Capítulo 18 - Chiara, sal. Déjame, por favor.

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⚠️ Este capítulo narra una escena que aborda temas sensibles relacionados con los TCA (trastornos de la conducta alimentaria). No es excesivamente explícito, pero si crees que este contenido puede afectarte negativamente o sufres de emetofobia, considera saltar el capítulo. ⚠️

Chiara

La oscuridad envuelve la habitación en la que me encuentro cuando un ruido no muy fuerte, como un golpe, se escucha en la pared al lado de la mía. Para cuando reconozco la habitación como la de invitados de casa de Violeta y recuerdo que estoy en Madrid, el sonido toma una forma más reconocible; son pasos.

Cuando estoy nerviosa mi sueño es ligero, y el más mínimo ruido es suficiente para despertarme. Me giro en la cama y cerrando los ojos pienso en el origen de mis nervios: voy a grabar una canción. La ilusión que me hace acercarme poco a poco al mundo al que espero pertenecer en un futuro no muy lejano me absorbe y me devuelve a un estado de somnolencia en el que no me sumo completamente.

Sigo escuchando a mi vecina de habitación a través de las paredes de este espacio, y aún no me oriento demasiado bien pero creo que debe estar por el baño. De pronto, un ruido lo suficientemente característico como para confundirlo con cualquier otro atraviesa mis tímpanos, y en la oscuridad plena que me envuelve, abro los ojos.

Como es lógico no veo absolutamente nada, pero al contrario que la mayoría de la gente, desde pequeña he necesitado abrir los ojos para pensar con más claridad. Me permite "ver" mis pensamientos y ordenarlos más fácilmente.

Desde fuera doy una imagen de niña inocente, que no conoce mucho de la vida, que siempre está en su mundo. Y a veces es cierto que estoy en mi mundo, pero desde ahí observo incansablemente todo lo que me rodea; todo y a todos. Y me he fijado en Violeta, bastante, y en su forma de actuar en diferentes situaciones; tan segura en muchas y tan temerosa en otras cuantas.

He decidido pasarlo por alto porque ni me concierne ni es mi asunto, pero no puedo no imaginarme la situación que se está sucediendo a dos puertas de distancia cuando el ruido de alguien vomitando indica que no todo va bien.

Y no hace falta ser un genio para saber que ese alguien es Violeta.

Me levanto como un resorte y descalza me dirijo a la puerta de mi habitación. En vista de que no hay nadie a quien despertar no soy especialmente sigilosa, y al abrirla agradezco que la persiana del salón permita que la luz de una farola ilumine suavemente el pasillo, porque no me creo capaz de recorrer esta casa a oscuras.

La puerta entreabierta del baño no indica necesariamente la presencia de nadie en él, puesto que desde mi habitación veo que la luz está apagada, pero salen de dentro unos sollozos apenas imperceptibles para quien no preste atención. Por suerte, o por desgracia para Violeta, no soy alguien que no preste atención, y termino de abrir la puerta tras un suave empujón en ella con mi palma abierta.

No toco la puerta porque no espero recibir una invitación y a tientas busco el interruptor de la luz, con cierto miedo del escenario que me puedo encontrar al accionarlo. Pero lo hago, y cuando la bombilla sobre nosotras ilumina la habitación no puedo evitar el pensamiento de lo que me gustaría que la luz fuese capaz de llegar también al interior de la pelirroja que se encuentra arrodillada frente al retrete.

Ignoro la molestia del cambio de iluminación en mis ojos y me acerco a ella por detrás. No se ha inmutado cuando he encendido la luz, y automáticamente apoyo mis manos en cada uno de sus hombros, apretando suavemente para que note mi presencia.

- Chiara, sal. - suena dura y muy nasal, quizá por las lágrimas, o por haber vomitado. O por una mezcla de ellas, pero ni levanta la cabeza ni se gira hacia mí. - Déjame, por favor.

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⏰ Última actualización: 19 hours ago ⏰

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