12. El Corrientazo

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Beatriz respiró profundamente mientras cruzaba el umbral de "El Corrientazo." El lugar tenía una calidez y un aroma que contrastaba radicalmente con el entorno corporativo de EcoModa; allí, en vez de números y balances, se sentían las risas de los comensales y el sonido del metal de los cubiertos. Su expresión, sin embargo, se mantuvo neutral, solo iluminándose cuando divisó a aquel grupo peculiar y ruidoso, conocido popularmente como el "Cuartel de las Feas," reunido en una de las mesas al fondo del salón.

Mientras evaluaba su alrededor para decidir si acercarse o buscar otro lugar, el sistema se materializó junto a ella, observando el ambiente con una mezcla de curiosidad y desdén.

—Vaya, querida anfitriona, esto parece una obra maestra de la decoración rústica —dijo burlonamente el sistema, observando los manteles de plástico y los cuadros de paisajes rurales que adornaban las paredes.

Beatriz frunció el ceño, buscando aparentar un aire de necesidad, mientras murmuraba: —Tienes mucho que aprender sobre sutileza, sistema. A veces, para encajar, hay que... bueno, parecer más vulnerable.

El sistema la miró con incredulidad. —¿Tú? ¿Vulnerable? Esto sí que será digno de ver. ¿Pero estás segura de que esta táctica va a funcionar? Porque por ahora, solo estás obteniendo miradas de confusión de los comensales.

Beatriz se encogió de hombros, haciendo caso omiso al sarcasmo de su acompañante intangible. Estaba a punto de salir del lugar y considerar otro sitio cuando una voz suave, pero firme, la interrumpió.

—¡Beatriz! —llamó Inesita, quien, observándola desde la mesa, alzó una mano para captar su atención—. ¡Sí, mija, usted, venga!

La calidez en la voz de Inesita era inconfundible. Beatriz, sorprendida de haber sido notada, sonrió y avanzó hacia la mesa, mientras el sistema musitaba detrás de ella con un tono dramáticamente asombrado:

—Y así, el espectáculo ha comenzado...

Al llegar a la mesa, Inesita, la más veterana del grupo, hizo una señal de bienvenida, y Beatriz respondió con una sonrisa respetuosa.

—Buenas tardes—saludó Beatriz, acomodándose en el asiento ofrecido y sintiéndose un poco descolocada por la atención de todas las presentes.

Inesita, siempre dispuesta a hacer sentir a los nuevos en casa, habló primero: —Almuerce con nosotras, siéntese. ¿Ustedes ya se conocen? Preséntense de nuevo para que ubiquen a Beatriz. A ver, cuéntenle qué trabajo desempeña, etcétera. Empiece, Sandra.

Sandra, una mujer alta y de carácter vivaz, tomó la palabra primero. —Bueno, yo soy Sandra Patiño, secretaria del vicepresidente comercial, o sea, del doctor Mario Calderón.

Auramaría, una rubia de voz melodiosa y una personalidad chispeante, se inclinó hacia Beatriz y susurró con una sonrisa: —Ah,y soltera irremediable también... Porque es que no encuentra un hombre de su talla

La risa llenó el aire y, aprovechando la pausa, Auramaría continuó, presentándose con una mezcla de coquetería y orgullo: —Bueno, usted ya me conoce, soy Aura María Fuentes, yo soy la recepcionista de Ecomoda y tengo un niño de 7 años. Ah, pero eso sí, no me vaya a preguntar por el papá porque yo soy madre soltera.

Sofía, que hasta ese momento había estado sonriendo por los comentarios, alzó una ceja y lanzó una broma con un tono travieso: —Sí, pero anda buscándole papá al muchachito todos los fines de semana, ¿cierto?

Auramaría se echó a reír y le lanzó una mirada de molestia. Mientras tanto Sofíar se inclinaba hacia adelante para participar.

—Bueno, yo soy Sofía de Rodriguez y soy la secretaria del doctor Olarte, el vicepresidente financiero de la empresa .

Entre realidades | Long StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora