Capítulo 12 - ¿Tienes 10 minutos?

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Chiara

Hoy la ventana que me permite ver las nubes es la de mi habitación. Cuando me he desperado esta mañana con la intención de acudir a mi cafetería de confianza, me he encontrado a mi padre en casa. Curioso, puesto que para esa hora ya suele estar en el trabajo, pero me ha dicho que anoche Joey tenía unas décimas y que cree que tiene varicela, y por lo contagioso que es es mejor que no vaya al cole.

Yo pasé la varicela de pequeña, así que no habría problema si me quedaba con él, y además así mi padre podría acudir al trabajo. Era bastante laxo, así que si la situación se agravaba podría venir a casa con relativa rapidez.

Así que me encuentro en mi habitación, con los mismos apuntes de siempre en una mesa que no es la de siempre, pero igual de perdida que estaba ayer. No hago mucho ruido, porque Joey sigue dormido aún y quiero aprovechar la tregua de no tener al terremoto 2 dando vueltas por casa. El terremoto 1, claro está, soy yo.

Consigo concentrarme una hora y media aproximadamente, pero llega un momento que ya es insostenible. Si la teoría estuviese impresa en chino, entendería lo mismo que estoy entendiendo ahora. Me regalo un descanso, bastante poco merecido he de reconocer, y miro mi guitarra, pero recuerdo a mi hermano dormido así que decido ir a ver cómo está.

Abro la puerta de su habitación lo más suave que puedo, y a tientas me dirijo a su cama. Por las rendijas de la persiana se cuela la luz suficiente como para dibujar una tenue silueta de lo que es el pequeño cuerpo de mi hermano bajo las mantas, y dirijo mis labios a su frente para sentir su temperatura.

No parece tener una fiebre exagerada, pero sí está más caliente de lo que creo que es normal. Se remueve cuando siente mi presencia, y le veo parpadear un par de veces a la vez que dibuja una sonrisa. No me puedo resistir a su carita.

- Hola, Joey. - le digo suavemente por si la oscuridad no le permite distinguir quién soy.

- Keeks. - tiene la voz algo ronca, y aprieta el lateral de su cara contra la almohada. - ¿Hay que ir al cole?

- ¿Te parece si hoy nos quedamos aquí? - le susurro como si se tratase de un secreto. - Pero no se lo puedes decir a nadie.

- Yes! - de un salto se levanta de la cama y me abraza. - Let's play con los bloques.

Estira de mi mano y me dirige hacia el salón, donde tiene una esquina destinada a almacenar sus juguetes. Veo que se tira de rodillas al suelo y no tarda en volcar el saco de bloques que le regalaron hace un par de navidades.

- Tú vete preparando eso y yo ahora vengo con tu desayuno. - me dirijo a la cocina y abro la nevera. Le preparo un zumo de naranja, como todas las mañanas, y cojo unas galletas de chocolate que sé que le gustan.

Le dejo el vaso en la mesa y le entrego las galletas, que no tarda en comerse. Mientras está concentrado en su juego le pongo el termómetro y confirmo lo que sospechaba, 37.4.

- ¿Te encuentras bien? - le pregunto, aunque a simple vista parece que sí.

- Yes, tengo mocos pero bien. Y me ha salido un granito. - se levanta la camiseta y veo que tiene a un costado del abdomen una manchita roja. Aprovecho y miro su espalda, donde se distinguen otras 3. Varicela confirmada.

- Si te duele algo avísame, ahora voy a estudiar un rato y luego vengo a jugar, ¿vale? - le pongo bien la camiseta y le dejo en el salón.

Cuando veo el móvil en mi escritorio recuerdo que nunca llegué a responder al mensaje que me mandó Violeta ayer, así que me dispongo a no alargar más la espera.

The only one for me. - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora