El regreso a Ecomoda tenía un aire ligero, con el Cuartel de las Feas riendo y comentando de todo tipo de chismes mientras caminaban por la vereda. Beatriz, al lado de Bertha, escuchaba atentamente mientras esta, en un tono entre resignado y alivido, murmuraba con preocupación fingida:
—Ay, no, mija, ojalá que le vaya bien a don Armando en la presidencia, porque donde nos toque con el otro... ¡yo renuncio! —dijo Bertha, con expresión exagerada de horror.
Beatriz le sonrió levemente, haciendo un esfuerzo por no dejar ver su satisfacción irónica y siguiéndole el juego con un tono de apoyo:
—No se preocupe, Bertha. Yo sé que a don Armando le va a ir bien.
Mientras decía esto, Beatriz notó una sensación extraña, como si algo estuviera destinado a ocurrir en ese mismo instante. Con una sonrisa traviesa que apenas pudo reprimir, se adelantó rápidamente, acelerando el paso hasta llegar a la gran puerta de entrada de Ecomoda, como si algo importante estuviera por suceder justo allí. El sistema, quien había observado cada movimiento de su anfitriona, apareció a su lado, mirándola con una expresión escéptica pero entretenida.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el sistema, alzando una ceja, sabiendo que cuando Beatriz tenía esa sonrisa, algo iba a suceder—. ¿Otra de tus ideas...?
Beatriz lo miró de reojo, manteniendo su expresión inocente mientras tomaba suavemente la manija de la puerta.
—Sabes, querido sistema, hay cosas que están destinadas a suceder —murmuró en voz baja—. No puedo simplemente ir contra el guion... o contra el destino.
Antes de que el sistema tuviera tiempo de procesar completamente lo que estaba ocurriendo, Beatriz, tomando impulso con toda su energía, empujó la puerta fuertemente, provocando un estruendo al impactar con algo... o, mejor dicho, con alguien. Desde el otro lado de la puerta, un quejido ahogado se hizo escuchar mientras una figura tambaleante trataba de recuperar el equilibrio.
Era Daniel Valencia, quien se encontraba ahora descolocado, llevándose las manos a la nariz y frunciendo el ceño en una mueca de dolor. El golpe había sido directo y fuerte, y Daniel, aún tratando de recuperar la compostura, emitía una mezcla de gruñidos y respiraciones pesadas mientras intentaba resistir el dolor que claramente no se había esperado.
Beatriz, con el rostro lleno de una aparente expresión de vergüenza y preocupación, se acercó apresurada, estirando una mano hacia él en un gesto que intentaba parecer genuinamente arrepentido.
—¡Ay, disculpe, doctor! —exclamó aparentando angustia mientras su rostro se esforzaba en simular culpa.
Daniel, sin embargo, no estaba de humor para sus palabras de disculpa. Con una expresión de enojo y la voz grave, rugió:
—¡No me toque! —dijo, apartándose bruscamente—. Usted no únicamente estorba en esta empresa. ¡También es un peligro !
Beatriz, mordiéndose el labio como si estuviera avergonzada, agachó la cabeza, intentando mantener su expresión contrita, mientras Daniel, aún sosteniéndose la nariz, se giraba rápidamente y se dirigía con pasos acelerados hacia la salida.
Las secretarias que habían sido testigos del "incidente" intercambiaron miradas nerviosas. Algunas se escondían detrás de sus escritorios, tratando de evitar ser vistas en medio de la tensión. Sin decir nada, cada una volvió a su lugar de trabajo, susurrando entre ellas apenas unas palabras de asombro y murmullos que se ahogaban entre la sorpresa y el miedo por la escena que acababan de presenciar.
Beatriz, controlando la risa con esfuerzo, esperó a que Daniel se alejara completamente antes de que una sonrisa ladina y satisfecha se dibujara en sus labios. Sin decir una palabra, avanzó con calma hacia el baño, deseosa de soltar la risa en privado.
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Entre realidades | Long Story
Romance---Error de Sistema--- ---Reiniciando partida---- Cargando en 3,2,1 ... Carga completa Lectura de datos actualizada Preparando llegada al nuevo mundo Bienvenidos a "Yo Soy Betty La Fea"