atractiva.
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🥸🥸
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The only one for me. - KIVI
FanfictionChiara decide acompañar a su hermana pequeña al concierto de su ídola. Violeta es una reconocida cantante que tiene una vida más difícil de lo que quiere aparentar. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.