Apática

Capitulo 12

(Antes de comenzar):

-X hablando -

-X pensando-

(Intervención o aviso)

Autor hablando

CAPÍTULO 12:
Tensión..

El viento soplaba con fuerza, arrastrando los mechones oscuros de Kanao, mientras su mirada se cruzaba con la de Tanjiro. El pelirrojo, siempre tan sereno, parecía ajeno al caos del clima que lo rodeaba. Solo estaban ellos dos en la terraza, un espacio vacío entre ellos y el resto del mundo.

Algo en Tanjiro lo mantenía ahí, cerca de ella, y a la vez lo alejaba. Kanao no podía entenderlo del todo, pero su mirada transparente y sincera permanecía fija en ella, como si intentara descifrar lo que realmente sucedía.

—¿Estás segura? Pareces… Molesta— Su tono era suave, sin presión, pero lo suficientemente persistente como para hacerla tambalear.

Kanao desvió la mirada, como si esa simple acción pudiera ocultar lo que sentía. Sus pensamientos se retorcían, formando un nudo imposible de deshacer. Las palabras querían salir, pero algo en la manera en que Tanjiro la miraba la detenía. ¿Cómo podía acusarlo de algo sin pruebas? Después de todo, todo era solo un rumor. Pero aún así, algo la incomodaba.

—Estoy solo… un poco cansada— espeto con tono evasivo, mirando sus manos, como si pudiera encontrar en ellas una respuesta.

Tanjiro asintió lentamente, pero no se movió. La paciencia que él siempre tenía la desarmaba. Él permaneció ahí, sin prisa, como si le estuviera dando el tiempo y el espacio para hablar si deseaba hacerlo.

Kanao respiró hondo, el nudo en su pecho apretándose más. Tenía que decir algo, algo que no fuera solo evasivas, algo real. Pero cuando abrió la boca, las palabras que salieron la sorprendieron a ella misma.

—Tanjiro, ¿tú… confías en mí?— preguntó, sintiendo cómo la duda brotaba con fuerza en su interior.

Él la miró, desconcertado.

—Por supuesto que sí— respondió, sin vacilar, sin dudar.

Las palabras, tan sencillas, la golpearon de manera inesperada. Y sin embargo, en su pecho se acumulaba una presión que no podía ignorar.

—¿Y yo debería confiar en ti?— La pregunta salió antes de que pudiera detenerla.

Tanjiro frunció ligeramente el ceño, pero no parecía molesto, solo confundido.

—¿Por qué lo preguntas?— dijo, inclinándose hacia ella, con preocupación en su voz.

Kanao no pudo evitar sentir que había expuesto demasiado. Sus pensamientos no eran claros, y las palabras no parecían ser las correctas. Miró hacia el suelo, buscando una salida, algo que la dejara libre de esa incertidumbre que la rodeaba.

—No lo sé…— murmuró, pero luego levantó la mirada, más firme que antes. —Solo… a veces siento que hay cosas que no sé. Cosas sobre ti.

Tanjiro permaneció en silencio por un momento, como si sopesara sus palabras. Finalmente, habló, su voz clara y sincera.

—Supongo que tienes razón. Hay cosas de mi vida que no comparto con todos. Pero no porque no confíe en ti. Solo… no son fáciles de contar.

Kanao lo observó con más intensidad, tratando de leer algo en su rostro, algo que le diera una pista, alguna respuesta que le permitiera entenderlo. Pero Tanjiro seguía siendo un misterio. Su sinceridad era genuina, pero había algo más, algo oculto detrás de esa calma.