11. La suerte de la fea, la bonita no la desea

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Beatriz se paró frente al espejo y se examinó detenidamente, dándole los últimos toques a su característico "disfraz": el bozo marcado, la uniceja perfectamente alineada, y la peluca bien acomodada . Aquel día, especialmente importante, debía lucir como la "Beatriz original" que todos conocían. Sonriendo levemente, ajustó sus gafas enormes y acomodó el cuello de su blusa.

De pronto, el sistema apareció a su lado, flotando y observando su reflejo con una ceja imaginaria levantada. Beatriz notó la expresión y le lanzó una sonrisa cómplice.

—¿Qué tal me veo hoy? —le preguntó, con un toque de burla en la voz.

El sistema la miró con su usual toque de humor. —¡Uf! Perfecta... absolutamente impecable para el funeral al que vas hoy, Betty. ¿A qué hora es la ceremonia? —respondió, fingiendo solemnidad mientras hacía un gesto de ponerse una corbata.

Beatriz estalló en una carcajada, tomando su bolsa y terminando de ultimar los detalles de su atuendo mientras el sistema revoloteaba alrededor de ella, espiando sin disimulo dentro de su bolsa.

El sistema seguía curioseando, cuando se detuvo de repente y la miró de reojo. — Finalmente hoy es el día ... el día en que Patricia "peliteñida" Fernández se roba tu informe y lo presenta como suyo, y además... ¡vas a conocer al clan Valencia completo! —exclamó con una mezcla de emoción y sarcasmo.

Beatriz apenas reaccionó, pero en el fondo, sintió una mezcla de nervios y emoción. Estaba lista para enfrentar a todos los Valencia, y en especial, tenía curiosidad por conocer cara a cara a Daniel, el mayor de los hermanos, cuya reputación la tenía fascinada.

El sistema, siempre dramático, comenzó a presentarle cada miembro de la familia con un tono de locutor de programa de entretenimiento.

—Para empezar, tenemos a Marcela Valencia, la querida prometida de tu jefe ... por cierto, ¿recuerdas el show que nos dio ayer con Mendoza en su oficina? —El sistema fingió un suspiro escandalizado y movió la cabeza como desaprobando la escena, mientras Beatriz intentaba contener la risa.

—Sí... —respondió Beatriz entre risas—, todo un espectáculo digno de una novela erótica.

—Exacto. Después tenemos a María Beatriz, la menor del clan Valencia. Ya sabes, la hermanita con todos los tratamientos estéticos y las tres cirugías en la nariz que tanto presumen en la familia.

Beatriz rodó los ojos mientras el sistema continuaba su presentación con aire teatral.

—Y finalmente, pero no menos importante... ¡Daniel Valencia! —exclamó, poniendo un tono solemne—. El solterón de la familia... —Añadió, bajando la voz en un susurro dramático.

Beatriz, que intentaba mantenerse impasible, no pudo evitar que una sonrisa socarrona se asomara en su rostro. —Solterón, sí... pero nunca solo, ¿no?

El sistema la miró sorprendido, y sin dejar pasar la oportunidad, añadió en tono pícaro: —Ajá... claro, claro. Como el gran solterón, y claro que no le faltan candidatas. ¿Acaso estás un poco celosa, Beatriz?

Beatriz lanzó una carcajada rápida y negó con la cabeza, aunque un leve brillo en su mirada traicionó su respuesta. —¿Celosa yo? Por favor... —dijo, manteniendo la compostura—. ¿Cómo podría estar celosa de alguien como él? Nunca tiene compromisos serios.

Por dentro, sin embargo, sus pensamientos seguían un curso diferente. Admitía para sí misma que había algo en Daniel Valencia que le resultaba indudablemente atractivo. Era el tipo de hombre que se presentaba siempre inalcanzable y frío; su arrogancia y su aire de misterio lo hacían fascinante, especialmente su desapego hacia cualquier relación estable. Había algo en esa distancia calculada, en ese orgullo prepotente que lo envolvía, que lo hacía mucho más interesante a sus ojos. 

Entre realidades | Long StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora