𝙏𝙖𝙡𝙞𝙖 𝙃𝙖𝙮𝙚𝙨 es una estrella de rock en decadencia, adicta a las fiestas y con una fama de causar problemas. Está en su peor momento, y ni ella misma sabe si puede salir de ahí.
𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 es su ex, arrogante y peligroso, y ahora...
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CORTE LA LLAMADA CON MI REPRESENTANTE. Esta era la segunda gira que cancelaba y eso no los ponía del todo alegres. Las ultimas semanas me entregue de lleno a los vicios y la vida nocturna, eso me estaba destruyendo.
Salí afuera de aquel bar de mala muerte, necesitaba respirar aunque sea algo de aire fresco antes de lanzar mi almuerzo junto con la descarada cantidad de alcohol que había ingerido. Me tambalee sobre las escaleras, aferrada al barandal de la salida y agradecí internamente estar en una ciudad como Berlin, donde nadie me reconocia ni podria tomar fotos de mi estado tan deplorable.
Respire una. Dos veces.
Y las lagrimas comenzaron a caer.
Saque torpemente un cigarro y simplemente me dejé fluir. Eso era lo que mas adoraba cuando estaba bajo los efectos del alcohol y la droga. La facilidad que tenia para sentir.
– Es curioso que de todos los modos en los que podría volver a encontrarte, sea de una forma tan similar al momento en el que nos conocimos.
Levanté la mirada, fruncí el ceño y me reí.
– ¿Qué coño? – respondí entre risas. No sabía si estaba confundida o si me había parecido tan patético el intento de este desconocido de sonar poético que no pude evitar soltar una carcajada –. ¿Y tú quién eres?
Él se quedó mirándome, con una mezcla de diversión e incredulidad, y avanzó un par de pasos hacia mí. La luz tenue de la calle lo iluminaba lo suficiente para que, finalmente, pudiera verlo bien. Tenia trenzas pegadas al cuero cabelludo y una bandana negra en su frente.
– Vaya… ahora sí que estoy ofendido – dijo él, con una media sonrisa que parecía juguetona, pero que escondía algo más. Reconocí esos ojos, esa forma de mirarme como si me conociera desde siempre, realmente veia en ellos a alguien conocido, pero aun no lograba dar con quien. Exprimi mis pocas neuronas en funcionamiento para encontrar en su rostro algo de reconocimiento con el pasado. Hasta que lo logre.
Tom Kaulitz.
Me tragué la sorpresa y le devolví la mirada, intentando sonar despreocupada, como si encontrarme a un viejo amor en medio de mi peor momento fuera algo que me sucedía todos los días.
