Capítulo 7 - ¿Qué haces?

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Chiara

La música retumba en mis oídos cuando entro al local, un lugar vibrante de luces y cuerpos moviéndose al ritmo de música de todo tipo. El aire está ya cargado de una mezcla de sudor, perfume y esa energía contagiosa que solo se encuentra en noches como esta. No era mi plan original, pero aquí estoy, dejando atrás un día agotador.

Me abro paso entre la multitud, ya perjudicada, hasta que la veo: Violeta. Está en medio de la pista, completamente inmersa en su propio mundo. Aunque bailar es un eufemismo, porque no hace más que intercalar movimientos torpes uno detrás de otro. Su pelo rojizo parece ser su único acompañante de baile, y cae en ondas deshechas abrazando su cara. Sus movimientos son desinhibidos, casi como si estuviera en trance. No me cuesta darme cuenta de que ha bebido más de la cuenta.

- Hola, amargada... - le saludo a la vez que coloco una mano en su hombro. Cuando se gira hacia mí, veo que sus ojos brillan con una intensidad que delata su estado. Cuando parece darse cuenta de quién soy, su expresión ilumina la sala.

- ¡Chiara! - exclama, extendiendo los brazos para atraerme hacia ella. Sin pensarlo dos veces, me uno a su baile, riendo con cada giro y cada salto que da.

- ¿Te lo estás pasando bien? - pregunto riendo, porque es evidente que sí. Sigue bailando con una coordinación nula, y de vez en cuando grita la letra de la canción que suena a través del lugar.

- Mucho... - balbucea, con los ojos entrecerrados y la típica sonrisa de borracha.

Bailamos un par de canciones, y yo también pongo voz a algún que otro temazo. Con cada movimiento, me doy cuenta de que la situación se vuelve más confusa. En un momento en el que como en toda fiesta suena el clásico "I kissed a girl", Violeta se acerca a mí y hace un movimiento torpe que, de no apartarme, habría acabado siendo comprometido.

- ¿Qué haces? - le agarro de los hombros y le separo de mí. Su mirada se fija en mis labios, y por un instante, el ruido del club se desvanece, fruto de mi confusión. No parece ni dispuesta ni capaz de responder, realmente parece estar al borde del desmayo, así que decido que lo mejor que puedo hacer es despejar el ambiente. - Vamos afuera, anda... - le agarro del brazo como puedo, pero su voz me interrumpe.

- Voy al baño - escucho que dice. Se dirige hacia la puerta del servicio con algo de prisa, y tardo unos segundos en recomponerme y seguirle. Para cuando abro la puerta del baño veo que de los 3 cubículos 2 tienen la puerta abierta y la del tercero rebota contra la pared. Cuando la empujo y veo el cuerpo de Violeta arrodillado delante de la taza, confirmo mis sospechas.

Me acerco por detrás con una mueca de asco por lo desagradable de la escena. Le recojo el pelo con la goma fucsia que tengo en la muñeca y sujeto los mechones que se escapan de ella con una mano.

Miro hacia el frente, y cuando siento que ha terminado, cojo un poco de papel del rollo que hay detrás de mí y se lo ofrezco. Quizás le haya venido bien para bajar el pedo que lleva. Paso mi mano por su espalda y le ayudo a incorporarse, porque a estas horas el suelo del baño no es un lugar en el que sentarse, justo antes de tirar de la cadena y abrir la puerta del todo.

- Mójate la cara y salimos. - le digo abriendo el grifo. De forma automática, Violeta hace lo que le digo y puedo ver que no va serena del todo pero al menos parece que le cuesta algo menos dar dos pasos sin tropezar.

Para cuando salimos, la terraza está relativamente vacía, con no más que un par de grupos dispersos disfrutando del aire fresco y algún que otro cigarro. La brisa es un alivio, y agradezco escapar de la vorágine de la pista de baile.

Nos apoyamos en la barandilla, contemplando el mar y las luces de la ciudad, que se pueden apreciar desde la pequeña altura a la que se encuentra este local. Al cabo de unos minutos de silencio Violeta parece tranquilizarse y serenarse un poco.

The only one for me. - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora