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hoy sería el último partido de Richard en Brasil. Me arreglé tranquila en la habitación, pensando en todo lo que se nos venía. Me puse una falda blanca y dejé solo un mechón de cabello detrás de la oreja, dejando el resto suelto. Mientras me estaba colocando el top, Richard entró sin tocar.

—Toque, —le dije, alzando las cejas.

Él ni se inmutó. Estaba ya listo, con su uniforme y esa actitud que parecía gritar que él era el dueño del lugar. Me extendió su camisa de entrenamiento con su gesto típico de querer que yo la llevara.

—No me la voy a poner, —dije, acomodándome los aretes sin siquiera mirarlo.

—Ah, ¿no? —respondió, alzando una ceja.

—No, —solté, tratando de sostenerle la mirada.

Él se acercó aún más, con un tono firme y serio, y sus ojos fijos en los míos. —Póngasela.

Suspiré y, entre dientes, me puse la camisa de Palmeiras sobre el top. Con una última mirada, Richard salió del cuarto satisfecho.

Cuando terminé de arreglarme, bajé y todos estaban listos. Richard ya se había adelantado al estadio, así que mi tío Neymar agarró las llaves de la camioneta y nos llevó a todos. En el camino, la emoción se notaba: mi tía Sandra y mi tío Neymar iban vestidos de verde y blanco, gritando cánticos de Palmeiras. Mi prima Juvena, siempre un poco más callada, iba riéndose de los comentarios de Ever y Alex, mientras Joss, Sebastián y Thian no paraban de hacer bromas y Salomé durmiendo

—Oiga, pero hoy le toca sudarla , vea cómo está el ambiente, —dijo Neymar Jr., riéndose.

—Ese Richard, cuando quiere, saca la casta, —añadió Joss con una sonrisa.

—Hermanos, espero que gane, porque si no, me voy a reír un mes, —bromeó Sebastián.

Al llegar al estadio, la marea de verde y blanco nos arrastró hacia nuestros asientos. Palmeiras se enfrentaba a Flamengo, y la tensión era evidente en el ambiente. La hinchada entera gritaba y cantaba como si se tratara de una final. El estadio vibraba y nosotros nos metimos en el ambiente rápidamente.

Mi tía Sandra, con una bufanda de Palmeiras, comenzó a cantar y todos la seguimos. En el minuto 15, Richard tomó el balón y avanzó rápido, dejando a los defensas atrás. Todos nos pusimos de pie y gritamos cuando hizo un pase directo al delantero, quien la empujó al arco. ¡GOL! El estadio explotó y nosotros gritamos hasta quedarnos sin voz. Pero en medio de la celebración, noté algo que me hizo apretar los labios: Natalia, la ex de Richard, estaba en la fila de abajo, sonriendo y saludando a todo el mundo como si fuera parte del espectáculo.

—Esa es la ex de Richard, ¿no? —preguntó Alex, mirándola de reojo.

—Sí, la mismita —respondí, intentando concentrarme en el partido.

—Ni que fuera muy importante, esa pelada está solo haciendo show, —dijo Ever, cruzándose de brazos.

Seguimos animando y, para el minuto 55, Palmeiras metió otro gol gracias a una asistencia de Richard. Sus movimientos en la cancha eran ágiles y controlados, y se notaba que estaba dándolo todo. Al final, en el minuto 78, hubo una jugada de esquina que puso al estadio en tensión. Richard se colocó en posición y, apenas le llegó el balón, hizo un tiro directo al arco.

¡GOL! ¡Palmeiras ganaba con el último gol de Richard!

El estadio se vino abajo en gritos, y Richard se giró, levantando las manos y apuntando hacia nosotros. Nos miraba directamente, y pude ver que me buscaba entre la gente. Al encontrarme, me señaló, dedicándome el gol en medio de todo el estadio.

La gente alrededor empezó a murmurar y algunos fanáticos voltearon a verme, soltando risas y comentarios.

—Uy, vea pues, que eso fue pa' usted, —dijo Neymar Jr., empujándome en el hombro con una sonrisa.

Hasta Juvena me miraba con sorpresa y risa, mientras Alex y Ever intercambiaban miradas cómplices. Natalia, al darse cuenta, me lanzó una mirada desde abajo que podría haber quemado el estadio. Thian y Salomé, sin entender mucho lo que pasaba, se unieron a los gritos, y Joss y Sebastián no paraban de burlarse.

—¿Y qué, le dedicaron el gol o qué? —me dijo Sebastián, riéndose.

Rodé los ojos, tratando de disimular la sonrisa, pero mi cara debía estar roja. Sin embargo, cuando volví a ver a Richard en la cancha, no pude evitar sentir una especie de orgullo y nervios mezclados.

Cuando el partido terminó, Palmeiras se llevó la victoria y la hinchada cantaba y aplaudía sin parar. Nos unimos a la celebración, y en medio del ruido y los abrazos, vi que Richard estaba hablando con Natalia. Mi buen humor bajó un poco, pero traté de ignorarlo.

Para celebrar, fuimos todos a una cadena de alitas famosa en la zona. Nos acomodamos en una mesa grande y cada uno pidió lo que quería. La emoción del partido seguía en el aire y todos hablaban del juego.

—Ese Richard nos salió fino, yo pensé que iba a perder el tiro, —bromeó Ever, arrancándole risas a todos.

—Dígalo de frente, mijo, si quiere pelear con él, —agregó Joss, haciéndonos reír.

A pesar del ambiente, yo apenas probé la comida. Mi mente seguía en lo que había visto en el estadio, entre el gesto de Richard y la presencia de Natalia.

De repente, sentí el teléfono vibrar. Era un mensaje de Richard.

Richard: Come. No quiero que estés de amargada aquí.

Lo miré y lo dejé a un lado sin responder, pero al poco tiempo vibró de nuevo.

Richard: Hágame caso. No me haga tener que ir hasta allá a decírselo en la cara.

Suspiré y di un bocado solo para que se calmara, pero de repente el celular vibró otra vez.

Richard: ¿Es por Natalia?

Sentí cómo me subía el calor. Preferí no responder y traté de concentrarme en la conversación de Alex y Juvena sobre los goles, aunque mi mente estaba todavía en el mensaje.

Pasaron unos segundos y vi que Richard se levantó de su mesa. Caminó hacia mí y se inclinó lo suficiente para susurrarme al oído, su mano apenas rozando mi espalda.

—¿Va a seguir así?

Sentí que mi piel se erizaba con su voz cerca. Intenté ignorarlo y le contesté en voz baja.

—Richard, ¿qué le pasa? Déjeme tranquila.

Él se acercó un poco más, y sentí su mano presionar suavemente mi espalda.

—¿Sabe qué? Al final de todo, el gol fue para usted. No para ella, —dijo, dejándome aún más confundida.

Lo miré, tratando de ocultar el nerviosismo.

—Por mí, váyase con ella, a mí me da igual, —le dije, aunque mi voz no sonó tan convincente.

Él me dedicó una sonrisa lenta y burlona.

—Claro, pero la próxima vez que la mire, recuerde que yo sé lo que siente. La próxima vez, tenga cuidado, porque esa rabia se le nota mucho. Y de paso, déjese llevar, —me dijo, dejándome un beso rápido en el cuello antes de volver a su silla .

Sentí que me quedaba congelada mientras él se alejaba. Apreté los labios, queriendo decir algo, pero antes de poder reaccionar, vi que todos los demás nos miraban con sonrisas y risitas.

—Uy, ¿y ese beso? —bromeó Juvena.

SAPA

— se le está viendo mucho el gusto por el —añadió Alex en mi oído , riendo.

Quise negar, pero entre el rubor y los nervios, solo logré sacar una risa nerviosa, mientras miraba a Richard al otro lado de la mesa, quien me miraba de vuelta con esa sonrisa.

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⏰ Última actualización: 3 hours ago ⏰

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Tentación - Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora